2. Esperanzas

1.1K 80 15
                                    

Angélica y yo nos encaminamos a la sala de la casa, preparándonos para darle la noticia a nuestros padres. Pues minutos antes estaba insistiendo para que se lo contara a ellos y, no pude decir que no. Además ya estoy cansada de seguir así, debo de seguir con mi vida, aunque de verdad me gustaría que él también esté dentro de ella.

Nos aproximamos a donde se encuentra mamá, al vernos nos da una cálida sonrisa, pero ahora me mira con mucha curiosidad, ante eso me pongo nerviosa.

—Mamá... —Habla una Angélica enérgica, mientras yo miro a otro lado—. Te tengo una noticia que no lo creerás.

—Angélica, si son tus chistes desfavorables, mejor vete y cuéntaselo a tu padre. —Suelta mamá, burlesca. Pues es cierto, a veces Ange siempre viene con chistes baratos y que solo les dan gracia a ella.

Cuando vuelvo a mirar al frente encuentro la mirada de mi madre y sé que ella espera otra cosa, sabe que nosotras no venimos por puros chistes. Entonces es cuando retrocedo y prefiero decírselo después.

Angélica se prepara para soltar todo. Y antes de hablar me adelanto:

—Que nosotras queremos que tu te nos unas y que tengamos una tarde de chicas. ¿Qué te parece?

Su ceño fruncido se relaja y nos sorprende a ambas cuando se echa a reir, yo miro a angélica que me mira mal, pero llego a explicarle con la mirada que fue buena causa, y que más tarde se lo explico. Volteamos hacia nuestra progenitora quien todavia no para de carcajearse, hasta que entonces se detiene y se sienta en el sofá.

No sé como pero agradezco que haya funcionado.

—No puedo creer que ustedes me estén diciendo esto —declara y nosotras no hacemos más que encojernos de hombros—. ¿Qué broma es esta? ¿No que yo soy muy "aburrida"?

Mi hermana voltea hacia ella para responder no sin antes asentir a mi dirección.

—Es cierto mamá —dice siguiendome el juego—, hace mucho que no tenemos una salida entre mujeres, así que por qué no.

Elena se rie por lo bajo mientras niega. Pasa su mirada de Angélica a mi y luego sonrie.

—Oh mis niñas, claro que me gustaría compartir con ustedes, denlo por hecho.

—¡Bien! —exclama Ange antes de dar saltitos de alegría. Nuestra madre se acerca y nos abraza para despues irse no sin antes dejar dicho que estará lista en unos minutos.

Cuando ella sale de nuestro campo de visión, Ange se acerca a mi con los brazos cruzados y una cara de pocos amigos.

—Y bien. —Se queja, por lo que puedo percatarme de que es un poco más alta que yo. ¿Cuando pasó eso?

—No quiero que ella sepa por ahora, prefiero decírselo después. Sabes, tengo algo preparado para la decoración en la casa. —Confieso, y ella me regala una sonrisa complice, a lo que sonrio.

—Cuenta conmigo. —Me asegura y después de guiñarme un ojo camina en dirección a las escaleras, despareciendo de la estancia.

Y ahí estoy yo, comenzando una mejor vida, sin miedos, sin tristeza. No me arrepiento de haber conocido a un niño como Myles, que llenó mis dias de infancia con tanta alegría; con quien pude compartir ni niñez y que ahora no ha salido de mi vida. Soy una chica que ha mantenido una amistad durante tanto tiempo, con alguien que apenas ni sé donde se encuentra; no me arrepiento de llorarlo, de extrañarlo, siempre ha sido mi mejor amigo y lo seguirá siendo, porque siento en mi corazón que un dia de estos volverá a mi.

Cuanto me gustaría saber como está, cómo es ahora, si también terminó sus estudios, si tiene amigos. Lo conozco como la palma de mi mano, a pesar que teníamos poca edad eramos muy abiertos. Recuerdo que era tan tímido y me gustaba agarrar su mano para darle seguridad. No le gustaba ser sociable como los demás niños de la primaria y solo se sentía cómodo conmigo.

Dulce invierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora