Capítulo 16

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–Natalia's POV–

Caminaba de un lado a otro, irritada a causa del trabajo. Froté mi frente e intenté no perder la cabeza, pero el gilipollas del otro lado del teléfono me lo estaba poniendo difícil.

–Mi empresa, mis órdenes –le recordé.

–Era para mejorar el proyecto, no había...

–Roger, ¿te pago para ser imbécil?

–Yo...

–¡Ah no! ¡Te pago por que tu padre me rogó que enchufara al bueno para nada de su hijo! –suspiré, calmándome un poco–. Estás despedido.

Roger quizo insistir sobre el tema, diciendo que era injusto su despido, pero no había vuelta atrás. Colgué el teléfono y gruñí enfadada, el tío la había cagado demasiado. Entretanto que pensaba como solucionar el problema, una mano acarició mi espalda. Me giré y no pude evitar sonreír cuando me encontré con el precioso rostro de Alba.

–¿Es usted un ángel?

–Tal vez... dicen que si les das un beso, hacen magia.

–Tendré que comprobarlo, entonces.

Y la besé con suavidad, sin prisas. Llevábamos tonteando desde hace 3 días, nos besábamos cuando queríamos y habíamos empezado a dormir juntas, sin ir más allá de abrazarnos sobre la cama. Pero me bastaba, joder si me bastaba.

–Creo que tendrás que volverme a besar, no he sentido la magia –le dije al separarme de ella. Me dio un pequeño golpe en el hombro y con una risita, volvió a unir sus labios con los míos.

Alba ya podía hablar un poco más, aunque no demasiado. Y su cuello, poco a poco, también iba mejorando. Lo que no mejoraba eran sus pesadillas, estas empeoraban cada vez más. Alba solía despertarse en las madrugadas llorando y pidiendo auxilio. A mi se me partía el alma.

–Me gustaría quedarme contigo y seguir recibiendo estos gloriosos besos, pero tengo que irme.

Ella puso morritos y me pareció completamente adorable.

–Pero Naat –se quejó, alargando la "a"–, es año nuevo, nadie trabaja, jo.

–Mis planes eran quedarme contigo, pero si no voy, me hunden la empresa.

–¿Pero iremos a la fiesta de Marta?

–Me pasaré por casa a vestirme y vendré a buscarte para ir juntitas, lo prometo.

Me fui después de despedirnos con un largo beso, sin mucha intención de dejarnos ir. Cuando llegué, me encontré con Antonia, revisando y organizando mi agenda.

–Buenas tardes, Antonia.

–Buenos tardes, señorita Lacunza.

–¿Todo en orden?

–Sí, aunque ha recibido unas cuántas llamadas de una tal Julia. Lleva intentando comunicarse con usted desde hace muchos días.

Enarqué una ceja, ¿qué quería Julia?

–Márcala y pasa la llamada a mi oficina.

–Está bien, señorita Lacunza.

–Y por favor, organiza una reunión con los jefes de cada planta para dentro de media hora, de manera urgente.

–Me pongo en ello.

Entré a mi oficina y cerré la puerta. Hace muchos días que no venía a la empresa a trabajar. A causa de cuidar a Alba, lo manejaba todo a distancia. El teléfono empezó a sonar y me encaminé hacia el.

Volverte a ver - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora