Capítulo XVI: Estación sin Fin

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Llegó a Carrera Blanca después de varios meses sin haber ido, pero la situación era de tal importancia que ni siquiera se pudo parar a ver a Ysolda. Al llegar a las puertas de la ciudad halló a dos guerreros guardias rojos que portaban una indumentaria un tanto inusual en Skyrim: unos turbantes de color azul, unas prendas de seda simples y unas llamativas cimitarras. No hacía falta ser muy inteligente para saber que provenían de Páramo del Martillo, la provincia que quedaba al oeste de Skyrim fronterizando por la comarca de Falkreath. 

Aparentemente, aquellos guerreros que probablemente venían de tan lejos estaban teniendo problemas con los guardias de la puerta, como si éstos no les dejaran entrar en la ciudad

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Aparentemente, aquellos guerreros que probablemente venían de tan lejos estaban teniendo problemas con los guardias de la puerta, como si éstos no les dejaran entrar en la ciudad. Esto extrañó a Einan, pues ese comportamiento solía ser habitual en comarcas bajo el control de los Capas de la Tormenta, pero no en Carrera Blanca.

— ¿Es que no me habéis oído? ¡He dicho que no!—escuchó Einan decir al guardia—No se le permitirá la entrada a nadie a no ser que sean asuntos oficiales.

—Pero la persona a la que buscamos está aquí, en Carrera Blanca—dijo uno de los soldados con un acento muy marcado—Son asuntos oficiales de la corona de Páramo del Martillo.

—Los asuntos de un rey extranjero nos son indiferentes aquí—respondió el guardia— ¡Largaos antes de que os ponga bajo arresto!

Tras decir esto aquel nórdico poco cortés, uno de los guardias rojos parecía querer lanzarse a por él, pues agarró la empuñadura de su cimitarra a la par que intentaba dar un paso, pero su compañero lo frenó poniéndole el brazo por delante.

—Jarezza veh, alar jig' melis—le dijo el guardia rojo a su compañero en alto yokudano, la lengua de Páramo del Martillo—Liinurt afiliaz sen rarnas jagag' sta.

Dicho esto, aquel furioso guerrero extranjero retiró lentamente su mano de la empuñadura de su arma, pero no por ello dejó de mirar con expresión amenazante a aquel guardia de la puerta. Luego lo miró una última vez y escupió al suelo en símbolo de desprecio diciendo a continuación: "Shik tok'svana".

Ambos se dieron la vuelta y se dispusieron a marcharse, mirando brevemente a Einan a la cara con una expresión de pocos amigos grabadas en sus rostros. Luego éste se acercó a la puerta y el guardia, que ya le conocía, le dijo:

—No hacen más que aparecer extranjeros en estos días, y a cada cuales más extraños...

—No esperéis mucha simpatía por parte de los guardias rojos—dijo Einan—Recordad que Skyrim apoyó al Imperio cuando ellos lucharon por la independencia de Páramo del Martillo hace veinte años. Es normal que tratar con aquellos con los que estuvieron en guerra hace apenas dos décadas no les agrade demasiado, y menos cuando muchos nórdicos fueron a su tierra para saquear, matar y violar a sus mujeres.

— ¿Y qué culpa tenemos nosotros de los crímenes que se cometieran por aquel entonces?—dijo el guardia—Yo simplemente me limito a cumplir con mi labor.

The Elder Scrolls: La Leyenda del Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora