Capítulo 80

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Había despertado muy alegre. Mi pancita cada vez crecía más y más, en algún momento pensé que que reventaría.

Comencé a arreglarme frente al espejo. Pero de repente, en vez de traer una pijama, llevaba puesto un hermoso vestido de olanes amarillos, mi cabello recogido en un laborioso peinado y tenía a Ludwig Van Beethoven a mi lado.

- ¿Ludwig?- Pregunté.
- Qué hermosa te ves Elisa- Me beso la mano.
- Tu siempre haz estado a mi lado, no sé cómo agradecer tu compañía.
- Estar contigo es el mayor de los placeres que hay, lo disfruto mucho así que no necesito una recompensa- Respondió.
- La vida cambia tanto en tan poco tiempo.
- Lo sé Elisa, pronto tendremos a la pequeña Elizabeth con nosotros y todos la amaran, será la adoración de muchos y alguien que será tan buena como su madre- Dijo.
- ¿Eso crees?- Pregunté.
- Eso es lo que pasará Elisa, confía en mi. Ahora ¿Podría está bella dama concederme esta pieza?

De pronto ya no estábamos en mi habitación, sino en un gran salón y había una orquesta frente a nosotros tocando un hermoso vals. Tome la mano de Ludwig y comenzamos a bailar al ritmo de la música.

- Te voy a extrañar mucho- Dijo Ludwig.
- ¿Por qué lo dices?- Pregunté.
- No es momento de que lo sepas- Respondió y de repente todo desapareció.

Ahora todo era normal y me encontraba frente al espejo sin nadie a mi lado.

Después de aquella escena, baje a desayunar. Rebeca e Isabel ayudaban a preparar unos ricos hot cakes de avena.

- Buenos días ¿Cómo están chicas?- Pregunté.
- Estamos muy bien- Respondio Rebeca.
- Así es ¿Tú cómo amaneciste? ¿Cómo está la pequeña Elizabeth?- Preguntó Isabel.
- Estamos bien, muy felices por estar con ustedes, mi familia- Sonreí.

Me dirigí al jardín y vi a Leila jugando con Kim. Ambas estaban muy felices, la infancia sin duda es la mejor etapa de un ser humano.

- ¿Estás feliz?- Preguntó mi hermano.
- Bastante, es lindo convivir como la familia que somos- Respondí.
- Lo sé, es mejor que compensemos el tiempo que no estuvimos juntos- Dijo.
- Tienes razón, pero... Cómo desearía que nuestro padre estuviera aquí con nosotros, él era el mejor hombre del mundo.
- Eso no será posible, pero al menos lo llevas en el corazón y él te acompaña en todo lo que haces hermanita. Y ahora que me hablas tanto de nuestro padre, comienzo a quererlo mucho también y a tenerlo en mi corazón igual que tú, lo menos que podemos hacer por él es amarlo, recordarlo y ser buenas personas, él estaría orgulloso de nosotros- Sonrió.
- Eso es cierto Efraín ¿Desde cuándo eres un hombre tan sabio?- Pregunté.
- Desde que conocí a la abuela- Respondió.
- Ojalá la hubieras conocido en sus mejores años, era una mujer encantadora- Dije.
- Créeme que desearía con todo mi corazón que nunca me hubieran robado y poder conocer a nuestro padre, convivir con mamá, verte nacer y crecer, cuidarte y protegerte de todo. Al igual que conocer a la abuela y disfrutarla... Ojalá pudieramos regresar el tiempo en impedir muchas cosas- Expreso.
- Ojalá- Sonreí.

Mi madre salió al jardín y nos abrazo a mi hermano y a mí.

- Mis niños hermosos ¿Cómo están?- Preguntó.
- Muy bien, estábamos hablando sobre la familia- Respondió Efraín.
- Recuerdo cuando me embarace de ti, Efraín- Comenzó a decir- Cuando tu padre y yo nos enteramos, realmente estábamos ilusionados, sin embargo éramos demasiado pobres, apenas nos habíamos casado, rentabamos un diminuto departamento y solo teníamos una cama, una estufa y una mesa así que nos preocupamos mucho porque no sabíamos si podríamos darte lo que necesitabas, tu padre abrió su propio negocio, tenía una panadería y con eso empezamos a comprar las cosas que necesitabas, aunque no pudimos juntar para el parto así que le pedimos ayuda a tu abuela y ella amablemente nos apoyo aunque no estaba de acuerdo con que estuviera con tu padre- Nos contó mi mamá.
- ¡Qué historia!- Expresamos.
- Cuando me enteré de que estaba embarazada de Elisa, fue distinto, había pasado un tiempo de que había perdido a Efraín y estaba en una profunda depresión, sin embargo cuando supimos que estaba embarazada, me alegré mucho pero a la vez tenía miedo de que me pasará lo mismo. La razón por la cual tu cuna, tu carreola y tu primera ropa fuera azul, era porqué usamos lo que le habíamos comprado a tu hermano contigo- Confesó- Tu padre trabajo mucho y antes de que nacieras ya estábamos mudandonos a nuestra propia casa, la casa en la que vivíamos fue el resultado de mucho esfuerzo y sacrificio. Cuando naciste me emocioné mucho, tú padre te amo desde el primer momento y te consentía en todo lo que podía- Dijo.
- Eso se los agradezco tanto- Respondí.
- A veces él y yo no nos comprábamos ropa, para poder comprarte algún juguete o incluso para comprar lo que necesitabas para tu escuela, eso comenzó a desesperarme un poco. Sin embargo ahora que lo veo desde otra perspectiva, siento que todos los sacrificios valieron la pena- Dijo.
- ¿Y por qué papá nunca extendió su negocio de panadería? Podrían haber vivido mejor- Preguntó Efraín.
- Porqué él no tenía educación financiera, no sabía cómo hacer crecer sus negocios, eran tiempos distino- Respondió mi mamá.
- Sea como sea, mi padre era el mejor hombre del mundo- Sonreí.
- Así es Elisa, tu padre era el mejor del mundo.
- ¿Y como era tu papá contigo?- Preguntó Efraín.
- Es cierto, nunca nos haz contado sobre cómo era el abuelo contigo.
- Bueno, él era un hombre muy ocupado pero siempre que podía nos llevaba de viaje, él le daba mucha importancia a la educación y al trabajo, pero realmente no tengo muchos recuerdos de él ya que murió cuando yo aún era una niña- Respondió.

Cada historia es diferente.

La que sueña con BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora