¿Las ramas de un árbol seco son capaces de sostener a un adolescente se sesenta kilogramos? Respuesta, no.
Mark necesitaba conseguir señal de alguna forma, tenía seis llamadas perdidas de sus mamás. Pensó que escalar un árbol sería una gran idea y terminó con el trasero fracturado, es una exageración pero él lo sintió así. Aseguraba que lo perseguía la desgracia, le estaban pasando muchas cosas desafortunadas últimamente.
—Holly mother...— Balbuceó con el ceño fruncido.
Mientras se sobaba la espalda baja vislumbró a lo lejos una cabina telefónica. «Qué coincidentemente conveniente» Pensó arqueando ambas cejas como si estuviera viviendo una situación banal escrita en la historia de un autor mediocre.
Corrió hasta la cabina que estaba cruzando la calle de tierra –no miró a ambos lados porque es un gangster–. Desde dentro no se podía ver ni rastro del campamento, sumando que era de noche, cualquiera podía hacerse con él como un conejito acorralado –un conejito gángster–, el profesor Ten debería tener en cuenta eso.
Marcó el número de la mamá a la cual le tenía más miedo, Yerim, tensando sus músculos por cada «Piiip», hasta que Contestó.
—Markus Oswine Kim.— Se sonrojó al escuchar su vergonzoso nombre.
—Hola, mami. Perdón por no contestar, no me di cuenta en el centro y cuando lo vi ya estaba en el campamento y no tenía señal pero estoy bien te amo.— Habló tan rápido que si no fuera que Yerim estaba acostumbrada a ese dialecto no le habría entendido.
—Está bien...— Suspiró.— Tu profesor debería tener más cuidado, el números es desconocido y tiene el prefijo de un teléfono público. No debes andar cerca del grupo.
—Pues no, ¿Cómo supiste que era yo?
—Instinto.
—¡Woah! That's quite amazing...— Exclamó inocentemente.— Igual, ¿Qué querían decirme?
Hubo una pausa en donde se escuchó a Yerim a través del auricular diciéndole a Joy que Mark estaba bien y que sólo es un distraído que no pierde la cabeza porque la llevaba pegada al cuello.
—¿Recuerdas a la enfermera Chrystal?
—La que se ocupó de mi cuando me quitaron las amígdalas, ella me compró helado de menta con chocolate y no se burló de ello.
Se escuchó a Joy riéndose a lo lejos mientras susurraba «qué asco».
—Exacto. Bueno, se irá de voluntaria a África con la Cruz Roja y su hijo, Ji Sung, se quedará con nosotros por un tiempo.— Carraspeó.— Bueno, sabes que nosotras no estamos en casa a toda hora y él es más pequeño que tú, si pudieras echarle una mano...
—Claro, mami. No tengo problema.— Respondió Mark.— ¿Cuántos años tiene?— Se abstuvo se preguntar «¿Y cómo es que nunca supe de él?».
—Quince, pero edad mental es de doce, por eso te digo.
—Ah okay.
—Entonces, ¿Todo bien allá?
Mark sonrió con ironía desde su lado del altavoz. Las calles no necesitaban cubrirse de niebla para verse más aterradoras.
—Sí, todo bien. Te llamaré mañana bien tenga señal.
Yerim se despidió y Mark colgó el teléfono. Estaba tentado de llamar a Johnny para que venga a buscarlo pero sabía que era una opción imposible de concretarse.
Cerró los ojos y corrió en línea recta hacia el campamento.Nadie se percató de la desaparición de Mark a media noche. Al día siguiente siguieron el cronograma de manera rutinaria, pero todo se descontroló a la hora del almuerzo.
Johnny cortó hábilmente un tomate en rodajas y las agregó a un gigantesco bowl para ensaladas.
—Parece que tienes experiencia.— Le dijo un ayudante de cátedra que, con dificultad, pelaba una papa.
—Me gusta aprender a hacer cosas, así no tengo que pedirle a nadie que las haga por mí.
—¿Y si tienes que administrar una empresa?
—Pues estudiaría administración de empresas, duh.
—Fabuloso.— El chico aplaudió y Johnny sonrió haciendo una reverencia como si fuera un rey.
Ten entró a la cocina repentinamente tomando a su novio por la manga de la remera y lo arrastró hacia afuera antes de que él pudiera por lo menos retractarse amablemente.
—Oye, me diste órdenes...
—Deja que los ayudantes lo hagan, necesito mostrarte algo.— Sonrió.
Sigilosamente llegaron hasta el sendero de tierra de la entrada del bosque para terminar siguiéndolo, se desviaron a medio camino.
—¿No vas a decirme a dónde vamos?
—¡Johnny!— Se dio vuelta para mostrarle como le rodeaba los ojos.— Le estás quitando todo el romanticismo a la situación.
A Johnny se le aceleró el corazón de la ternura que le provocaba un hombre mayor que él. Decidió cerrar la boca mientras se dejaba guiar.
Esquivando unas ramas más, vieron como frente a ellos se abría una llanura repleta de flores moradas.
—¡Belladona!— Exclamó Johnny con los ojos brillantes de sorpresa.
—Ayer me dijiste que eran tu flor favorita y entonces recordé que acá había una plantación.— Ten recorrió el jardín con la mirada.— No es legal que estemos aquí porque este terreno seguramente le pertenece a alguien más, pero espero que eso no sea un inconveniente para ti.
—Don't be silly.— Johnny volteó y agarró la cintura de Ten, tomándolo por sorpresa.— Esto es lo más lindo que alguien hizo por mí.
Ten sonrió dulcemente, estaba feliz de que una simple casualidad –digamos que justo recordó esa ubicación, no era la primera vez que hacían campamentos allí– le haya permitido avanzar tanto el algo tan superfluo como una relación exprés con un junior. Juntó sus labios suavemente.
Tuvieron exactamente cinco segundos de paz, luego, un grito despavorido los obligó a separarse.
—¡Vuelve aquí!— Vociferó otra voz.— ¡You little shit!
Lucas y Donghyuck salieron corriendo de un hueco del bosque cargando un esqueleto de plástico, lograron ver a los adultos con sus rostros de pánico y se acercaron a ellos para usarlos de escudo humano.
—¡Ayúdanos, Johnny!— Pidió Donghyuck abrazándose a la espalda del mayor.— Tú eres yanqui, eres descartable para la sociedad.
—Qué.— Johnny seguía sin comprender la discriminación.
Lucas presionó el esqueleto contra su pecho, Ten lo tomó por las hombros.
—¿Qué sucedió?
Los adolescentes se miraron mordiéndose la lengua.
—Es una larga historia.— Respondió Donghyuck.— Lo importante ahora, es protegernos de...— Un precioso muchacho vestido de ropas de antaño salió del mismo hueco de hace rato, se percató de ellos y se acercó enfurecido.— Bueno, de él.
—¿Quién es?— Volvió a preguntar Ten, más confundido que antes.
Johnny se puso delante de todos en una desesperada intención de intimidad al muchacho.
—Es el dueño de este jardín, y el que escondió el esqueleto en las dunas.— Dijo Lucas tragando en seco.
El muchacho se detuvo en seco a unos pasos delante de ellos. Su cabello rojizo contrastaba con sus cejas negras –una partida– y le daba un toque tenebroso. Metió las manos en sus holgados bolsillos para comenzar a recitar sus palabras con un acento diferente al de ellos, era como si su idioma natal fuera el francés.
—Están hurtando mis cosas y han allanado mi terreno, si no se van ahora voy a maldecirlos.
Ten frunció los labios.
—¿Ah, sí?— Dijo.— ¿Cómo?
El muchacho arqueó las cejas.
—Pues con un hechizo.— Respondió como si fuera lo más normal del mundo.— Soy Lee Tae Yong, y soy un brujo.🇺🇲🇨🇦🇫🇷
Spoiler: No es un brujo.
Fact › Las mamás de Mark le hicieron costumbre ir presentable al colegio, pero lo dejan vestirse como quiera cuando está fuera de este. El Mark "buscapleitos" se viste parecido al Mark de la era Limitless, nada más que él tiene el pelo negro.
No estoy diciendo que en esa era se haya vestido mal, sino que ellos estaban dando la imagen de bad boy del Bronx a pesar de ser más sweet que el caramelo. Esa es la imagen que quiero dar a Mark en esta historia.
ESTÁS LEYENDO
Gangsta [JohnMark]
FanfictionJohn es un estudiante de artes francoamericano, que se fue a vivir a Canadá con tan solo diecinueve años una vez que Trump ascendió a la presidencia y, actualmente, trabaja como asistente de la estilista Wendy Son. Debido a algunos contratiempos -e...