Capítulo VI: Cuerno de Jurgen Llamador del Viento

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Pasaron varias horas desde de lo acontecido en el campamento de los Capas de la Tormenta, y Einan cruzó el extenso pantano de La Marca de Hjaal hasta finalmente llegar a Ustengrav, pero parecía que alguien ya se le había adelantado, pues varias tiendas de campaña se alzaban alrededor de la cripta. Tal vez se tratase de más saqueadores de tumbas. Esta cripta era distinta al Túmulo de las Cataratas Lúgubres; a diferencia de ésta, la entrada de Ustengrav era solamente un agujero en el suelo de unos dos metros de profundidad con unos escalones de piedra y una puerta nórdica antigua hecha de hierro y con unas antiguas runas grabadas.

Einan se adentró en la cripta y, nada más pasar el umbral de la entrada, encontró varios cadáveres de bandidos tirados en el suelo, temiendo que hubieran sido los draugr quienes los hubieran matado. Pero, al avanzar algo más, vio que la verdad era mucho peor. Un grupo de nigromantes había entrado después de los bandidos y los estaban utilizando para sus estudios convirtiéndolos en zombis descerebrados.

Einan vio esto como una oportunidad para poner en práctica las lecciones de los Barbas Grises acerca del uso del Thu'um. En primer lugar utilizó el grito llamado "Proyectar Voz", que sirve para lanzar un eco de voz a un punto específico.

—Zul-Mey-Gut—susurró, lanzando así un eco de su voz a un punto alejado.

— ¡Eh, zurullo de trol! ¡Estoy aquí!—sonó donde había impactado el eco de la voz de Einan.

— ¿Qué ha sido eso?—un dunmer nigromante oyó aquella voz, así que mandó a sus esclavos no-muertos a investigar—Id a comprobar qué ha sido ese ruido.

Los cadáveres reanimados respondieron con unos alaridos incomprensibles y fueron hasta el punto del que provino el sonido. Entonces, en ese momento, Einan aprovechó para asestar dos flechazos en cada uno que los devolvió a su estado de muerte total. El nigromante, al ver que no volvían, comenzó a extrañase.

— ¿Se puede saber qué cojones estáis haciendo para tardar tanto?—preguntó airado a la vez que se acercaba a donde Einan los había matado, y entonces los vio a ambos con una flecha cada uno clavada en la cabeza—Por Azura. ¿Qué ha pasado?

Einan, tras ver que el dunmer había descubierto los cadáveres, aprovechó la situación para disparar una tercera flecha que le atravesó el ojo desde la nuca, no pudiendo éste ni siquiera gritar o al menos utilizar sus hechizos para defenderse.

Una vez muerto el elfo oscuro continuó avanzando y encontrando cada vez más cadáveres de draugr, nigromantes y saqueadores de tumbas hasta que se topó con un grupo de todos éstos enfrentándose entre sí. Los nigromantes disparaban hechizos de estacas de hielo mientras sus esclavos zombis peleaban cuerpo a cuerpo con los draugr.

— ¡Quilaan us dilon!—exclamó uno de los draugr en lo que parecía ser la antigua lengua de los nórdicos.

Los bandidos reanimados no tuvieron nada que hacer contra los draugr, pero los nigromantes si tenían una buena defensa con sus conjuros. Desafortunadamente estaban usando hechizos de hielo y contra los no-muertos como los draugr lo verdaderamente efectivo era el fuego, por lo que éstos terminaron por matar a los nigromantes por superioridad numérica, viéndose Einan obligado a enfrentarlos.

— ¡Bolo aaz, mal lir!—exclamó uno de los draugr a la vez que desenvainaba su espada nada más verle.

Einan desenvainó su espada y se armó de valor. En ese momento recordó haber leído hacía poco que los muertos vivientes eran débiles ante el fuego. Entonces le vino a la mente el Thu'um que aprendió del maestro Borri, el "Aliento de Fuego", sabiendo entonces qué debía hacer para derrotar a los draugr.

The Elder Scrolls: La Leyenda del Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora