John, –o Johnny para los amigos–, estaba acostumbrado a hacer trabajos de medio tiempo debido a que eso lo mantenía fuera de casa y le llenaba la mente con otras cosas más allá de sus problemas. Es tanto así que llegó a tener un currículum amplio desde cajero en MacDonald's hasta, bueno, asistente de estilista. Este último era su favorito porque su jefa lo trataba como un ser humano capaz y no un adolescente idiota, a pesar de que ya estaba a punto de cumplir los veinte.
Su jefa, Wendy, le marcaba adónde poner los alfileres con cuidado de no pinchar a la modelo, Irene. Ambas dos maravillosas damas con las que Johnny se sentía feliz de trabajar, a pesar de que la primera constantemente se burlaba de su nacionalidad. No la francesa, la estadounidense.
—Dime, dude. ¿Te metieron un palo en la cavidad anal como al chico de Thirteen Reasons Why?
—¡Wendy!— Le espetó Irene.
—Bueno, no uno de madera.
Ella sonrió conforme con la respuesta, y acto seguido hizo un comentario inesperado para su subordinado.
—Debe ser difícil ser gay en Estados Unidos.
Johnny flaqueó la sonrisa mientras encajaba otro alfiler.
—Bueno, si no tienes una buena familia, debe ser difícil ser gay en cualquier lado.
La tarde pasó con una tranquila conversación, lograron cambiar el vestido, ya adaptado a las curvas de Irene, para un maniquí así darle un descanso a sus piernas, tiesas de estar tanto tiempo erguidas.
Terminaron increíblemente rápido un deslumbrante vestido rojo gracias a su trabajo en equipo. Los tres chicos se lo quedaron viendo en una ronda.
—Esto seguro se va a vender como miel de maple.— Dijo Irene.
—Excelente trabajo ustedes dos.— Wendy le sobó la cabeza a ambos.— Johnny, recuerda que mañana abrimos así que empezarás a atender clientes, ¿Puedes con eso?
—Claro, realmente lo que nunca había hecho era trabajar como costurero.
Wendy sonrió.
—Créeme que no se notó.Era miércoles por la tarde, Johnny había salido de clases hace ya una hora y se encontraba barriendo el piso, de paso, daba algunas indicaciones a una clienta despechada.
—¡Es muy chiquito para mí!— Sollozaba.— ¡Pero me encanta!
—Señorita, puede pedir que lo diseñen adaptándose a su cuerpo.— Decía mientras juntaba la tierra para arrojarla al tacho de basura.
—¿En serio?
—Por supuesto.— Sonrió ya con las manos libres.
—¡Estupendo!
Johnny acercó la mano a la etiqueta del vestido. “Vestido No. 80”. Entonces lo anotó en una graciosa libretita de bolsillo, cortó la hoja y se la tendió.
—Vaya hacia esa puerta, mi jefa le tomará las medidas.
La clienta se fue a gusto hacia el lugar donde se encontraba Wendy con otras dos chicas más.
Johnny se puso atrás del mostrador mirando atentamente a las demás clientas, pero sin verse aterrador, hasta que Irene entró al local corriendo tan rápido que casi se resbala y rompe sus tacos. Afortunadamente nada de eso sucedió.
—¡Johnny!— Gritó agarrando sus hombros.
—Oh Dios, ¿Qué pasó?
—Un grupo gángster se acerca, escuché hablar que quieren robar aquí porque "somos todas mujeres, una presa fácil".— Hace comillas.— ¿Puedes creerlo? ¡Es súper sexista!
Johnny aprieta los labios. Estaba claro que no podía enfrentarse él solo a una pandilla completa, y ninguna de las señoritas parecía ligada a algún tipo de banda o academia de karate.
—Avísale a Wendy, voy a cerrar.
Irene asintió para salir corriendo hacia su amiga.
Johnny se asomó rápidamente a la puerta viendo como un grupo de pandilleros se acercaba lanzando carcajadas. No eran más altos que él pero si le sacaban bastantes centímetros de ancho.
—¡Señoritas!— Llamó la atención.— ¡Por cuestiones de seguridad necesito cerrar el establecimiento!— Habló mientras hacía lo que decía.— ¡Por favor, vayan a la sala de medidas! ¡Ahí se les explicará todo!
Las chicas se miraron entre ellas pero hicieron caso al empleado. Acto seguido, el local estaba casi vacío y cerrado. Johnny agradeció a todos los dioses que la mayoría del dinero de Wendy era proveniente de tarjetas de crédito, en la registradora solo había unos cuantos dólares. Quizá la cantidad equivalente a su salario.
Johnny suspiró, llegó a oír las voces de los pandilleros entonando palabrotas fuera del establecimiento.
—Buena jugada pero, no los detendrá.
Johnny retuvo un grito mientras dirigía el puño hacia donde había escuchado la voz. Un adolescente moreno vestido de indeseable atrapó su mano.
—¿Quién eres?
El menor liberó su mano.
—Este no es el momento de charlar. Esa pandilla tirará la puerta.— Y así lo hicieron.— Oh, qué rápido.
Johnny se mordió el labio inferior, tomó la cabeza del menor y la empujó hacia abajo para obligarlo a agacharse.
—Oh, con que tenemos a un varón.— Dijo matón uno apuntando con un arma, Johnny levantó las manos.— ¿Eres una princesa, también?
—Mierda, si hubiera sido una chica nos podríamos haber divertido con ella.— Espetó matón dos.
Todos, seis en total, concluyeron en una horda de palabras sin sentido.
—Ya sabes qué hacer.— Matón uno rió de manera burlona.
Johnny llevó sus manos a la caja registradora, en su cabeza viró el pensamiento de quién en el mundo podría tener una si su local es una tienda de ropa. Extrajo el dinero y se lo dio al matón uno, que aparentemente era el jefe.
—Esto es miserable.
—No hemos vendido mucho hoy.
El rostro de Johnny irradiaba honestidad por su seriedad aunque por dentro estaba llorando.
—Mmh.— Matón uno lo quedó mirando.— No te he visto antes por aquí, ¿De dónde eres?
—¿Disculpen?— Baja sus manos.
—Hemos investigado este local así que sabíamos que no había hombres, ¿Quién diablos eres?— Dijo matón seis rascando su cabeza con el cañón de un revólver.
“¿Están conversando conmigo?” Pensó Johnny incrédulo. “Quizá los pueda retener hasta que venga la policía”.
Sin embargo, Johnny cometió el graso error de decir la verdad.
—Soy extranjero,— Sintió un tirón en su jean que era del indeseable más joven tratando de advertirle pero, no le prestó atención.— Vengo de los Estados Unidos.
El adolescente logró empujarlo antes de que una bala le atravesara la cabeza. Su corazón latía tanto por minuto que esperaba no sufrir un paro cardíaco.
—¡Ese asqueroso país!— Gritó uno de los matones.
El menor lo cubrió con su cuerpo, recibiendo él mismo un golpe del cañón en su columna.
—Mhn.— Soltó en un quejido.
Johnny intentó ayudarle esta vez pero la policía se hizo presente. Se abrieron paso por el establecimiento iniciando una sinfonía de disparos.
Por un momento todo quedó en silencio, el sonido de un arma blanca cayendo cerca del mostrador fue lo último que se sintió.
—¿Están bien allí atrás?— Gritó un policía refiriéndose a ellos.
El matón uno salió de la nada e intentó golpear a Johnny desprevenido pero el adolescente que lo acompañaba se hizo con la daga y arremetió contra él.
La policía disparó al matón en la pierna y tomaron violentamente posesión de ambas personas.
—Hola de nuevo, Mark.— Saludó sarcásticamente la policía que le puso las esposas.
—E–Esperen, él...— Johnny intentó pedirles que se detuvieran pero un policía lo agarró por la espalda poniéndole una manta a causa del shock.
—Tranquilo, ya estás bien.
—Él no tiene nada que ver...— Señaló a Mark mientras el policía lo conducía hacia afuera.
—Eso lo veremos en la comisaría, chico. Porque dime, ¿Qué hace un indeseable como él en una tienda de vestidos?
Johnny iba a gritarle: ¡Porque capaz le gustan los vestidos! Sin embargo, decidió que era mejor no hacerlo y hablar a su favor en la comisaría. Podría verlo de nuevo para darle las gracias por su apoyo incondicional.🇨🇦🇺🇲🇫🇷
¡Hola! Soy JeonGyeom, también conocida por Allyson Riggs.
Espero que les haya llamado la atención el comienzo del fanfic, me pareció entretenido hacer un romance cubierto de sátira hacia la sociedad.
Esta es la segunda historia propia subida a una de las cuentas, ¡Ojalá que todo salga bien!
🌺 Gracias por leer y nos vemos muy pronto🌺
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Gangsta [JohnMark]
FanfictionJohn es un estudiante de artes francoamericano, que se fue a vivir a Canadá con tan solo diecinueve años una vez que Trump ascendió a la presidencia y, actualmente, trabaja como asistente de la estilista Wendy Son. Debido a algunos contratiempos -e...