Capítulo 35. Me dejaste solo.

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Narra Temo.

Desperté en el hospital, me dolía mucho el cuerpo, sólo sentía como el suero corría por mis venas, tenía la vista inmovil hacia el techo. Imagines de lo que había sucesido vinieron a mi mente; la carretera, la autopista, Aristóteles...

Traté de levantarme cuando recordé su nombre, pero el dolor en todo el cuerpo me invadió. Necesitaba saber como estaba.

Sentí los ojos super pesados y no pude evitar volver a quedarme dormido pensando en Aristóteles.

--------Tres horas después-------

Volví a despertar en esa camilla de hospital sin saber nada de él, como estaba, sí estaba vivo.
Podía soportar el dolor que sentía en el cuerpo, pero no el dolor de saber que lo podía perder.
Todas las partes de mi ser deseaban que si fuera así, que estuviera vivo y que pronto todo volvería a ser como antes, tenía un mal presentimiento.
Quería salir corriendo de esa habitación, quería saber como estaba él, necesitaba saberlo, pero no podía mover un musculo sin sentir dolor.
De pronto entró mi padre.

-Hijo, no sabes cuanto me alegra que estes bien - dijo con una sonrisa mientras se acercaba a mi camilla.

-Papá, ¿cómo está Aristóteles? - pregunté desesperado.

Su semblante cambió drasticamente, torno a una seriedad mezclada con tristeza.

-Hijo, tienes que ser muy fuerte.

Al escuchar eso sólo sentí como miles de cuchillos se clavaban en mi alma.

-No papá, no me digas que él.....- comencé a llorar.

Mi padre sólo asintió lentamente.

-Él falleció.

Esas palabras retumbaron como una tormenta en mi cabeza.

No
No
NO
¡NO!

Esto no podía estar pasando, ¡No!, Aristóteles tenía que estar vivo, tenemos muchas cosas por hacer juntos.

Sentí como mi alma entera se torció hasta romperse, las lagrimas inundaban mi rostro en un mar de tristeza.
No Aristóteles, no él, él era todo en mi vida, tal vez todo esta era un sueño, él no podía estar muerto.

-Papá, quiero verlo - dije entre mi dolor.

-No puede hijo, tienes que descansar, sé que esto es algo muy duro para ti pero...

-¡Quiero verlo! - grité desgarrando mi garganta.

-Hijo, por favor. Sé por lo que estás pasando pero necesitas calmarte, estoy aquí para ti.

Arranqué la sabana que estaba sobre mi y traté de levantarme, necesitaba ir con él.

-Hijo detente, te vas a lastimar más - dijo al tiempo que me detenía.

-No me importa, quiero verlo - sollozé.

De pronto una enfermera entró a la habitación.

-Ya despertó, lo tenemos que sedar.

-Está bien señorita - dijo mi padre.

La enfermera se acercó e inyectó la aguja en la bosa del suero, luego me obligó a recostarme.

-No quiero dormirme, por favor, llevenme con él - dije al tiempo que sentía mis parpados más y más pesados.

-Llevenme con él, por favor - fue lo último que dije antes de quedarme dormido.







Aristemo: El último "Te quiero".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora