Admirador secreto

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Como siempre me encontraba en el campo de juego, pateando el balón con toda la pasión que podría tener dentro de mí. Amo el deporte, aunque para muchos es raro que yo sea la única mujer del equipo, y además, soy la capitana.

Mi vida ha sido algo extraña desde que mi madre falleció y tuve que vivir con mi padre y mis tres hermanos mayores, pero aprendí a sobrellevarlo y que no me afectara en ello.

-¡Hey!-escuché que me gritaron. Voltee mi cabeza para ver a Sonnet, él y yo éramos los más unidos, era unida con todos mis hermanos, pero con Sonnet era diferente.

Me acerqué con el balón de fútbol hacia mi querido hermano. Choqué los puños con él sonriéndole y miré sus encantadores ojos verdes, eran tan diferentes a los míos que eran azul cielo.

-¡Capitana!-me llamó uno de mis compañeros de equipo de futbol. Lo miré he hice un par de maniobras antes de patear el balón y que él lo atrapara perfectamente. Se llama Emilio y es nuestro portero estrella.

-Presumida-se burló Sonnet.

Escuché unas risas no muy lejos de dónde estaba con Sonnet. Instintivamente giré mi cabeza para ver que eran y un par de chicas fresas que siempre se ponían en las gradas para poder ver a los chicos practicar, estaban allí, pero también se encontraba en ese lugar para reírse de mí y criticar ¿Qué tiene de malo que a una chica le guste el futbol?

-Enana, no les prestes atención-dijo Sonnet colocando su mano en mi mejilla y sonriéndome con ternura. Yo hice lo mismo pero en mis ojos solo había maldad disfrazada.

Una de las cosas que más me gustaba era molestar a las demás personas, y más a los que intentaban meterse conmigo, nadie se metía conmigo.

-¡Chicos!-grité juntando mis manos alrededor de mi boca para que me escucharan mejor-Jugada cinco a las doce en punto-giñé mi ojo y los chicos empezaron a reír con maldad. Me conocían tan bien.

-¿Jugada 5?-preguntó Sonnet confundido.

-Observa y aprende-sonreí mirando hacia donde estaban las tres chicas observando el juego de los chicos.

Sonreí burlona al pensar que siendo ellas, no me ilusionaba con ninguno, ya ellas se metieron conmigo, y como los chicos del equipo me quieren como mis hermanos, ya perdieron alguna oportunidad con ellos.

Los muchachos comenzaron a pasarse el balón entre ellos y haciendo maniobras solo para presumir, pero el último lanzó una patada que fue como un proyectil hacia las gradas, más específicamente, hacia las chicas que estaban allí.

Ellas salieron corriendo para evitar la pelota y una de las muchachas se calló de las gradas rompiéndose la nariz y empezando a llorar. Todos hemos evitado una risa para que no se haga tan obvio.

-¡Peter!-dije haciéndome la sorprendida.

-Lo lamento capitana, apunté mal mi patada-dijo Peter fingiendo arrepentimiento. Los chicos eran tan malos como yo.

Ellos me habían aceptado sin ánimos en el equipo, pero luego que empezamos a conocernos, ellos se volvieron mi segunda familia. Peter es un chico muy divertido que siempre me ayuda en todo lo que quiera hacer, sea malo o no, al igual que todos los del equipo.

-Discúlpate con la "señorita"-dije haciendo comillas con mis dedos en señorita.

-Perdón por lanzarles un balón no accidentalmente a todas y que una de ustedes se cayera y rompiera la narizota que tiene-dijo Peter sonriendo con superioridad y todos los chicos empezaron a reír.

Yo lo evité, pero tuve que morder mi labio para ello.

Las tres chicas los miraron a todos enojadas y salieron del lugar. Me acerqué a los chicos para abrazarlos y reírme con ellos.

¿Señorita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora