15. Malditas puertas.

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Llego el día ¡al fin al callejón diagon! Luego de tomar otro cubo del frasco de mermelada (al parecer ya no sabía tan feo como antes), mi hermano menor me dijo que mientras más sano estuvieras menos feo iba a saber (en lugar de ser al contrario).

El punto es que me sentía preparada, busqué mi mejor ropa, tomé mi abrigo ¡Y por último y no menos importante a mi padre, quien paga las cuentas!

—Muy bien, escuchen... no quiero alborotos, quiero que se comporten, no me hagan pasar pena, los quiero ver cerca de mi y si alguien se pierde busque un oficial ¡Pero no hablen con extraños! Habrá tiempo para todo si vamos con ORDEN y DISCIPLINA —se acomodó el abrigo— ¿Alguna pregunta?

Levanté mi mano y cuando me lanzó la mirada que me aprobaba a hablar, me expresé— ¿Iré en primer año?

—Si, pero no te asustes... incluso verás a gente de 14 en segundo —me explicó, y con unos golpecitos en la espalda me alentó.

—No te asustes, conozco tu sentimiento... —comentó Javier mientras avanzaba conmigo hasta la puerta—. Y cualquier cosa... según el código de hermanos, yo te cuidaré —Se señaló así mismo con algo de soberbia.

—¿Y quién cuidará de ti? —comentó el menor con un brillo de inocencia en sus ojos.

Mi contemporáneo junto sus labios en una fina linea, pero luego de resoplar, tomó su característica paciencia— El punto es que sea mutuo, bro.

Caminamos hasta el elevador, una vez adentro no pude evitar sonreír al recordar lo sucedido anteriormente, al parecer mi hermano iba a preguntarme algo, pero la mayor lo interrumpió al ver un aviso dentro del elevador.

—Mira pa —señaló el cartel—, dice que no más de 300 kilos, tendremos que hacer dos viajes —comentó con burla, nosotros no pudimos evitar reír, y aunque mi padre soltase una risa, nos hizo entrar con el.

—Allá te voy San Pedro —Javier hizo su plegaria viendo hacia arriba mientras estaba entre el bolso de su madre y la barriga de mi padre.

& • &

Nos dirigimos hacia la calle y caminamos en dirección al metro, cabe destacar que cerré mi abrigo hasta más no poder y traté de ocultar parte de mi cara, el frío ya no solo me congelaba el trasero... mientras caminaba veía a mi alrededor varías lechuzas, como si me estuviesen examinando, bueno... no las culpo, yo también examinaría a alguien que aprendió un idioma en menos de una semana.

Al bajar me iba a sujetar de la baranda, pero mi padre (quien iba al frente) como si hubiese detectado algo giró la cabeza (casi como un búho) y me lanzó una mirada de desaprobación al ver mi mano cerca del pasamanos, tomé su indirecta y mejor sostuve a mi hermana.

Justo cuando nos adentramos más comenzó a llover; ya habiendo tomado algo de calor solté un poco el abrigo, pasamos los boletos y nos dirigimos a esperar el tren, en ese momento mi padre da un aviso.

—Ire con Alejandro al baño —tomó la mano del menor—. No se muevan —y se fue en dirección a los baños.

«Mientras el gato no está, los ratones hacen fiesta

—Bueno, iré a comprar un café, Javier, acompáñame —anunció mi madrastra mientras se iba en dirección contraria seguida de mi contemporáneo.

—¿Quieres algo? —dreguntó mi hermana dando opciones ante tal desconcierto.

—Siempre habrá una cosa que querré —giré para verla a los ojos—, papas.

—No.

Fruncí el ceño y miré al frente, viendo los rieles me puse a pensar «¿Por qué me preguntas si a la final me niegas las cosas?». Eso está como aquel día que mi madre me obligó a acompañarla al mercado, claro que no quería ir; pero en contra de mi voluntad me montó en el auto y partimos, al tener un rato ahí, con mala cara y su voz de regaño me acusó "¿Para que vienes si vas a andar con esa cara?".

—Hey —una voz interrumpió mis pensamientos para nada rencorosos, al girar me topé con "situaciones locas".

—Hola ¿Qué tal todo? —le di la mano y miré a los lados ¿dónde se había metido?

Al parecer se ruborizó un poco y dió un pasito hacia atrás soltando el agarre— P-Pues muy bien ¿Qué tal tu? —terminó con una amable sonrisa.

—Oh, genial... justo ahora voy a salir con mi familia —el miró hacia ambos lados buscando a las personas de quienes hablaba.

—No te preocupes, no se donde están... lo importante es que se como volver así que no se van a deshacer de mi tan fácil —lanzó una sonrisa que se convirtió en una risa mostrando sus dientes, sus pómulos adquirieron un color rosado claro.

Aún con algo de risa continuó la platica— ¿Y hacia donde se dirigen? —Entonces junte un poco mis cejas, tomando una expresión de confusión ¿qué debía responderle?— S-Si puedo saber claro, no quiero ser muy entrome... —como veía que llevaba su mano hacia su nuca y el color rojo se intensificaba y no sabía como excusarse, lo interrumpí.

—Vamos hacia un bar de mala muerte.

—¿Que? —Su expresión quedó en blanco.

Luego de eso, comencé a sentir un viento que le haría competencia a la rosa de Guadalupe, eso significaba que el tren llegaba. Y no me equivocaba, al ver hacia el lado derecho vi las luces aproximándose.

—Bueno Albus, fue un placer —lo abracé a modo de despedida, lo cual era común para mi, pero aveces olvidaba algunas culturas y lo recordé en ese momento cuando quedó estático, entonces me separé—. Lo siento —acomodé su chaqueta, mientras el seguía mi mano con su mirada—. Aveces olvido que... aquí son más... diferentes.

—N-no, y-yo no —carraspeó un poco—. No tengo problema, es solo que... no estoy acostumbrado —entonces yo asentí mientras veía a mi familia aproximándose— ...P-Pero no diferente malo... —"Uhmum" dije en acuerdo, cada vez levantaba más la mirada al ver a la gente llegando y se me aceleró el corazón al escuchar las puertas del tren abriendo— ...Lo siento.

—Tranquilo, relájate —lo tomé por los hombros, noté que se tensó un poco, así que lo agite de forma amigable, sentí como se relajó y sonrió— ¿Ves?, ya está.

—¿Y este qué? —añadió mi padre una vez que llegó a nuestro lado— Ya no importa, al tren —me tomó por el brazo y me arrastró hasta el tren.

—Nos vemos, Albus —me despedí con la mano de forma divertida; mi padre al escuchar el nombre amplió sus ojos y dejó de fruncir el ceño, entonces giró a verlo, su cara ahora era de sorpresa.

—Adios, Camila —se despidió también con un movimiento de mano.

Al cerrarse las puertas el me miró con un deje de preocupación, cerré los ojos y fruncí los labios, luego de hacerlo baje la mirada y me encontré con la tira de mi abrigo atorada entre las compuertas, exhale y volví a levantar la vista, al ver el par de ojos verdes hice una mueca y el rió.

Nada podía ser normal cuando el destino nos juntaba.

Al acelerar el tren casi de inmediato aprecié una pared obscura (el túnel) y vi el reflejo de mi cara ¡Y al parecer no solo el mío! Si no el de mi familia—¿Qué? ¿vieron un fantasma?

—Camila ¿de... de dónde lo conoces?—preguntó ya mi padre menos sorprendido.

—De la calle —respondió mi contemporáneo, y mi padre lo vio mal— ¿Qué? No me mires así, yo estuve ese día.

—¿Y tu de casualidad te llamas Camila? —le preguntó el "macho alfa" con molestia.

—No.

Mi padre dió por terminada la conversación cuando se sentó en unas sillas que estaban a un lado de las compuertas, cada cierto rato me miraba y cuando volteaba a verlo... desviaba la mirada.














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Epaaaa, nota de Soy es yoooo wuuuu, ya viene, ya llega por fin el capítulo del callejón diagon mis hijas bellas. Será especial y será más largo. Tqm a todas

Una latina en Hogwarts (ULEH #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora