Capítulo 7

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Natalia revisaba papeles y bocetos para el siguiente proyecto que tenía pendiente desde hace una semana, era un proyecto muy importante para su empresa y no podía dejar pasar ningún error. Llevaba desde muy temprano en su asiento, analizando todo. La morena se encontraba notablemente descansada y satisfecha.

–¿A qué se debe tan buen humor? –Natalia levantó la vista a Sabela, quién la miraba confundida desde su sitio.

–No lo sé –se encogió de hombros–. Solo que hoy he dormido bien y ya –dijo, quitándole importancia y volviendo a su trabajo.

Sabela no se creía las palabras de su amiga, pero decidió no adentrarse a lo que podía haberla puesto de buen humor. Era mejor mantener a Natalia de esa manera sino todo se iría al garete.

Natalia, después de haber hablado con Alba, pensó toda la noche en lo que había discutido con la rubia. Se planteó muchas cosas aquella noche: sobre la relación que mantenía con Alba cuando eran jóvenes, sobre el beso de su noche de borrachera, de sus motivos por el que ella se fue y el porqué debía creerla cuando negaba el haber mantenido relaciones con aquel chico.

A lo primero: Natalia no podía negarlo. Su relación con Alba fue un caos muy grande, repetidas veces lo habían dejado y habían vuelto, atribuyendo que se necesitaban. Sus discusiones eran más seguidas y los celos también, incluso, se prohibían salir si no iban las dos juntas o se daban el permiso adecuado para que una sola fuera.

A lo segundo: a Natalia aún le dolía recordar aquella noche, cuando la vio besar con muchas ganas a aquel muchacho, mientras él posaba sus manos en el culo de Alba. Recuerda perfectamente haber intentado correr a pegarle una paliza a tal capullo, pero sus amigos hicieron que se marchara con ellos, alegando que ya hablaría con ella, que no podía meterse en líos. Esa conversación nunca llego porque Alba se marchó, sin dejar rastro.

El que se fuera fue la gota que colmó el vaso para Natalia, eso hizo que hiciera perderse y acabar tan mal que apenas se movía de su habitación. Solo salía para buscar a los padres de Alba, intentando tener noticias de su ex-novia pero fue en vano, nunca le dijeron nada. Y además, ellos, cansados del comportamiento acosador de Natalia, pusieron una orden de alejamiento.

Al poco tiempo llegó Alicia, una amiga que había tenido en común con Alba, era una muchacha pelirroja que empezó a ser el apoyo más importante de Natalia. Fue ella quién le contó todo sobre Alba: desde sus encuentros con el chico hasta sus escapadas con él durante muchos días. Alicia, asimismo, le decía que Alba no la quería y nunca la quiso, y que debería dejarlo estar, que no se mecería nada de su sufrimiento porque ella se había escapado con aquel chaval. Natalia, que para aquel entonces no se sentía capacitada para nada, escuchaba a Alicia y solo a ella. Se distanció de los demás y se hundió en su miseria y su propio mundo. Meses después, cuando fue recuperando su estabilidad emocional, inició una relación con Alicia. La relación no duró demasiado ya que Natalia, aunque guardara todo el rencor y odio, no podía sacarse a Alba de la cabeza.

Al último punto le dio muchas vueltas. Natalia sabía que si ahora creyera a Alba, la cosa solo cambiaría en un sentido: podría hablar con ella sin tener nada acribillado en su pecho y solo si, volvieran hablar alguna vez.

Había pensado sobre sus sentimientos hacia ella, y sentía que la necesitaba porque un amor como el que tuvo con Alba, no existiría jamás. Pero aunque Natalia no quisiera aceptarlo, nada volvería a ser como antes después de todo. Sobretodo porque ella no podía volver a confiar en Alba.

Cinco días después de haber hablado con Alba, Natalia intentó seguir adelante. Intentando convencerse de que Alba no se había acostado con nadie mientras ellas estaban juntas y que lo mejor era creerla.


Volverte a ver - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora