Narra Grace
Habían pasado dos días desde la maravillosa fiesta de Mario y de que Charlotte, la hermana de Elaine, viviese ahora con nosotras, aunque más bien vivía fuera de casa que dentro de ella. Cada vez que la veíamos se contoneaba con su cuerpo cuando pasaba frente a nosotras y sobre todo cuando su hermana estaba en la misma habitación que ella.
Cada vez que la veía tenía más ganas de ir detrás de ella, golpearla y arrancarla el pelo, pero obviamente no lo iba a hacer.
— Grace, te toca subirle la comida a Elaine —dijo Alicia arrastrando el plato por la encimera. Me levanté de la silla y subí las escaleras para después tocar con los nudillos su puerta.
— ¿Se puede? —no recibí respuesta, pero aún así abrí la puerta encontrándome su cuerpo hecho una bolita y dándome su espalda—. Elaine, son más de las tres de la tarde. Debes salir de aquí, te debe dar un poco el aire.
— Déjame, no quiero ver a nadie —se revolvió en la cama y se tapó la cabeza con una sábana. Suspiré y dejé el plato en su mesilla de noche.
Junto a este, había otros dos platos completamente llenos. No había dado ni un solo bocado.
— Te dejo aquí la comida —recogí los otros dos y fui a salir de la habitación cuando me topé con la nueva inquilina—. Fuera de aquí, no te quiere ver.
— Cada minuto que pasa haces que mi ego aumente, quítate de en medio —me empujó y cayó uno de los tenedores de uno de los platos—, y recoge la mierda que tiras.
— No te atrevas a entrar a esta habitación o sino...
— ¿O sino qué? —amenazó colocando su mano izquierda en su cintura.
— Este querido plato de puré acaba sobre tu precioso pero falso cabello —subió una de sus cejas y miró detrás de mí. Me volteé y encontré a Elaine sentada sobre la cama.
— Elaine...
— Charlotte, márchate de aquí, no te quiero ver ni en pintura.
— Está bien, iré a visitar a tu querido John, James o como quiera llamarse —se quitó la sábana que cubría su cuerpo y se encaminó hasta su hermana. La empujó por los hombros y la sacó al pasillo, chocó contra la pared de enfrente y torció una sonrisa socarrona.
— Intenta acercarte a él y te quedas sin ojos.
— ¿Acercarme a quién a Jonah? O... ¿A Ian? —no quité la mirada de Charlotte, la cual no se la quitaba de Elaine. Ahora tenía expresión de inocente. Estaba intentando que nos peleásemos nosotras, estoy completamente segura. Es una buena mentirosa y una gran cabrona.
— Elaine, déjalo, no va a madurar nunca —dije agarrando su brazo y tirando de ella. Mi amiga apartó sus manos de los hombros de la arpía y giró sobre el sitio. Me quitó uno de los platos y tiró la comida que había en ella al rostro de su hermana. Abrí mi boca de par en par y Charlotte hizo un grito ahogado. Se apartó el puré de los ojos y lanzó los restos hacia Elaine.
— Eres la peor persona que he conocido en mi vida —escupió las palabras y la fulminó con la mirada. Charlotte, aprovechó y quitó el plato de sus manos para lanzarlo contra la pared. Comenzó a chillar cuando se hizo añicos sobre el suelo.
— ¡Alicia! ¡Ayúdame! —chillaba mientras se tiraba al suelo y comenzaba a llorar.
Elaine se quedó paralizada, yo la cogí del brazo y tiré de ella hacia el pasillo, las lágrimas volvían a aparecer y recorrían su rostro. Charlotte era una autentica cabrona en toda regla.
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The Surfers
RomanceGrace, Alicia y Elaine son tres amigas que deciden ir a pasar sus vacaciones de verano, a la casa de la playa de Elaine. Allí conocerán inesperadamente cómo es la vida en Gold Coast durante los tres meses de esa estación. Unos chicos impresionantes...