V E I N T I D Ó S "Ruptura"

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Martes, 8 de Enero del 2019.

C A R O L I N A

Aunque él haya sido suave conmigo, la molestia entre mis piernas no desaparece. Evoco con un suspiro los recuerdos de ayer, hasta su final. Cuando la magia del momento íntimo terminó, le dije a Kenny asustada que se vaya porque mis padres ya venían a casa, cuando llegaron a las dos de la mañana y eche a Kenny una hora después de haber hecho el amor.

Porque lo sentí.

Realmente sentí amor en ese momento, lo vi todo en sus ojos, lo supe cuando me miro como si fuera la chica más hermosa del mundo cuando mi piel trigueña no es la más linda o suave del mundo, cuando tengo rollos en las caderas, cuando mis piernas son algo más gruesas de lo que deben ser, y cuando mis pechos son muy pequeños y seguro niñas de doce años tienen más que yo.

Me asustó todo más de lo normal cuando terminó, por eso lo eche de mi casa, y decidí no volver a dejarlo entrar más.

Porque no.

No volveré con él, me lastimó mucho y no sé si debo confiar en él otra vez, no sé si puedo confiarle mi corazón de nuevo.

Tal vez hoy ya no me busque, porque como todos los chicos siempre buscan lo mismo y luego desaparecen, no me sorprendería pero si me lastimaría más, de igual forma me ayudaría a llevar más fácil el hecho de que después de lo que hemos compartido, ya no lo quiero cerca, ya no quiero tener más que ver con él.

Aunque puedo seguir recordando sus besos en cada parte de mi ser, me sentí tan avergonzada pero a la vez tan extasiada de que yo le pareciera lo suficientemente bonita para que él hiciera eso. Tampoco perdí oportunidad para tocarlo, me avergonzó aún más pero no me arrepiento porque durante ese momento y hasta ahora, Kenny es todo mío, en cuerpo y alma.

No se me perdió el hecho de que tenía puesto mi collar, el que le tiré esa vez que le di la cachetada. Me sentí más que en el paraíso cuando estuvo de rodillas desnudo sobre mi y toda su piel pálida estaba expuesta a mi igual que su cuerpo delgado, el collar brillando en su cuello, con sus cicatrices de cortes por arriba de su cintura también llamaron mi atención, pero me distrajo más que todo sus ojos oscuros recorrieran mi cuerpo de pies a cabezas igual que sus manos delicadas y sus labios rosados.

— Tu abuela dice que vio a Kenny ayer, entrar aquí. — mi mamá entrecierra los ojos hacia mi a través de la mesa y yo bajo la mirada.

— Kenny y yo terminamos.

— Oh, lo siento mucho Carolina. Era un buen chico. — lamenta y por suerte deja el tema atrás.

Tal vez porque se da cuenta de verdad que no deseo hablar de él, aunque en mi cabeza solo se repite una y otra vez lo de ayer.

Nunca me había sentido tan hermosa.

Cuando voy al colegio muy temprano, me siento tan paranoica que cada persona que me mira siento que sabe lo que hice ayer.

Cuando estoy en mi curso sentada me remuevo incómoda por el dolorcito aún persistente, mis amigas llegan y yo seguro me pongo más roja que un tomate o lo más rojo que haya en el mundo. Siento que van a descubrirme con solo mirarme al rostro.

— Hola, amor.

Me giro hacia él en la hora de receso cuando voy caminando sola por un pasillo desierto, parpadeo viendo su sonrisa brillante y como se ve más guapo, más alto y más masculino que antes.

No sé si es mi imaginación, pero lo veo así. Intento no pensar en él sin ropa, sin embargo es difícil porque es lo único en lo que he pensado todo el día.

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