—¡No te creo! —le exclamé feliz a Javier mientras comparaba su horario con el mío.
—Pues créelo, seré tu fastidioso compañero —se llevó otro trozo de pan con mermelada a la boca, entonces solté una risita— ¿Qué?
—Pensé que preferías el pan con jamón y queso —le saqué en tono de burla mientras le señalaba su desayuno y después el mío.
—Cállate —acusó apartando su mirada de la mía.
—Cállame —le rete, y en lugar de conseguir que se riera, metió el dedo índice y pulgar en su copa con agua, y al sacarlos me chispeó en la cara.
—Uish, menos mal y no eres morocho —entonces me concentré en comer mi pan.
Al terminar mi desayuno, caminé con mi hermano hasta el salón de pociones ¿cómo sabía donde quedaba? En realidad no tenia ni idea, pero los prefectos llevaron a los de primer año a sus primeras clases.
—Estas son las mazmorras, el salón de pociones ha estado en esta área desde que Severus Snape daba clases —explicó—, se pensó mudarla hasta otra área... mas iluminada —cruzamos a la izquierda por el pasillo—. De todas formas no se hizo, debido a que lo dejaron como una especie de tributo.
Al llegar a la puerta indicada (que era un poco diferente a las demás) el prefecto nos dejó, con la condición de que volvería otro en su lugar para llevarnos a nuestra siguiente clase.
Tomé asiento junto a Javier en el area del medio (no muy al frente para no parecer desesperados, no muy atrás para poder prestar atención a la clase y lo suficientemente cerca para ver la pizarra debido a la miopía de mi hermano).
—Hola alumnos, bienvenidos a la primera clase de pociones —exclamó un señor bastante bajito (como de mi altura) y con una gran personalidad (seré sincera, estaba gordito)—. Saquen sus plumas y prepárense para es-cri-bir —Nos regaló una sonrisa y se volteó a la pizarra.
De mi mochila, saqué un portaminas y una libreta (con flores cerradas, cabe destacar), yo bien feliz creyendo que todo es normal, abrí la libreta en la primera página y coloqué la parte del frente por debajo, así sería más cómodo.
Bien, aquí estaba yo creyendo que todo era común y corriente, pero cuando levante la mirada medio salón estaba viendo curioso, entonces me fijé y vi que todos tenían pergaminos y plumas, una sensación extraña me invadió... como una especie de escalofrío que me dejó las manos heladas y la garganta con un mal sabor así que inconscientemente me removí incómoda en mi asiento.
—Bien —el profesor dió un fuerte aplauso e hizo que todos diéramos un pequeño brinco en nuestros asientos—. Mi nombre es "Philip" pero ustedes, queridos deberán llamarme "Profesor Philip" —sujetó su varita con ambas manos y sonrió—. Comenzaremos con lo básico ¿Alguien me puede decir donde encontrar el estómago de una cabra?
Entonces no pude evitar fruncir el entrecejo y apretar los labios— Perdón muchachos —soltó un suspiro—. La pregunta era donde se puede conseguir un bezoar —algunas risitas surgieron del salón (incluyendo la mía)— ¿Pero quien sabe cuál es su utilidad?
En tono sugerente soltó aquella interrogante. Mire hacia ambos lados esperando a que alguien levantase la mano, pero todos veían más interesantes aquellos pergaminos y tinteros. Así que la levante yo ¡más de 7 libros! Y mas de 7 películas. De algo me habrá servido.
—¿Y bien señorita...?
—Gus... —pero rápidamente me corregí— Spellman, Camila Spellman —con un asentimiento de su parte y la mirada de todos encima (la mayoría creyendo que me equivocaría, esas sonrisas de odiosidad las podía distinguir ¡Ja! Me las han dirigido tantas veces pero... Camila nunca se equivoca)—. El bezoar funciona como un antídoto para la mayoría de los venenos.
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Una latina en Hogwarts (ULEH #1)
Fanfiction¿Por qué no? Vayamos al grano, Camila comenzó su año en Hogwarts creyendo que la magia resolvería todos sus problemas (o la mayoría de ellos), pero luego de un conjunto de desafortunadas coincidencias se vio envuelta en una "pequeña situación", pero...