14. "Lo que me pidas"

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Permanezco petrificada al frente de aquellos conteniendo las ganas de soltar cosas que más adelante terminaría por arrepentirme. También al mismo tiempo una nube inmensa me nubla el cuerpo, empiezo a temblar de la impotencia, ansiosa y con el corazón punzandome desbocado.

La chica se separa de sus labios y lo apretuja en un fuerte abrazo. Sin soportarlo me remuevo un poco, nerviosa, apretando mis manos al lado de mis costados. De pronto abro los ojos expectante al notar la expresión indignada de él.

— ¿Qué haces aquí? —Espeta contenido, mientras la suelta con braveza. Tomando atención a la conversación me topo con sus ojos que me escrutan por un momento y vuelven a la vista de la chica. Se ve nervioso.

—¿Qué? ¿A poco no estas feliz por verme? —suelta la desconocida, que solo para mi lo es, ansiosa y campante junto a una mirada penetrante que me incomoda. Él vuelve a mirarme de reojo todo apenado y atónito, buscando de una forma explicarme. Sin embargo tan confundida y enfurecida, me encamino a la casa al tiempo que recibo la mirada pasmada de mi hermana frente a la puerta.

Empiezo a escuchar los llamados de Myles y acelero más el paso.

—Tú y yo hablaremos de esto... —escucho decirle a la chica, siento su presencia por detrás de mi y luego me sostiene el brazo —Luna, no es lo que parece.

—No te he cuestionado —le murmuro, aún sin voltearme. A pesar de esconder la molestia en mi rostro, por dentro se revela más fuerte —. Ve, recibe a tu amiga, necesito descansar.

—No... —se niega y al ver que no me moveré se posiciona frente a mi — entre ella y yo no hay nada; por favor, vamos a hablar.

— Si así lo dices entonces te creo —asevero con firmeza, mirando el vivo paisaje de sus ojos. Tal vez si lo miro encontraría seguridad en sus palabras.

—¿Estás segura? ¿Todo está bien? —Cuestiona no convencido cuando veo por encima de su hombro a Angélica. Asiento y me safo de su agarre con cuidado.

—Nos vemos al rato, quiero descansar —digo y esta vez mirando a mi hermana para advertirle, a lo que ella toma como un bochorno. La ignoro y sin mirarlo a él me dirijo a mi habitación. 

Ya dentro me siento en el suelo, recostada en la puerta. Una lágrima brota por mi mejilla y de una sacudida la quito de mi cara. No voy a derrumbarme, no ahora. Él no es capaz de mentirme, de dañarme de esa forma. A pesar de lo que hemos vivido, él no lo haría.

Pero debo mantener la calma, tengo que tener paciencia, no dejarme llevar... ¡Qué carajos, esto es demasiado! Es doloroso, es horrible sentir ese fuego quemandote la garganta e incluso un nudo justo en el pecho, tan fuerte como el peso de una piedra, pero vale el caso que no supera lo que acabé de ver. Esto es muy doloroso.

Cansada me levanto del suelo directo a la cama. Miro las estrellas por la ventana y pienso en el hermoso momento que tuvimos los dos en la colina. Un hermoso recuerdo que me atormenta y me pone ahora más triste. Trato de reconciliar el sueño y es cuando escucho la puerta abrirse.

~~•~~

«Myles»


—¿Cómo te atreviste a hacer eso? — cuestiono, mirándola molesto mientras nos encontramos en la parte trasera de la casa.

—Lo siento —baja la cabeza, avergonzada. Casi la veo derramar una lágrima. No me gusta hablarle de esa manera, pero pasó el limite esta vez —. Lo hice por impulso, me emocioné, es que te extrañaba.

Dulce invierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora