4. El karma del sosten

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Una vez que tomé la maleta y mi mochila, proseguí a bajar.

— Mami, ya ¿vamos? —le hice la dichosa pregunta a mi progenitora.

—Si —se acercó y me abrazó—. Te me cuidáis, no vas a hablar con nadie que no sea de la aerolínea, no le sostengas bolsos a nadie, no le pidas a nadie que te sostenga un bolso, cuidado con las maletas, cuidado con todo —me soltó y me dio muchos besitos en la cara—, sube eso en el carro ¿tienes el permiso?

—Si.

—¿Tienes tú cepillo de diente y el pasaporte y todo?

—Si.

—¿Me quieres?

—S-... no.

—¡¿Como que no?! —dijo en un estado de desesperación.

—Ja, ja, ja —tapé mi boca con una mano mientras reía—. Te amo, mami. ¡Vamos pues!, estoy emocionada.

—Me asustaste muchachita, ¿tienes los cordones de los zapatos amarrados? —me regaló una sonrisa antes de que saliésemos de la casa.

Bajé la vista hasta mis pies— Si, señora... —hice un saludo militar y proseguimos a caminar hasta el carro, subí mi maleta y la mochila, el aeropuerto queda a una hora y media más o menos.

¡Qué emoción!

& • &

Desde las bocinas se escuchó la llamada de la aerolínea— Pasajeros de Coap eirlains; número de vuelo: 787 con destino a Panamá, por favor prepárese para abordar.

—Señora, permítame a la niña— habló una aromosa con una sonrisa.

—Si —mi madre me abrazo—, cuídate mi amor y recuerda que...

—Si la vida te da limones: exprímelos en los ojos de la gente —finalicé con una sonrisa.

—Pendeja —me regañó y me dió un beso en la frente, muchas emociones en tan poco tiempo—. Cuídate, pilas y me avisas cuando llegues.

—Igual no va a ser tanto tiempo, solo unos dos meses —dije con una sonrisa, nos dimos un ultimo abrazo y tomé mi maleta—, chaito.

—¿Lista? —Me preguntó la aromosa.

—Claro —entonces comenzamos a caminar hasta la fila de migración, pero al ser una menor de edad (viajando) sola te saltaban la fila y pasabas directamente a que te preguntaran unas cosas.

—Buenas tardes —habló la trabajadora.

—Buenas...

—Los papeles, por favor —giré a mi mochila y saqué el permiso de viaje conjunto a el pasaporte—. ¿Qué vas a hacer allá?

—Vacacionar —respuesta inmediata, mi madre me entrenó psicológicamente para no morir de nervios cuando llegase la hora de las preguntas.

—¿Por cuanto tiempo? — «si lo dice el permiso y todo».

—Dos meses aproximadamente.

—¿Quien te espera allá?

—Mi papá.

Dió otra revisada al permiso y lo guardó, seguidamente le colocó el sello de salida al pasaporte y me lo tendió— Que tengas un buen viaje, siguiente por favor.

Tomé mis cosas (ya menos nerviosa) y proseguí a caminar junto a mi acompañante, hasta llegar al detector de metales.

—Coloque sus pertenencias en la bandeja, por favor —¿no les sucede que conocen a una persona que tiene un aura tan negativa que te dan ganas de quitarte la vida? Bueno... algo así sucede con este tipo.

Siguiendo sus instrucciones coloqué mis zapatos y mochila en la bandeja. Por alguna razón esta parte me asusta, siento que va a aparecer droga de donde no tengo, proseguí a cruzar el detector y sonó... «pasando pena» maldije mentalmente.

—¡Ahg! —se quejó el sujeto de mala vibra—. Voy a hacer una revisión manual —sacó un aparato y este comenzó a escasear todo mi cuerpo—. Tienes algo en la espalda ¿qué es? —inmediatamente me puse roja y maldecí en ese momento por haberme burlado del sostén de la coordinadora, por que ya sabía a lo que se refería.

—E-es el sujetador señor —murmuró la aromosa que me acompañaba y posteriormente ahogó una risita.

—¡Es el sujetador, Petra! ¿Los sujetadores tienen metal? —grita más fuerte, que no te escucharon en Colombia...Petra, debía ser la que lo acompañaba en su labor ¿porqué tuvo que gritarlo? ¿¡Quiere un problema acaso!?

—Si, para ajustarlos —habló la que debía ser Petra.

—Ah, bueno... pasa —se hizo a un lado y tomé la bandeja donde estaban mis pertenencias, tomando así mis zapatos, dignidad y mochila.

& • &

Ya estando en pleno vuelo me dieron unos pretzels, admito que jamás había probado unos y no se si así sepan en todos lados, pero estaban buenos.

El vuelo no duraba más de una hora, haciendo así que mi claustrofobia no aumentara.

Una vez llegamos al aeropuerto de Panamá, bajamos del avión traté de buscar a mi padre, el cual me sorprendió con un abrazo y yo de la impresión grite.

—¡Ayyy! —alertando así a medio aeropuerto, uno de los trabajadores de la aerolínea llegó en un parpadeo y me preguntó si conocía a el "sujeto", admito que vacile un momento, pero no quería ser tan cruel—. Si, es mi papá.

—Oh, un gusto señor, tenga —le tendió mis papeles—, ahora está bajo su cuidado, ya se hace responsable de ella, ante cualquier inquietud hablé con el personal calificado —mi padre asintió y me tomó de la mano y comenzamos a caminar.

—¡Gracias! —le dije rápidamente a los que me atendieron con tal amabilidad durante el vuelo ¡Y es que es su trabajo! Aún así, los felicito.

—¿Cómo estuvo el vuelo? ¿te atendieron bien? ¿te dije que el piloto es amigo mío? ¿tienes hambre? Bueno, siempre tienes hambre ¡te estoy hablando, respóndeme! —me miro y luego río un poquito, a pesar de su postura dominante, este hombre es el mejor ¡y gordito!

—El vuelo estuvo bien, si me atendieron genial, no me habías dicho que el piloto era tu amigo y si, tengo hambre —hablé rápidamente apresurando el paso ¡necesito hacer pipí!—. Papi, me estoy meando ¿donde está Bella?

—Tu hermana esta comprando una pizza, ve al baño, yo te cargo la mochila y te espero afuera —rápidamente le tendí la mochila y entre al baño.

No había tanta gente... pero creo que un niño se hizo pupis... ¡definitivamente se hizo pupis! Aguanté la respiración y abrí un cubículo y revisé que estuviese todo espejado ¡error, siguiente! Abrí y... mejor no, el tercero estaba ocupado ¡el cuarto y bingo! Entre y cerré la puerta «¡mi respiración!» reclamé mentalmente. Bote todo el aire y utilicé mi camisa como "colador de malos olores" y respiré a través de ella y por suerte todo bien, hice pis (de pie, me dan asquito los baños públicos), le bajé al inodoro con el pie, momento de salir.

Volví a aguantar la respiración y rápidamente me lave las manos, las sequé y corrí hasta afuera, tomé una bancada de aire.

-¿Todo bien? —reconocería esa voz en cualquier lado...

—¡Bella!

Una latina en Hogwarts (ULEH #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora