Capítulo V: El Camino de la Voz

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Tras finalmente llegar a su destino, Einan abrió las puertas de Alto Hrothgar y anduvo por un corto pasillo que llevaba al salón principal del monasterio. Allí, cuatro monjes encapuchados con túnicas grises y largas barbas se encontraban meditando de rodillas en un suelo situándose cada uno en una esquina y haciendo así una figura con forma de rombo sobre aquella roca desnuda de la que estaba hecho todo aquel lugar.

 Allí, cuatro monjes encapuchados con túnicas grises y largas barbas se encontraban meditando de rodillas en un suelo situándose cada uno en una esquina y haciendo así una figura con forma de rombo sobre aquella roca desnuda de la que estaba hecho...

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Uno de los monjes, al ver a Einan, se levantó y se acercó a él con gran calma, pudiéndosele ver asomando de la capucha únicamente su larga perilla recogida en una coleta pequeña. El resto estaba cubierto por la sombra, hasta que alzó la mirada.

—Así que... el Sangre de Dragón aparece en este momento en que una era concluye— dijo aquel monje con una suave voz de anciano, siendo ésta muy difícil escuchar; era como una ligera brisa de aire.

—Dijeron que me llamasteis porque soy el... Sangre de Dragón, y por eso he venido—dijo Einan.

—Ahora veremos si realmente tienes el don—dijo—Demuéstranoslo, Sangre de Dragón. Déjanos oír tu Voz.

Einan entonces volvió a usar aquel poder que despertó en su interior al matar al dragón de la atalaya Oeste, pues suponía que el monje se refería a eso cuando mencionó la Voz.

— ¡Fus!—gritó y su voz resonó por todo el monasterio con un profundo eco.

Todos los Barbas Grises se miraron entre sí y entonces el mismo monje que se había dirigido a Einan anteriormente volvió a hablarle.

—Sangre de Dragón, eres tú. Te doy la bienvenida a Alto Hrothgar. Soy el maestro Arngeir. Hablo en nombre de los Barbas Grises—se presentó—Ahora dime, Sangre de Dragón. ¿Por qué has venido?

—Quiero averiguar lo que significa ser Sangre de Dragón, maestro Arngeir—respondió Einan.

—Estamos aquí para guiarte en tu búsqueda, igual que otros Barbas Grises ya intentaron guiar a los Sangre de Dragón que te precedieron.

— ¿Eso quiere decir que no soy el único Sangre de Dragón?—preguntó Einan con curiosidad.

—Por supuesto. Desde que Akatosh otorgase su don por primera vez a la humanidad, ha habido muchos—explicó el maestro Arngeir—Otra cosa es que tú seas el único Sangre de Dragón de nuestra era. Eso no nos corresponde a nosotros averiguarlo. Eres el único que se me ha revelado hasta ahora, eso es cuanto puedo contarte.

—Ahora lo he entendido mejor—dijo Einan— ¿Y qué hacéis exactamente los Barbas Grises?

—Aquí, comulgamos con la voz del cielo y nos afanamos en alcanzar el equilibrio entre nuestro yo interior y el exterior—respondió Arngeir.

—Comprendo. Pues he venido para responder a vuestras invocaciones, maestro.

—Es un honor para nosotros dar la bienvenida a un Sangre de Dragón a Alto Hrothgar—dijo Arngeir—Haremos todo cuanto esté en nuestra mano para enseñarte a usar tu don y cumplir tu destino.

The Elder Scrolls: La Leyenda del Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora