Capítulo 39

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La primera vez que estuve aquí, me era muy incómodo el calor que hace, ahora, ahora me siento como si estuviese en la tierra.

-Ya tenía tiempo que no venía, es placentero estar en casa- Añadió Sebastian con toda la comodidad del mundo.

-Es repugnante- Claro que Miguel no podía quedarse callado. -En dónde estarán?- Pregunté pensativa, no conocí mucho aquí, a pesar de ser sólo un decierto, no veo nada más que a los demonios deformes.

-Deben estar abajo- Sebastian miro la arena. Miguel y yo nos miramos confundidos. -Abajo? Todavía hay más?- De qué habla este hombre.

-Si, abajo es donde habitamos los que castigamos a aquellos huéspedes especiales, saben a lo que me refiero-Soltó una ligera risa malvada.

-Entonces vamos- Dije segura. Sebastian caminó unos cuantos kilómetros para después susurrar unas cuantas palabras en otro idioma.

La arena comenzó a moverse como si fuese haber un terremoto. El piso comenzó a abrirse y formar unas escaleras que daban a una especie de zotano.

Las voces que suenan en mi cabeza, dijeron el nombre de McCoy una y otra vez. -Alex- Baje rápidamente. -No!- Gritó Sebastian sin éxito por detenerme.

Estaba oscuro, olía a humedad y a cenizas. -No vuelvas hacer eso- Sebastian ya me había alcanzado.

Miraba hacia la nada como si presintiera que algo no está bien. -Y Miguel?- Pregunté. Ambos giramos hacia las escaleras, pero estas desaparecieron haciendo que el piso que se había abierto para nosotros se cerrara.

-Se quedó arriba- Finalizó Sebastian. Una gran luz en el fondo se hizo presente. Era Belial tirado de rodillas con la mirada baja y los brazos por detrás como si estuviese atado.

Sin dudarlo corrí hacia él, me lancé al piso; note que tenía los ojos vendados y los labios secos. Lo tomé por las mejillas y alce su rostro. -Estás bien?- Susurré preocupada.

-Tienes... tienes que salir de aquí- No podía hablar con claridad, le costaba mucho trabajo hacerlo. -Tú vienes conmigo- Recargue mi cabeza con la de él.

-No, no, no- Una tercera voz se hizo presente. Me tomó con fuerza por el hombro y me lanzó a lo más lejos de él, azotando en la pared.

Las risas de dicha persona se escuchaban en distintas partes como si se pudiese desplazar en cuestión de segundos.

Los soldados de Azrael tenían bajo control a Sebastian, lo lanzaron a una celda sin que pueda salir.

-Miren quién ha decidió venir a la fiesta- Azrael apareció en la misma forma de aquella maldita mujer que estuve buscando por meses; con aquella con la que pelee y no derrote.

-Así que eras tú maldita- Me levante del suelo tocando mis cosillas por el dolor. -Es hora de que me entregues lo que resta del poder de Belial- Ella actuaba realmente segura.

-Primero sueltalo y veremos- Ambas sabemos que nada eso pasará. Le hizo una seña con el rostro a uno de sus mal olientes soldados para que le quitaran la venda de los ojos a McCoy.

-Iremos por partes- Me dedicó una sonrisa fingida. Cruce mirada con Alex quien parecía estar más debilitado que un enfermo.

-Ya saben que hacer- Azrael finalizó para desaparecer de ahí. De la nada aparecieron muchos de sus bastardos soldados.

La pelea comenzó, como pude los ataque, golpe tras golpe, disparo tras disparo. Uno de ellos me tomó por el cuello apretando con mucha fuerza para ahorcarme.

-Adivina quien soy- Dijo mientras apretaba con más fuerza. Esa maldita voz. Coloqué mi arma en su pecho y disparé haciendo que se desvaneciera.

Corrí hacia otro par, me deslice por el suelo casi recostadome para una vez más dispararles justo en la cara.

Trabajando Para Belial [ TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora