Narra Alicia
Daniel aparcó el coche en el garaje y pasamos a la entrada. La casa de Daniel era preciosa. Muebles modernos por todas partes y colores exóticos en cada habitación.
Se acercó a unos altavoces de apple y puso su iPhone para poner música de ambiente, pulsó una lista de música aleatoria y rápidamente comenzó a sonar Look After You, una canción preciosa de The Fray. Se me puso la piel de gallina con escuchar las primeras estrofas, ¿era una indirecta? Se acercó a mí y me agarró con su otra mano llevándome a la cocina, dejó los altavoces en la encimera y abrió la nevera.
— Quiero que disfrutes de la noche, así que te toca ver cómo cocino.
— ¿Crees que verte cocinar hará que disfrute de mis vistas?
— ¿Es una indirecta para que me quite la camiseta? —solté una carcajada.
— Si insistes... —Daniel hizo un amago para quitarse la camiseta pero ya se la agarré antes y tiré de ella hacia abajo.
— No lo hagas —sonrió de lado y me besó la mejilla. Mil mariposas estaban en mi estómago instantáneamente.
— Estás preciosa, hiciste bien en ponerte ese vestido —me señaló con un cuchillo en la mano.
— Das miedo, no hagas eso otra vez.
— ¿El qué?
— Decir eso con un cuchillo —dejó el utensilio sobre la tabla de madera.
— Estás preciosa, hiciste bien en ponerte ese vestido —repitió, esta vez señalándome con su dedo índice. Me reí y besé su mejilla. Se puso colorado y siguió cortando.
Cuando tuvo la cena lista le ayudé a servir en los platos y mientras él los llevaba, yo llevé los altavoces para dejarlos cerca de la mesa y tener un ambiente mientras cenabamos.
Al terminar, recogimos todo lo que habíamos usado y volvimos al salón para sentarnos en el enorme sillón.
— Entonces, ¿me enseñarás esa canción de la que me has hablado en la cena?
— Sí, pero esto queda entre nosotros. Me da mucha vergüenza enseñar mis canciones.
— Tu secreto está a salvo conmigo —reí y me acomodé mejor en el sofá para disfrutar de este espectáculo.
— Pero tienes que cantar conmigo, ¿vale?
— Uf, está bien —Daniel se acercó a coger su guitarra, justo detrás del piano que tenía. Me dio una hoja con la letra de la canción que había compuesto y la puse sobre mis piernas. Se llamaba Hold On, parecía buena con tan solo leer el título. Tocó las primeras notas y yo no sabía que hacer.
— Hey —atraje su mirada—. Vale, para —pedí, él se rió y me sacó la lengua—. Estás siendo un idiota —me reí y él sonrió—. Ahora espera —alcé mi mano y no paró de tocar la música. No me hacía caso por más que se lo pedía—. Tocas el verso dos veces y entonces entro yo —asintió y sonreí cómo nunca antes lo había hecho. Estaba a punto de cantar una canción que nunca antes había oído—. Vale, ¿preparado? Estoy tan avergonzada y no sé por qué —su risa inundó toda la estancia y por un momento me sentí sola junto a él sin ningún vecino que pudiese estar alrededor o cualquier persona de este mundo—. Venga, ya -dije sin pensármelo dos veces. Empecé a cantar guiándome de la música y de su voz, y debo reconocer que no salió tan mal. Su risa hizo que me equivocara y que él tuviera que seguir por mí. Tenía una voz muy bonita, y de verdad, adoraba escucharle. Suponía que iba a ser mi nuevo pasatiempo.
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The Surfers
عاطفيةGrace, Alicia y Elaine son tres amigas que deciden ir a pasar sus vacaciones de verano, a la casa de la playa de Elaine. Allí conocerán inesperadamente cómo es la vida en Gold Coast durante los tres meses de esa estación. Unos chicos impresionantes...