Capítulo 33. Adios a tu alma. (1/2)

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Narra Aristóteles.

Salí con Temo a cenar tacos a un puesto cercano del edificio, ahora ibamos de regreso a casa ya que era algo tarde.

-¿Y tu papá no sospecha de que tú y yo si nos hablamos?

-Naah, le dije que saldría con Eduardo y Franco.

-Aagg ni me los recuerdes, después de lo que hicieron hoy - dijo con cara de desagrado.

-Franco no es malo, se ve que Eduardo hace lo que quiere con el.

-Pues también en su culpa por no defender lo que piensa, y ya sabes que "tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata".

-Ay, tú y tus frasesitas. No debes preocuparte Temo, yo te defenderé ante cualquier cosa, mejor hay que dejar de pensar en ellos y pensar en nosotros.

Tomé la mano deTemo y así nos fuimos hasta llegar al edificio, entramos y nos quedamos en la entrada de su departamento.

Lo tomé de ambas manos.

-Buenas noches Temo.

-Buenas noches Aristóteles.

Nos dimos un largo beso, el último del día y luego él entró a su departamento, después yo subí al mío.
Al entrar observé que mi padre estaba en la mesa con una mirada muy seria y algo entre las manos.

-Ya llegué papá.

-Tenemos que hablar - pude sentir el enojo en su voz.

-¿De qué cosa? - dije al tiempo que me acercaba a la mesa. Vi que lo que tenía en las manos era una fotografía.

-Sobre esto - dijo al tiempo que ponía la fotografía sobre la mesa bruscamente.

Al momento que la vi se me fue el alma hasta el suelo, era la foto donde estaba abrazado con Temo, era mi fin, mi papá tenía furia en sus ojos, él nunca me aceptaría como soy.

-...Papá....yo....puedo excplicartelo.

-¡Claro que me lo vas a explicar! Para mi es inaceptable tener un hijo enfermo - gritó.

Esas palabras hicieron que comenzaran a salir grises lagrimas de mis ojos.

-No estoy enfermo papá, sólo amo.

Mi madre salió de su habitación a causa de los gritos.

-¿Qué pasa aquí?

-Tu hijo, y digo tu hijo, porque ya no es mío, resulta que es un rarito, un maricón.

-¿Cómo puedes decir que no es tu hijo Aufifaz?

-Mientras siga con esas ideas, no Polita, no toleraré eso en mi casa.

-¡No son ideas! Es amor, como en cualquier persona, eso no cambia nada lo que soy - grité entre llanto.

-Claro que si, cambia todo, no sabes que verguenza me da tener un hijo así, así que o cambias de ideas o te olvidas de esta familia.

-Audifaz, no digas esas cosas por favor, lo hieres. Aristóteles - me volteó a ver- soy tu madre y te amo, pero necesito que me digas, ¿eres gay?

Yo asentí con las lagrimas por todo mi rostro.

-Es un desviado y se tiene que ir de esta casa.

-No hables así Audifaz, no vamos a dejar a nuestro hijo por algo tan absurdo, por nada del mundo un padre niega el amor a un hijo.

-¡Tú callate! - ese grito fue estremecedor, retumbó por las paredes de toda la casa, incluso mi madre retrocedió ante ese rugido - ya lo dije, no quiero desviados en mi casa.

-Ya por favor no griten. Está bien Audifaz, me voy......y la verdad espero nunca regresar - me dirigí hacia la puerta pero mi madre me detuvo.

-Espera hijo, por favor no te vayas - suplicó mi madre con lagrimas en los ojos - yo te quiero, yo te acepto, eres mi hijo y te amo.

-Lo sé mamá, pero lamentablemente él no piensa igual - dije señalando a ese hombre atrás de mi- y no pienso seguir viviendo en un lugar donde soy despreciado.

Me despegué del aferro de mi madre y salí por la puerta sin decir más.

Aristemo: El último "Te quiero".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora