Capítulo 51

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Al salir del restaurante Ryan me llevo a la casa de mis padres.

- Fue una encantadora tarde contigo Elisa, realmente la paso bien contigo- Dijo.
- Tenía tiempo que no me divertía así- Confesé.
- Bien, creo que debo irme.
- Pero ¿A donde irás?- Pregunté.
- Supongo que iré a quedarme a un hotel para mañana irme de nuevo.
- No te vayas, quédate conmigo- Le pedí.
- No creo que pueda hacer eso.
- Anda, estoy sola aquí, quiero que me hagas compañía.
- ¿Segura?- Lo pensó un momento- Está bien me quedaré contigo.

Le di a Ryan una pijama que mi padre nunca llegó a usar junto con su mejor muda de ropa. Después de un largo baño, Ryan estaba en pijama y listo para dormir. Le preparé la cama que anteriormente era de mis padres para que pudiera dormir allí.

- Tu casa se siente tan acogedora, no quiero irme nunca- Confesó mientras se recostaba.
- Lo sé, realmente lo siento como mi hogar.
- Tu pijama está muy bonita- Me halago.
- Gracias, era de mi madre.

La pijama era un modelo algo "sensual" con una blusa de tirantes y escote y un short ajustado.

- Haz cambiado tanto, Elisa, cuando te conocí eras una niña y ahora eres toda una mujer- Dijo.
- Las cosas cambian...
- Pero no mi cariño por ti, eres bellísima tanto por dentro como por fuera.
- No es para tanto- Me sonroje.
- Cuando mi madre se quedó sin su fortuna todos mis amigos me dieron la espalda, ninguno de ellos me habla ahora, incluso María me dejó...
- ¿Qué pasó con ella?- Pregunté curiosa sentándome a su lado.
- Ella y yo nos llevábamos muy bien, éramos buena pareja, incluso fue a visitarme varias veces, yo realmente la amaba tanto que le dije que en cuanto ella cumpliera 18 nos casariamos, pero no sucedió así.
- Lo lamento.
- No importa, lo he superado y realmente no he tenido tiempo de pensar en "novias".
- Entiendo, bueno será mejor que me vaya a mi cuarto a dormir- Dije.
- Está bien, descansa.
- También tú, buenas noches.

Me despedí de Ryan y me fui a mi cuarto. Estar ahí me traía muchos sentimientos, quizás era eso a lo que llamaban "nostalgia". Pensaba en lo felices que eran mis padres, él la amaba sin importar nada, trabajaba para ella y le daba lo mejor que estaba en sus posibilidades. Y en mi caso, al casarme lo tendría todo, todo el dinero, todas las comodidades y todo su amor, pero ¿De que vale tener todo si no lo amo?
Tantos pensamiento me abrumaron y me eché a llorar.

- No llores- Escuché una voz.
- Me siento tan mal...
- No llores, yo te ayudaré- Dijo esa voz desconocida.
- ¿Cómo?- Pregunté mientras me secaba las lágrimas.
- Como lo hice antes, toma una navaja y cortate, eso te hizo sentir bien antes y ahora también lo hará.

Hice lo que él me dijo y aunque dolía me hacía sentir bien.
Me miré en el espejo aún con lágrimas en los ojos.

- Esa no eres tú- Repitió esa voz.
- Lo soy...

Fue entonces cuando volví a verlo, Ludwig estaba tras de mí mirándome.

- Ludwig...
- Esa no eres tú, Elisa, mírate... Ese cuerpo no es el tuyo- Por su tono note que estaba decepcionado.
- Ludwig Van Beethoven, los tiempos han cambiado, ahora a los hombres les gusta que las mujeres sean así- Me defendí.
- ¿Les gusta las mujeres llenas de botox y rellenos?- Preguntó.
- Sí- Respondí.
- A mi no me gusta- Confesó.
- ¿Por qué volviste?- Le pregunté.
- Por qué me necesitas, siempre fui tu único amigo y ahora necesitas uno ¿No es así?- Tomo mi mano y admiro mi anillo de compromiso.
- Supongo que sí.
- Si fuera tú le iría a tirar este anillo en su cara y seguiría mis sueños.
- No es tan fácil, gracias a él pude cumplir mis sueños, me ha ayudado mucho.
- Sé lo que ha hecho por ti, pero míra que tan miserable es tu vida.
- ¿Miserable?- Pregunté ofendida.
- Tu abuela te ha dado todo el dinero que pudieras necesitar, pero no tienes a ninguno de tus padres a tu lado. Ahora que te cases tendrás la vida que toda mujer desearía con un hombre adinerado que te cuida y ama, pero tú no lo amas a él. Has superado todos los obstáculos que la vida te presentó, tienes fama y eres un prodigio en el piano, pero te dedicas a enseñar a niños que ni tú misma soportas en vez de estar en Londres con la mejor orquesta del mundo. Dime ¿A caso eso no es ser miserable?- Preguntó.
- Supongo que sí- Respondí con tristeza.
- Tienes al hombre que te gusta en la otra habitación y tú estás hablando conmigo en tu cuarto.
- No es como que pueda ir y recostarme con él.
- Hazlo y me dirás si eso te hace feliz o no.

Decidí hacerle caso. Entré en la habitación donde Ryan estaba.

- Tengo frío ¿Puedo dormir contigo?- Pregunté.
- Sí, Elisa- Respondió adormilado y me hizo un espacio.

Él me abrazó mientras yo solo sentía mariposas en mi estómago volando de aquí para allá.

En efecto, estar a su lado me hacía feliz.

La que sueña con BeethovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora