Lunes, 18 de Junio de 2018.
C A R O L I N A
La chica morena le sonríe a algunas personas del curso y evita buscarlo con la mirada porque sabe perfectamente que aquel muchacho desgarbado sentado al final del curso se dará cuenta de que hay algo raro con toda la situación porque ella entró al lugar y todos lo nombran a él.Ella actúa normal hasta cuando sale del salón, lo que se le da muy bien, demasiado bien, es experta fingiendo que algunas cosas no importan, sobretodo cuando se trata de fingir que una persona no existe.
Alguno de los babosos que se enteró en la fiesta de un chico mismo de aquí, dice el nombre del chico del gorro.
El fin de semana en una fiesta jugaban verdad o reto, y a la chica le hicieron decir el nombre de la persona que más le gustaba, en un arranque de locura e idiotez lo dijo.
Kenny.
El raro chico del gorro de lana y los lentes, que se ve como un... como un rarito simplemente.
A ella le llama la atención desde hace un año, bueno, le encanta la verdad.
Ella, la persona que odia el romance, la cursileria y todo eso, suspira y llora por un chico que ni siquiera sabe que existe. Vive en su propio mundo, no nota a nadie más que él y la gente de su curso, que es lo que se resume a su grupo de amigos.
Fue en primero de bachillerato cuando lo vio, hablaba con un chico del curso de la muchacha, y por eso se paraba afuera de su curso a veces con ese chico, al principio solo lo veía porque lo miraba raro, y como no, con el clima caluroso de la ciudad de Guayaquil, una de las ciudades más calurosas de Ecuador y estando con ese gorro siempre se le hacía muy raro, entonces para su mala fortuna empezó a fijarse en él.
Básicamente no podría decir que está enamorada de él, porque no lo conoce, aparte de vista, nunca ha hablado con él, pero realmente le gusta, porque de lo contrario no quisiera algo más de él, no quisiera conocerlo, y quisiera que sepa de su existencia. Es la primera vez que un chico le llama la atención así, tal vez por eso todo se siente tan intenso, en la opinión de Carolina.
— Ey ¿Cómo fue? ¿Lo viste? — su gran amiga Marcela la aborda enseguida cuando la chica de cabello negro llega a su curso con las manos temblando y con el corazón bombeando fuerte, afirma con la cabeza energética, su amiga como no, se ríe — ¿Y qué pasó?
— ¿Qué más pues? Todos se pusieron a decir su nombre y cosas estúpidas, me hicieron dar mucha vergüenza.
— ¿Y él?
— No sé, me dio vergüenza mirarlo.
— ¡Ay dios mío! Ya van a ser dos años que te gusta él y nunca le has hablado.
— Y que tampoco sabe de mi existencia. — sonríe con burla aunque siente unos leves pinchazos en el pecho.
Se considera una chica algo simpática tal vez, pero... ¡No es tan invisible para que él no la vea!
Tiene la piel trigueña, con el cabello negro corto por las orejas y rizado, mide por lo menos 1,60 y el único ejercicio que hace todos los días es cuando camina del paradero de bus al colegio o a la casa y viceversa, por lo que su cuerpo no está tan en forma ni en el peso ideal para una chica de su edad, igual como sufre de miopía, debe llevar lentes si quiere mirar de lejos y que en la calle un carro no la atropelle.
Él nunca la ve, pasa por su lado sin mirarle siquiera, sin darse cuenta que a la muchacha le dan ataques de nervios cuando está a unos pocos metros de ella.