Capítulo XXVI

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"Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuánto lo había querido por encima de las dudas de ambos..."

Gabriel García Márquez.

—Milady... Hoy se encuentra más hermosa que nunca. —Marianne se sonrojó al tiempo que él besaba su mano. El capitán le ofreció su brazo mientras caminaban hacia la sala.

—Muchas gracias capitán.

Philip se acercó a saludarlo aunque con pocas ganas de compartir con aquel hombre sin escrúpulos un solo minuto.

Lady Gerogiana miró a Philip y apoyó su mano sobre su antebrazo para recordarle sin pronunciar palabra que él era el causante de que aquel hombre estuviera invadiendo su vida y exigiendo tanto.

Se sentaron a la mesa y el capitán tomó la silla al lado de Marianne, algo que hizo blanquear los ojos a Anne. La cena transcurrió tensa como las intenciones que llevaban al capitán a visitar Burghley. Cuando finalizó la comida se volvían a la sala mientras el capitán llevaba del brazo a Marianne, pero pidiendo las disculpas correspondientes le pidió a ella que lo acompañara fuera donde pudieran disfrutar del aire más fresco y obviamente con otras intenciones que ella captó al instante y dirigió una mirada a Anne suplicando su intervención, pero ella no se percató de aquello pues hablaba con Philip.

—Milady que hermosas son estas tierras. —Marianne asintió. —Son bellas así como sus ojos que tienen ese color que hipnotiza.

—Capitán...

—Déjeme continuar. —Ella tragó saliva deseando que aquello no sucediera, pero finalmente, no le temblaría la voz para sea lo que sea enfrentarlo y decirle que su corazón ya tenía dueño. —Desde que llegué aquí, traigo las intenciones de establecerme y encontrar una dama acorde a mí y a mis pretensiones, con quien unirme y establecerme. Puedo ofrecerle una casa amplia, comodidades, el honor de ser la esposa de un capitán del ejército de Su Majestad. ¿Quisiera usted considerar la posibilidad de ser mi esposa? —Marianne abrió sus ojos como platos y separó sus labios para responder cuando la interrumpieron.

—Por supuesto capitán que Marianne va a pensarlo. Mañana lo invitamos para que nos honre con su presencia y para que ella le dé la respuesta que todos esperamos.

Marianne frunció el ceño ante las palabras de Lady Georgiana quien se había inmiscuido en sus asuntos y para sumarle problemas, se había comprometido a meditar una propuesta que bajo ningún punto de vista pensaba si quiera considerar, la respuesta sería un rotundo no, y se había atrevido a invitarlo cuando ella ni siquiera pensaba estar presente, pues iría a Silky House. No dijo nada, el capitán sonrió complacido, hizo una reverencia y ella estiró la comisura de su boca haciendo una leve mueca de sonrisa, para luego mirar a los ojos a su abuela que para ese instante aguzó la mirada que se veía más amenazante que de costumbre, aunque ella no pensaba ceder ni un milímetro ante sus intimidaciones. Fairfax le ofreció un brazo a cada una y volvieron a la sala con los demás que para ese instante estaban conversando animadamente sobre el viaje a Londres.

Luego de una charla banal de temas que a nadie le interesaban del todo, donde Marianne pensaba y repasaba todo lo que le diría a su abuela ante su insistencia, llegó la hora de que el capitán volviera a su casa y cada uno se dirigiera a su habitación.

—Marianne. —Oyó a Lady Georgiana que la llamaba mientras ella había apoyado su pie en el primer escalón.

—¿Sí?

—Te espero en la biblioteca. —Ella asintió mientras bajaba el pie de la escalera y se volvía pasando al lado de Anne, que apoyó su mano sobre el antebrazo de su prima y le dijo al oído.

Nunca Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora