Codigos

432 37 24
                                    


Fuera y dentro del laboratorio ocurrían historias diferentes.

En la sala, solos Conan y Ran,  no hablaban. El niño estaba en otras cosas, habló con Kiara antes de que se fuera,  después se fijó en la estantería del salón y ahora ojeaba los libros que allí había por algo interesante.
Ran no apartaba la vista de él, intentaba disimular su fijación hacia el castaño pero no podía evitar en algunos momentos quedarse estatica y con la mirada fija en él casi sin disimulo,  los dos tenían sus razones sobre sus acciones.

Dentro del laboratorio Heru seguía investigando,  aunque en un momento se detuvo para efectuar una llamada, casi disimulada.

Heiji, había perdido el tren,  podía ser en parte por llegar tarde o por estar pensando en todo tipo de cosas,  aunque también por no acabar de estar seguro yéndose.

Cada segundo que pasaba era un martillazo en la cabeza del joven detective,  le parecía tener un reloj en su oreja recordándole como pasaba el tiempo y todo era igual.  Se había fijado en los libros de la estantería de pasada, pero en ese momento le hacían efecto para mantenerlo entretenido. No se olvidaba de observar a la de ojos lilas, pero aún así se sorprendió,  solo un poco,  al encontrarla dormida en el sofá.

Caminó, luego de observarla embobado, a la habitación por una manta.  La tapó con mucho cuidado de no despertarla y luego se sentó a su lado, a pocos centímetros de su cabeza un tanto ladeada del respaldo.

Conan: No te preocupes.

Lo había susurrado con toda su delicadeza y aún sabiendo que en parte no iba a solucionar mucho no pudo evitar pronunciarlo.

Conan: No te abandonaré.

La mano derecha de Ran se movió,  casi intentando encontrar la cercana mano del niño, fue él quien se encargó de juntar sus manos mientras se apoyaba en el respaldo y ladeaba su cabeza dejando pocos centímetros de separación para no chocar con el rostro ajeno. Aunque Conan miraba al techo, se mantuvieron así durante algún tiempo, esta vez, sin contar los segundos ni minutos.

Solo un ruido bastó para romper la escena, la puerta del laboratorio que daba la famosa señal ya comprendida de que debía entrar. Conan procuró cerrar la puerta sin hacer mucho ruido, para que Ran pudiera seguir durmiendo.

Heru le ofreció con una mano una silla cercana mientras con la otra manejaba su teléfono y lo colocaba encima de la mesa.

Conan: ¿Encontraste algo?
Aun se estaba sentando,  pero no podía esperar.

Heru: Separando partes de información sobre el fármaco he encontrado algunos cifrados que sería capaz de desvelar con unos códigos y es probable que me den la solución para la mayoría de substancias que necesito en el antídoto.

Heru hablaba normal,  miraba a Conan aunque en momentos deslizaba su vista sobre el teléfono.

Conan: ¿Y qué es lo que pasa?

Heru: Esos códigos para el descifrado, no los tengo.

Heiji: Entonces hay que ir a buscarlos. ¿Donde están?

Durante algunos segundos la cara del joven castaño era de un poema, creía que solo eran dos en el laboratorio.

Conan: ¿¡He-Heiji!?

Heiji: ¡Hey! Heru me a llamado.

Conan: ¿Por qué?
La pregunta estaba más dirigida al científico que no a su amigo.

Heru: Me dijo que siempre que encontrara una mínima novedad le debía contar aunque no estuviera.
Tenía un perfecto todo de un motivo razonable.

El Detective Conan:Un caso preocupanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora