Lunes, 16 de Julio del 2018.
C A R O L I N A
Apenas llego al colegio Nancy, Lady y Marcela me acaparan abrazandome. Me felicitan y me llevan casi corriendo al curso donde encuentro una pequeña pero bonita torta de chocolate sobre mi banca, fundas de mis papas favoritas y una botella de cola grande.
Me río de la emoción y abrazo a mis amigas, me vuelven a felicitar, son las mejores amigas que he podido tener.
Somos las únicas en el salón, a mi me gusta llegar temprano siempre aunque vengan de tarde, muchos llegan tardísimo, hoy parece que los de la mañana han salido temprano, así que mis amigas han aprovechado para esto.
— ¡Ya tienes dieciséis! — exclama Marcela y saca una bolsa de regalo de su mochila — Espero te guste. Los compramos entre las chicas en uno de esos catálogos de la miss de historia —nos reímos, porque en efecto nuestra profesora trabaja también para una empresa de cosméticos y bisuterías por catálogo
— Sabemos cuanto te gustan los aretes. — añade Lady.
Los saco emocionada y contemplo los bonitos aretes pequeños de una media luna.
— Gracias chicas. — hago una pausa — ¿Entonces ya comemos el pastel o que?
— Calma Carolina, ya mismo después de la formación de los lunes, que vengan los demás la compartimos, y así también le guardas un pedazo a tu zombie. — Nancy sube y baja sus cejas sugerente, yo me río, mis amigas asienten de acuerdo.
Ya después de esa larga formación, donde cantamos el himno nacional, aunque más bien es la cantadera de burla de algunos idiotas al final de las filas, subimos luego a los cursos.
Al cabo de media hora todos en el curso estamos comiendo torta de chocolate con platos desechables y tomando cola en unos vasos desechables también, que las hermanas se encargaron de traer, incluso nuestra tutora come pastel, luego de haberme cantando el cumpleaños entre todos.
Nancy me codea con fuerza sorprendiéndome.
— Ahí viene tu novio.
Me volteo diciéndole en voz baja que no es mi novio, aún sin verificar quién es, sin embargo no lo necesito porque sé de quién se trata.
— Hola, feliz cumpleaños. — me abraza besándome la frente, pone todos mis cabellos desordenados por detrás de mis orejas y me mira, pienso que me va a besar cuando se inclina mucho hacia mi rostro tomándome por las mejillas, pero solo susurra; — Tengo algo para ti... pero te lo daré a la salida cuando te lleve a casa.
Mi corazón salta.
— ¿No me vas a decir que es?
Niega con una sonrisa aparentemente inocente, hago un puchero y vuelve a negar riéndose.
— Eso no me va a hacer cambiar de opinión. Es una sorpresa y punto.
— ¿Pero entonces para que vienes y me pones en intriga? — me quejo y él se ríe abrazandome más.
— Porque no quería que pensaras que no me había acordado de tu cumpleaños o que no había querido regalarte algo. Cuando la verdad es que ayer pasé toda la tarde buscando ese regalo, y en cuanto lo vi, supe por el día del paseo, algo que me contaste, decidí que era el regalo perfecto para ti... — espera mi reacción y yo casi puedo escuchar mis engranajes trabajando a toda velocidad en mi cabeza para sacar una pista.
¿Algo que le conté en el paseo?
¿Algo que sea para un regalo?
— No tengo idea de qué será... — confieso y él sonríe.
