Confesiones

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Me quedé en espera de una respuesta por parte de Levi mientras él mantenía su mirada fija en la bandeja, probablemente pensando en las opciones que tenía. O me cerraba la puerta en la cara o aceptaba. Solo esperaba que no me cuestionara pues ni yo misma sabia qué me hizo tomar esa decisión. Simplemente consideraba que como el soldado más fuerte de la humanidad, debería estar preparado para cualquier imprevisto, pues claramente contarían con él, y agotado y desnutrido no sería de gran ayuda.

—¿Es eso té?—. Preguntó, claramente interesado en la taza humeante, algo que debí suponer.

—¿Por qué no lo compruebas?—. Respondí con otra pregunta, ganandome la estrecha mirada del azabache que se unía a la mía.

—No vamos a comer en mi despacho—. Dijo claramente. Algo que también debí suponer del monstruo de la limpieza.

—Podemos comer fuera—. Sugerí. Habíamos pasado muchas horas encerrados en aquel cuarto y ahora que por fin podía disfrutar del aire libre no pretendía estar más tiempo entre paredes.

—Quince minutos. Aún queda mucho por hacer. Recuerda que estás cumpliendo un castigo—. Recordó tras largos segundos de silencio, cerrando la puerta con llave y pasando por mi lado. Reprimí un suspiro y avancé siguiendo sus pasos. Finalmente me senté sobre la barandilla de piedra que daba al patio interior y así no nos alejabamos demasiado de su despacho. No me sorprendió lo más mínimo que Levi se se quedará tranquilamente de pie en lugar de sentarse ya que no le gustaba la suciedad y en especial con ese traje. Me gustaría descubrir hasta que punto llega su obsesión por la limpieza... Dejándolo pasar me senté a su lado, comenzando a comer cada uno un sándwich y de vez en cuando Levi bebía de la taza, ambos en completo silencio.

—¿Quién te enseñó a preparar té?—. Preguntó, llevándose la taza a los labios.

—Nadie me enseñó, pero de pequeña era muy observadora—. Respondí antes de darle un bocado a mi sándwich. —¿Por qué?

—No hables con la boca llena. Tan observadora pero nunca aprendiste modales—. Gruñó con una mueca de desagrado.

—De donde vengo no existen los modales.

Levi se detuvo por unos segundos ante mis palabras, pero pareció ignorarlas cuando continuó. —El té que haces sabe distinto a cualquier otro que haya probado antes.

Tragé la comida con lentitud, mirándole de reojo. —Quizá he envenenado el té.

Le observé con atención buscando cualquier reacción. Quizá algo de desconcierto, pero nada provino de él. De hecho, volvió a beber tranquilamente de la taza.

—No te arriesgarías a cometer tal crimen en tu estado actual. Todavía estás siendo vigilada y evaluada. Puedo contar con los dedos de una mano el número de personas que confían en ti en este momento. Serías la primera sospechosa, Erwin sabría que fuiste tú y te dejaría en manos de gente que no dudaría por un segundo tu ejecución. Somos tu única salida, y sé que no estás dispuesta a volver a ese infierno, preferirías morir. Pero, ¿qué sentido habría tenido tu existencia y todo lo que hiciste? Estoy seguro de que sigues buscando la respuesta a esa pregunta.

No me miraba, pero se sentía como si estuviera viendo en las profundidades de mi ser y aquello provocó un pequeño escalofrío en la espalda. Me sentía desnuda ante sus palabras. Quizá era algo obvio, pero él claramente podía ver a través de mi.

—Yo también vengo de allí abajo—. Continuó ante mi silencio. Miré su perfil, seria pero con los ojos ligeramente abiertos ante la sorpresa. ¿Qué dijo él? —Mi situación fue semejante a la tuya. Erwin vio algo en mi y me sacó de aquella cloaca con el propósito de servir en el cuerpo de exploración. La historia no es agradable, pero aquí estoy—. Se apartó de la barandilla y me dió la espalda. Giró levemente su cabeza para mirarme de reojo con frialdad. —No me agradas porque me recuerdas a una época y un yo del pasado que quiero olvidar, pero nuestros sentimientos no deben afectar en absoluto nuestra relación.

ℒℐℬℰℛℐ ➵ Wɪɴɢs ᴏғ Fʀᴇᴇᴅᴏᴍ 【Lᴇᴠɪ Aᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ】PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora