Capítulo VIII: Inmunidad Diplomática

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Tras varios días de viaje, Einan llegó a Cauce Boscoso acompañado por la oscuridad de la noche y fue a reunirse con Delphine para dar el siguiente paso en su investigación sobre el regreso de los dragones. Cuando fue a entrar en la aldea, los guardias de la carretera Norte lo reconocieron y lo saludaron.

—Saludos, mi thane. Si necesitáis cualquier cosa, podéis acudir a nosotros.

—Me alegra poder contar con vosotros—dijo Einan desde su caballo.

—Dicen que un dragón ha atacado la Arboleda de Kynes—informó el guardia a Einan— ¡Por los dioses! ¿Por qué iba un dragón a atacar allí?

—No lo sé, pero ese dragón ya no dará más problemas—dijo—Un compañero y yo nos encargamos de él.

—Gracias a los Divinos que habéis aparecido, Sangre de Dragón—dijo éste—Con esta guerra y encima los dragones, Skyrim está sumida en el caos total. Era hora de que apareciera un héroe como vos.

—No soy ningún héroe, muchachos. Tan sólo ayudo a aquellos que lo necesitan—dijo Einan con modestia.

—Pero eso es lo que hacen los héroes, ¿no? Ayudar a aquellos que lo necesitan—dijo el otro guardia.

—Puede que tengáis razón, pero ya hablaremos de eso en otro momento. Debo reunirme con un socio mío—dijo Einan despidiéndose.

—Que los Divinos os sonrían, Sangre de Dragón—dijo uno de los guardias antes de que Einan se dirigiera hacia la posada El Gigante Dormido.

Tras esta breve conversación, Einan entró en la posada y vio que estaba completamente vacía. Tan sólo estaban Delphine y Orgnar, así que podían estar tranquilos, ya que el posadero era de fiar.

—Ya he vuelto. ¿Alguna novedad sobre la operación?—preguntó Einan a Delphine entre susurros.

—No creo que te hayan seguido. Vamos, tengo un plan—Delphine miró en todas direcciones en busca de algún indicio de que los estuvieran vigilando. Entonces, al no ver nada, volvieron a bajar al sótano secreto y allí le contó a Einan el plan que llevaba ideando desde que mataron al dragón en Arboleda de Kynes.

—He averiguado cómo vamos a conseguir que accedas a la embajada de Thalmor—dijo Delphine.

— ¿Que acceda? ¿Tú no vienes?—preguntó Einan.

—No sería buena idea. Es muy probable que llamáramos la atención, pero a ti no te conocen de nada, aún...—respondió ella.

—De acuerdo. ¿Cuál es el plan? ¿Cómo me infiltro en la embajada de Thalmor?—preguntó Einan sin poder imaginarse cómo iba a entrar en un lugar que seguramente estaría altamente vigilado.

—La embajadora Thalmor, Elenwen, celebra fiestas donde los ricos e influyentes se congracian con ellos—respondió Delphine—Puedo conseguir que asistas a una de esas fiestas. Una vez dentro de la embajada, te escabulles y buscas los archivos secretos de Elenwen.

— ¿Y cómo puedes conseguir que acceda a esa fiesta? No soy rico y mucho menos influyente—preguntó confuso.

—Tengo un contacto dentro de la embajada. No es que le hagan ilusión estas misiones de alto riesgo, pero podrá ayudarte—dijo Delphine—Se llama Malborn, es un elfo del bosque con muchas razones para odiar a los Thalmor. Puedes confiar en él.

—De acuerdo. Al menos sé que no estoy completamente solo una vez dentro de la embajada—dijo Einan.

—Le avisaré de que debe reunirse contigo en Soledad, en El Skeever Travieso—dijo así el punto de encuentro— ¿Lo conoces?

The Elder Scrolls: La Leyenda del Sangre de DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora