Narra Temo.
Después de tres meses desde la muerte de Aristóteles, las cosas habían cambiado para muchos, menos para mi, yo seguía igual, triste, deprimido, solo. Mi papá decidió llevarme con un psicologo para ayudarme a salir adelante, y él especialista concluyó algo que yo ya sabía, el problema era que todo me recordaba a Aristóteles; las calles por la que solíamos caminar juntos de la escuela al edificio, el laser tag donde practicamente fue nuestra primera cita, la pista de hielo, el basquetball, las rosas rojas, los árboles. Entonces el psicologo le dijo a mi padre que sería mejor mudarnos de ciudad, y mi padre con tal de verme bien, le hizo caso. Nos regresaremos a Toluca, a donde todo empezo, donde nunca hubo un Aristóteles, donde viví los mejores años pero no los mejores momentos.
Hoy es el último día en el que estoy en Oaxaca, así que vine al cementerio para despedirme de él, traje una rosa roja conmigo, escojí la más bonita de la tienda. Mi padre y mis hermanos me están esperando afuera del cementerio para darme privacidad, lo cual agradezco.
La tumba de Aris tenía flores frescas y fotografías de él, algunas con su familia, algunas con sus amigos, algunas conmigo.
-Aris - comenzé a hablar colocandome enfrente de su tumba - vine a hablar contigo, como de costumbre, nunca pierdo la esperanza de que puedas escucharme.
¿Por donde empiezo? Aamm, tus padres finalmente se divorciaron, creo que tu madre nunca dejó de culpar a tu padre por haberte echado aquella noche, - mi voz se quebró - aamm, Eduardo nunca volvió a la escuela desde aquel día en que lo confronte y ahora Franco es nuestro amigo, los tres somos los mejores amigos, aunque claro que faltas tú - las primeras lagrimas comenzaron a salir - en cuanto a tu familia, ellos lo están llevando bien, ya sonrien, están saliendo adelante. Parece que el único que no te ha superado soy yo, y estoy conciente de que nunca lo haré porqué tú fuiste el amor de mi vida, el único que tendré, y no importa a cuantas personas llegue a conocer, nunca habrá nadie como tu, de eso estoy seguro.
A veces yo...sueño contigo, sueño que me tomas de la mano, me besas, me dices "te amo", y despierto llorando porque nada de eso fue real - comenzé a llorar.
Pero hoy - dije secandomé algiunas lagrimas - hoy vengo a despedirme, mi padre decidió que seria mejor regresarnos a Toluca, para que pueda salir adelante, aunque dudo mucho que eso sea posible cuando tienes un agujero negro en el alma. Pero bueno, lo intentaré, y no por él, no por mi, sino por ti, sé que tu quisieras que yo fuera felíz, y eso es lo que voy a tratar de ser, - me acerqué a la tumba y con cuidado dejé la rosa roja sobre la lápida - adios Aristóteles, adios tal vez para siempre, recuerda que te amo y que eso nunca va a cambiar.
Me alejé de ahí llorando, traté de no mirar atrás, pues sabía que querría regresar.
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9 meses después.
Ya pasó un año desde aquel día en el que perdí lo que más quería, no sé si ha aprendido a vivir sin él pero lo he intentado. Inicié de nuevo aquí en Toluca, me ingresé a otra escuela, conocí personas, buenas personas que me han ayudado. Cada noche, me duermo pensando en él, pero ya no con tristeza, sino con una sonrisa en el rostro, recordando su felicidad, su energía.
Hoy que se cumple un año exacto de su muerte vine a un parque que está en el centro de la ciudad, me senté en una banquilla donde puedo ver niños correr y parejas caminando tomadas de la mano.
Es un hermoso atardecer, no puedo evitar imaginar que sería aún más hermoso con él a mi lado. Unas pequeñas lagrimas se asomaron por mis ojos, pero de entre esas lagrimas logré sacar una sonrisa, para que él donde quiera que esté me vea felíz.
-Oye - volteé rápidamente hacía arriba al escuchar la voz de un chico - ¿por qué estás llorando?
Era un chico de mi edad, cabello negro, tez blanca.
-Ah, por nada, es sólo que, estaba recordando a alguien - dije secandome las lagrimas vergonsozamente.
-Unos ojos tan bonitos como los tuyos no deberían derramar lagrimas - dijo mientras se sentaba a mi lado.
-Gracias - dije riendo nerviosamente por el cumplido.
-Ay que tonto, no me he presentado, soy Jorge - dijo extendiendo la mano.
-Cuauhtémoc, pero me dicen Temo - dije apretando su mano extendida.
*Fin*
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Aristemo: El último "Te quiero".
Novela JuvenilAristóteles y Cuauhtémoc son dos chicos totalmente diferentes, que a pesar de todo, al final tienen algo en común; el amor.