30. La casa abandonada (parte 3)

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Mientras tanto, María y Laito buscaban cerca de la entrada, en lo que parecía ser el salón.

-¿Tanto miedo te da esto, Bitch-chan?-le preguntó Laito entre risas al ver que María no le soltaba el brazo.

-¡Ni p*** gracia!-se quejó ella-No se ve nada... ¿Y si mejor nos vamos y les esperamos fuera?-

-¿No sería eso hacer trampas?-le preguntó alzando una ceja.

Ella se encogió de hombros-Llámalo como quieras, yo sólo quiero irme de aquí-

-Pues ve tu sola, yo no me voy de aquí sin el dinero-dijo intentando despegarse de ella, lo cual era imposible.

-¡No! Porfa, acompáñame-le suplicó abrazándose más a su brazo.

-Te he dicho que no-

Entonces Laito, al ver lo cerca que estaba María de él, no pudo evitar aprovechar la situación.

-Pero...-dijo este acercándose a ella-como esto no te gusta y viendo lo cariñosa que estás... podría compensarte-dijo en tono sexy para, a continuación, alzarle la barbilla con los dedos pulgar e índice.

María, viéndose obligada a mirarle a los ojos, se sonrojó al ver su mirada seductora y, rápidamente, su corazón comenzó a latir a una mayor velocidad.

-¿Cómo?-preguntó ella intentando aparentar la mayor naturalidad posible.

Laito rió ligeramente al ver la situación en la que estaba.

-Me encanta cuando te pones nerviosa-dijo este inclinándose.

Y ella, por primera vez y viendo la intención del chico, cerró los ojos y se dejó llevar por lo que pronto fue un dulce beso. Laito hizo igual, sintiendo el momento.

Cuando este se separó, se quedó por unos instantes contemplando el rostro de la chica.

-Me encanta todo de ti-dijo sonriendo-Yo... de verdad te amo, creo que nunca una bitch me ha hecho sentir como hasta ahora... Y si no te lo crees, que sería comprensible, haré lo que sea para que lo hagas-

María abrió los ojos sorprendida.

-¿Lo que sea?-repitió ella.

Laito rió pasando la mano que antes sujetaba su barbilla a su nuca jugando cariñosamente con su cabello-¿De qué te sorprendes? Soy Laito, soy capaz de cualquier cosa-

Ella se quedó pensativa analizando la respuesta. Esta era la primera vez que tenía a Laito a sus pies y no al revés para que pudiera hacer lo que a ella le viniera en gana, y no iba a desaprovechar esta gran oportunidad de cualquier manera.

-Pues...-habló María finalmente-ese beso me he dejado con ganas de más-

Laito sonrió picarón-¿A sí?-

-Mhm...-asintió María.

Al escuchar esto, él, sin poder contenerse mucho más, sonrió de nuevo y la besó, pero esta vez, más profundamente.

María sonrió internamente y abrazó el cuello de Laito acercándolo más a ella. Y él hizo igual cogiéndola de la cintura.

Este sacó la lengua aprovechando la entrada.

Ella, sin saber muy bien qué hacer, intentó imitar sus movimientos con la lengua como si las dos estuvieran bailando juntas. Era una sensación nueva pero a la vez agradable. No quería que acabase nunca.

Laito fue aumentando la velocidad de los besos y bajó las manos hasta su trasero, acariciándolo y apretándolo de vez en cuando. Lo cual hizo que la cosa se fuera calentando más.

María tampoco era capaz de controlarse y comenzó a pasar las manos por su pelo masajeando su cuero cabelludo.

Este, tras mucho esfuerzo, se separó de ella para, a continuación, cogerla en brazos a lo princesa para dejarla cuidadosamente sobre uno de los viejos y polvorosos sofás del salón. Pero el estado del sofá no importaba ahora, lo único que importaba eran ellos dos y lo que estaban experimentando en ese momento.

Laito se sentó en frente suyo y continuó besándola salvajemente inclinándose cada vez más y más obligando a María tumbarse sobre el deteriorado tapiz.

El se colocó de tal manera que ahora estaba encima de ella, entre sus piernas y apoyando las manos a ambos lados de su cabeza.

Ella continuó con los masajes en el cabello de Laito, lo cual le excitaba cada vez más, sin poder evitar rozar los pantalones en su entre pierna de vez en cuando. Lo único que se escuchaba en el salón eran los incontrolables gemidos de ambos dejándose llevar por el placer absoluto.

Laito fue dirigiendo los besos a su cuello. Mordiéndolo suavemente, saboreando la piel, chupándola y absorbiéndola. María no pudo evitar pegar un pequeño grito del sobresalto, y se tapó la boca porque sabría que era inútil intentar dejar de gritar. Mientras tanto, Laito pasó sus manos por todo su cuerpo, acariciando cada superficie posible.

Y, sin poder aguantarlo por más tiempo, pasó una de las manos que en ese momento estaba acariciando su pierna más arriba, por debajo de su camiseta dirigiéndose a la espalda, donde estaba situado el sujetador.

En ese momento, María volvió al mundo real, dándose cuenta de que, si dejaba que esto fuera a más, podría arrepentirse luego.

-Laito...-dijo sujetándole el brazo.

El se separó de su cuello y la miró confundido-¿No te gusta?-

María se sonrojó más de lo que ya estaba (si es que eso era posible).

-¡No! ¡Me gusta! Digo...-intentaba responder nerviosa-No es que no me guste... pero... todavía no-

Laito asintió ligeramente con la cabeza-Entiendo-dijo besándola una última vez en la frente antes de levantarse del sofá.

Él le ofreció la mano para ayudarla a levantarse, la cual ella aceptó sin poder dejar de sonreír.

Y, al levantarse, Laito tiró de su brazo para envolverla en un cálido abrazo. María respondió igual dejando apoyar la cabeza sobre su pecho y este apoyando la barbilla sobre su cabeza.

-¿Ya quedó demostrado que te amo?-preguntó él en la misma posición.

-Sí, creo que sí-

10 Teen Lovers (Diabolik Lovers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora