Niñato inmaduro

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-¡Estuvo épico!-gritó emocionado Camilo. Uno de los compañeros de equipo de Brandon-Hubieras ido ¡Habían unas hermosuras de mujeres allí!

-¡Cállate!-dijo Brandon tapándose los oídos.

-No y lo mejor fue cuando...-Camilo no terminó de contar su relato cuando Brandon le lanzó su bandeja de comida encima.

-¿Decías?-dijo sonriendo con maldad y el chico se alejó de nuestra mesa sin ninguna expresión en el rostro-Ni pensar que me perdí de mi fiesta por culpa-me vió mal.

-No es mi culpa que ustedes se tengan que ganar un óscar por tanto drama-dije enojada agarrando mi jugo para alejarme de los chicos.

Me dirigí hacia los casilleros y agarré mi uniforme deportivo, debía practicar con los chicos nuevas jugadas ya que debíamos clasificar para las estatales. Aunque claro, olvidaba un pequeño detalle.

Tengo el estúpido periodo.

Soy de esas chicas que no les gusta hacer deporte cuando están en sus días por el simple hecho de que no quiero causar un desastre sangriento.

-¡Shelye!-gritaron todos emocionados cuando llegué a la cancha. Todos estaban calentando.

-¿Qué tal?-dije con una sonrisa fingida dirigiéndome hacia ellos.

-Qué bueno que llegaste-sonrió el entrenador-Te dejo a cargo mientras yo voy a salir un rato-levantó los pulgares y se fue.

Él sabía de mis capacidades y frecuentemente me dejaba entrenando a los muchachos yo sola.

-Muy bien-me senté en una de las gradas-Veinte vueltas ¡Ya!-sonreí cuando me hicieron caso. Todos menos uno. Mateo.

-¿Por qué no vienes?-me sonrió cruzándose de brazos.

-Porque los entrenaré como hace Ethan-me cruce de brazos. ¿Qué pretende? Espero no haga tonterías porque no haré nada como hace el entrenador.

-Primera vez que lo haces, capitana. Siempre entrenas con nosotros-sonrió y lo miré mal ¿Qué quiere?-Olvidaste lavar mi suéter-sonrió. Mierda, lo había manchado.

-No sé de qué hablas-me crucé de brazos.

-Te lo vi puesto, y luego noté una mancha en él-ríe un poco.

Me levanté lentamente y me paré frente a él para encararlo, era algo complicado porque era más alto que yo, pero no me iba a intimidar nunca.

Sonreí y le di una patada en donde no llega el sol y él cayó al suelo. Pude escuchar un "uh" de los demás.

-Cien flexiones y cincuenta vueltas, Mateo-giré sobre mis talones para sentarme de nuevo.

Seguí supervisando a los chicos, me burlaba con ellos de las chicas que los espiaban y me burlaba al mismo tiempo de Mateo, al cual, le estaba poniendo más ejercicio del debido.

-Bueno, creo que es todo por hoy-dije mirando mi celular. Ya era hora de mi siguiente clase.

-Nos vemos luego-me dijeron los chicos caminando hacia las duchas. Yo solo debía cambiarme porque no hice prácticamente nada.

Iba a irme a los vestidores, cuando voltee para ver a Mateo sentando en una de las gradas agarrándose la cabeza. Mordí mi labio y me acerqué a él.

-¿Estas bien?-pregunté un poco preocupada por su estado.

-Estoy cansado-dijo jadeando un poco-Pero estaré bien-me vi y pude notar como su piel blanca adoptó un color rosado por el calor. Supongo.

¿Señorita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora