1. Primer día

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Era el primer día de colegio. Iba andando por aquel pasillo que parecía casi de hospital de lo blanco e iluminado que estaba intentando recordar las indicaciones que me dijo la portera para llegar a secretaría.

“Primera a la izquierda, todo recto… tomaba la segunda a la derecha… ¿ahora era otra vez izquierda o derecha? No, era recto…”. Así iba, aquello verdaderamente parecía un laberinto. Seguí andando por donde creía que era el camino hasta que, finalmente, me perdí.

La única salida que había era aquella puerta oxidada que parecía que tenía más de cien años. Y, lista de mí, entré.

Acto seguido de haber entrado, la puerta se cerró de un portazo. Me giré rápidamente e intenté abrirla, incluso me empotraba contra ella para ver si se habría, pero no servía de nada.

Entonces, me di media vuelta para ver dónde demonios me había metido.

Era una gran sala sucia, oscura y muy poco iluminada. Parecía un garaje, pero no había ni un solo coche, tampoco había nadie allí, aparentemente…

-¿Hola? ¿Hay alguien? ¿Hola?- preguntaba a la nada a pleno pulmón de lo nerviosa que estaba para ver si alguien me respondía.

Nada. Ni un sonido. Cero.

Intenté llamar a mi madre para ver si podía pedir ayuda del colegio, pero era inútil, no sé dónde me había metido que no había ni cobertura para llamarla ni internet para enviarla un whatsapp.

Así que, me puse a buscar una salida. Estaba tan nerviosa y asustada que estaba sudando con el corazón a cien. “¿Y si me quedo aquí y nadie me encuentra? ¿Y si el que me encuentra no es de fiar?” me preguntaba. Esa preocupación iba aumentando cada vez más y más.

-¿Hola? Por favor, ¿me puede ayudar alguien?-

Seguía sin haber respuesta.

No pude evitar ponerme a llorar mientras buscaba una salida, creo que nunca había estado tan angustiada.

-¿Hola?- seguía preguntando ya tartamudeando.

Pero de repente, para mi sorpresa, oí unos pasos. Me entró un alivio por dentro… Me sequé las lágrimas, el sudor de la frente, respiré profundo e intenté tranquilizarme.

-¿Quién es?- pregunté ya más calmada.

No respondió nadie.

Entonces el miedo volvió. “¿Y si el que me encuentra no es de fiar?” me volví a preguntar.

Buscaba la salida, pero no había. No sé ni por qué me molestaba en seguir buscando.

Me di media vuelta.

Había 10 chicos rodeándome, pero no les pude ver el rostro por la oscuridad que había.

-¡Menos mal!-suspiré-Esto, ¿me podéis ayudar? Es que soy nueva y me he perdido.

-¿Eso crees? ¿Te crees que te vamos a ayudar?- respondió uno de ellos de manera muy fría.

-Pobrecita, se ha perdido ¿No crees que nos estaremos pasando?- preguntó otro.

Yo estaba confusa ¿A qué venía esto? Sólo quería salir de allí.

-¡Qué pena…!-me dijo uno de ellos. Entonces me agarro del cuello de la camisa con tal fuerza que casi me levantó del suelo-Te arrepentirás de haber nacido-

Me pegó tal puñetazo en la boca que acabé en el suelo. Me toqué los labios para asegurarme que no sangraban. Por desgracia, no fue así.

Los diez chicos comenzaron a reírse de mí.

En ese momento me sentía tan indefensa…Si uno de ellos casi me desencajó la mandíbula de un suspiro y encima eran diez. Me sentí como un insecto, un insecto al que esos diez chicos podían matar con sólo pisarlo.

“¡Estúpida!”, ”¡Qué débil!”,  “¡Idiota!", “¡Tonta!” me decían, gritándome, insultándome e, incluso dándome patadas. Mientras yo seguía allí: tirada en el suelo, hecha una bola, con el dolor de la mandíbula yendo a más y cerrando los ojos con toda mi escasa fuerza pensando que así, todo desaparecería pronto.

De repente, dejé de notar patadas por mi cuerpo, tampoco oía esos insultos y gritos. No sé cómo me atreví abrir los ojos para ver qué estaba pasando.

Estaban los diez mirando a los lados, confusos, desconcertados, como si estuvieran buscando algo.

-¡Hija, despierta!- escuché.

Uffff… Era un sueño, una horrible pesadilla.

-¡Qué despiertes ya!- volví a escuchar de la misma voz.

Era mi madre.

Aunque me despertó de esa manera tan brusca, nunca me había sentido tan agradecida de que lo hiciera.

-¡Mamá, gracias! Me has salvado la vida-

-… De nada, hija…- decía mi madre mientras se alejaba confusa-Será mejor que te vistas rápido o llegarás tarde a tu primer día de cole-

¡Es verdad! Hoy era el primer día de colegio. Seguramente por eso soñé sobre aquello… Espero que este día no sea como el de la pesadilla.

Me iba a cambiar de colegio porque nos mudamos a las afueras y mi anterior instituto estaría más lejos. A demás, mi madre decía que en este había una mejor educación, aunque la verdad eso a mí me asustaba.

Me estiré bostezando a la vez ¡Dios, qué sueño! ¿Qué hora es?

Me di media vuelta para ver el reloj ¡Las siete de la mañana!

Mira que empezar el colegio a las ocho de la mañana… Tendría que ser a las nueve, lo normal.

El instituto nuevo es un internado, se llamaba Instituto Armonía, ya que ese era el lema del colegio. Los cursos no se dividen en edades como normalmente, sino por nivel de aprendizaje, es decir que, por ejemplo, cuarto de la ESO (al curso que iría yo), es un nivel muy alto, y bachillerato sirve para preparase para la universidad, lo más recomendable. Aunque no es obligatorio hacerlo.

Aprovechando el lema “armonía”, nos mezclan las edades porque, en los colegios, de dividirnos tan rígidamente por edades, según el director del instituto, no nos hablamos casi con los de diferentes edades porque nos parecen extraños al estudiar más que  nosotros y materias diferentes, e incluso, nos intimidan. Aunque la verdad es que estoy de acuerdo con esto, yo me sentía en la misma situación el año pasado.

Mire a mi alrededor. Ahí estaba el uniforme, sobre la mesa.

El escudo del cole va acorde con el lema y con el propio colegio: es de elementos naturales, elegante, simétrico y da sensación de armonía.

La verdad es que el uniforme era muy bonito: era una camisa de cuello blanca con una americana negra con un lazo rojo con el que se podía atar y, a la derecha de la americana, el escudo, una minifalda negra de vuelo y pliegues y unas converse rojas, y se podían llevar leotardos o calcetines negros altos.

Me miré al espejo, a lo mejor insisto mucho, pero en mi vida había visto un uniforme tan bonito.

Fui a la cocina. Mi madre ya me había preparado el desayuno. Me senté y rápidamente me acabé el desayuno.

Me lavé los dientes, me peiné, me arreglé.

Y estaba lista.

Mi madre ya estaba esperándome en la puerta, así que cogí la maleta y partimos.

10 Teen Lovers (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora