–Natalia's POV–
Abrí los ojos a causa del peso que sentí sobre mí. Cuando mi visión se hizo clara, pude ver a Alba sentada a horcajadas sobre mi; tenía una sonrisa preciosa en el rostro, los pelos revueltos sobre la cabeza y llevaba puesta una camiseta negra mía. ¿Había vuelto al cielo?
–Verte recién levantada es jodidamente perfecto –alargué mi brazo para acomodar un mechón de pelo travieso, tras su oreja–. Eres una obra de arte.
–Tú si que eres una obra de arte, morena –dijo y se acercó a mi, a besarme con mucha delicadeza. Sabía a pasta de dientes.
Después de un extenso beso, se separó de mi a falta de aire. Fue allí cuando el rostro de Alba se sustituyó por el de Julia, dejándome confundida.
–Buenos días –sonrió y yo solo atiné a sonreír de medio lado, un poco decepcionada–. Te he pedido el mejor desayuno del mundo, mundial.
–¿Qué hora es? –pregunté, buscando mi móvil en la mesita de noche. Cuando di con el, miré la hora–. Mierda, ¡es muy tarde!
Julia enarcó una ceja, confundida.
–Tengo que ir a trabajar, Julia –le expliqué–. Volveré pronto y así pasaremos una gran tarde juntas.
Después de quitar, a regañadientes, a Julia sobre mi, me di una ducha y me vestí bajo su mirada. Ella estaba cruzada de brazos, enfadada por mis planes del día. Le di un beso fugaz en los labios y me marché.
–Goedendag, Miss Lacunza –saludó Olaf, mientras me abría la puerta del coche.
Devolví el saludo y me metí al coche. Después de cerrarme la puerta, corrió a colocarse en el asiento del piloto. Cuando puso en marcha el vehículo, me sumergí en mis pensamientos. Sin poder evitarlo, Alba los invadió todos, haciéndome sentir fatal. ¿Cómo sería visitar la ciudad con ella? ¿Llevar sobre los hombros a Emma, mientras caminaba de su mano? ¿Cómo sería todo si Alba no huyera de sus sentimientos?
El coche se detuvo y Olaf me abrió la puerta. Me extendió la mano y me ayudó a salir. Frente a nosotros, se encontraba el edificio que había fundado hace más de seis años. Levanté la mirada y pude observar el logotipo que colgaba en la cima: NatL.co.
–Welkom, Miss Lacunza –dijo un chico de pelo castaño, al cuál nunca había visto nunca en mi última visita. Me sonrió y me tendió su mano, para saludarme–. Bienvenida sea usted.
Correspondí a su saludo, mirándolo de arriba abajo.
–Mi nombre es Damion Frost y soy el gerente general representante de NatL.co Amsterdam –tenía un acento español claro, incluso parecía su idioma nativo–. Si me permite, puedo mostrarle todo el establecimiento antes de empezar la reunión.
–No hace falta –respondí–. Con que me lleve a la sala donde discutiremos los asuntos importantes, habrá suficiente.
Y así lo hicimos, nos encaminamos al ascensor que nos llevaría a la última planta del edificio, dónde se encontraba la sala principal de reuniones.
–¿Es usted Español? –pregunté, mientras dos personas vestidas con trajes y gafas, se situaban tras nuestro.
–No, soy alemán, pero residí desde pequeño en España.
–¿Hace cuánto que trabajas en mi empresa?
–Desde que el señor Schenk se jubiló, hace tres años.
–Espero que estés a su altura –le dije, en modo de advertencia.
Las puertas del ascensor se abrieron en la quincuagésima planta. Al salir, nos topamos con la secretaria de Damion; una mujer joven, de piel pálida y ojos grandes, color verdes.
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Volverte a ver - Albalia
FanfictionDespués de 10 años sin verse, Natalia y Alba se reencuentran en una reunión de ex-alumnos. Natalia, en su mundo solitario y Alba, en su mundo compartido con una niña de 3 años, volverán a perder los sentidos la una por la otra. -Historia ficticia-