C A R O L I N A
Me apoyo en Kenny tratando de esconder mi sonrisa mientras él acaricia la palma de mi mano como si no fuera nada.
Como si no supiera como mi interior se descontrola, y parece que las mariposas en mi estómago se me van a salir volando por la boca para bailar a nuestro alrededor.
¡Ay! ¡Estoy siendo demasiado cursi!
¡Que horror!
¿Por qué hace este tipo de cosas?
Ya ni sé ¿Yo le gustare un poquito al menos?
Bueno, alguna razón debe haber para que estemos así en ese momento, yo apoyada en su hombro y él apoyando su cabeza en la mía como si ya fuéramos algo más que...
Compañeros.
Mierda, solo somos compañeros de colegio y estamos así.
Me siento patética.
Me siento como una chica hormonal que se deja tocar por cualquier chico guapo.
Aunque no es cualquier chico guapo.
Pero de todas formas está mal.
A la hora de desayunar trato inútilmente de alejarme de él porque no me gusta el rumbo de las cosas pero, Kenny me sigue.
Esta vez las hermanas se van a comprar la comida para nosotros, mientras yo trato de ignorar a Kenny hablando con Marcela, ella lo incluye cada vez más en nuestra conversación.
Me rindo, y me quedo callada solo escuchándolos hablar de cualquier tema.
En algún momento, alguno de los dos me pregunta sobre algo y contesto medio sin ganas.
Marcela dice que irá a donde mi amigo Nicolas y le digo que suerte.
— ¿Te sientes bien? — siento su mano tocar mi frente y de pronto su respiración más cerca de mi — Mierda, parece que tienes fiebre, y estás algo pálida. — me toma de la barbilla y me gira hacia él observándome.
— Debe ser el clima. — le digo mirándolo detenidamente.
Se ve hasta más guapo de cerca.
Bueno, para mi sin duda él es lindo hasta decir basta, no necesita tener el cabello y los ojos claros para ser perfecto para mi.
Luce como el estúpido principe Erik de La Sirenita.
— ¿Te sientes mareada? — siento el calor de su cuerpo a mi costado porque ahora me esta abrazando y apoyo mi cara en su hombro.
— Me duele un poco la cabeza, siento un repiqueteo en mi sien. — sus dedos acarician esa zona como si eso aliviará la molestia en mi cabeza — ¿Qué haces? — me río.
— Tal vez así se te vaya ¿no? — dice con un tono gracioso y suelto otra risa.
— Creo que así no funcionan las cosas, tonto. — bromeo y su pecho se sacude cuando se ríe también.
— Tonta tú. — me agarra algunos mechones de cabello y los acaricia o los enreda en sus dedos.
Me recargo en él, y como no, me sostiene gustoso, lo que me hace emocionar.
Me hace pensar que tal vez si le gusto tanto como me gusta él a mi.
Pero me gusta desde hace casi dos años y hace una semana recién que él sabe de mi existencia.
Para cuando ya estamos en el teleférico, el destino específico de este paseo, en la cola para los pasajes, Kenny se pone delante de mi y conversa con David que esta delante de él, yo me quedo callada mirando la ciudad a lo lejos que aún se puede mirar porque este lugar esta como en unas colinas, y tras eso, vamos a subir aún más a las montañas. Mis amigas se ríen escandalosamente detrás de mi, lugar donde van, lugar donde seguro hay mucho ruido. Y con el resto de mis amigos y compañeros lo mismo.