Capítulo 37

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Después de meditarlo bien (y ver lo que pedíais), he decidido quitar el capitulo final, porque creo que no os lo merecéis (sobretodo lo dejasteis muy claro en los comentarios, sois unxs intensitxs).

Pues nada, intentemos olvidar el final trágico y empecemos.

———

Alba caminaba con prisas, alejándose con pasos apresurados, intentando despistar a Natalia, quién la perseguía al mismo ritmo.

–Alba –la llamaba, pero la rubia parecía no querer escuchar–. Alba, ¿qué pasa?

–Vete, Natalia –logró oír la morena desde su posición–. Por favor, vete.

La morena se detuvo de repente, pegando con firmeza sus pies sobre el cemento.

–NO HUYAS JODER, NO AHORA –gritó con todas las fuerzas que pudo–. Alba, detente, vuelve aquí –las últimas palabras nos la pudo escuchar la rubia, pero las primeras fueron suficientes para que parara en seco.

Las mejillas de Alba estaban llenas de lágrimas, las cuales caían como cascadas, demostrando que la situación le dolía.

Porque le dolía, aunque Natalia no supiese distinguirlo con claridad, le dolía.

Las calles estaban vacías, mientras las dos muchachas se miraban en su distancia... diciéndose cosas que ninguna oía, porque todo estaba en sus cabezas. Allí solo se oían los gimoteos de desconsuelo.

–¿A... a... a dónde te vas? –preguntó Natalia, moviendo una pierna hacia delante, dándose impulso para caminar hacia ella–. ¿Qué pasará con nosotras?

—Natalia, yo... —Alba cogió mucho aire y miró hacia todos lados, asegurando que nadie observaba, pero no estaba segura de su borrosa visión— Tengo que irme.

Las palabras recorrieron la distancia que las separaba, golpeando con mucha fuerza el pecho de Natalia, haciendo que detuviera sus intenciones.

—¿A dónde? ¿Por qué?

—No lo sé, yo... —Alba se quedó sin fuerzas y cayó de rodillas, haciéndolas arder por el fuerte golpe.

La morena corrió, sin perder ningún segundo de la oportunidad que tenía por volver a abrazarla.

—¿Qué pasa, Alba? —Natalia se sentó junto a la rubia en el frío suelo y la acunó en sus brazos—. Por favor mi amor, dime que está sucediendo.

—No tenias que haber salido del bar, ¿por qué lo has hecho? ¿¡Por qué!? —Natalia notó los golpes de Alba en su pecho, pero eso no fue suficiente para ganar a su corazón, el cuál lo hacía con mucha más intensidad.

—¿Recuerdas lo que te dije hace mucho tiempo?

La rubia no sabía que responder o decir para que Natalia se marchara, pero se lo agradecía, lo agradecía porque ella no quería que fuera así.

—Te prometí que cuidaría de ti y de Emma —Natalia deslizó su mano hasta la mejilla de Alba y acarició con su dedo pulgar, calmándola—. Ahora y siempre.

Natalia agachó su mirada y sujetó el rostro de la rubia con sus dos manos.

—Te quiero mucho, Alba —la mirada de Natalia era tan penetrante que podía haber consumido cualquier pena que abordaba los ojos de la otra chica—. No huyas más, cumple tu promesa, por favor.

Le dio un pequeño beso, saboreando el delicioso elixir de sus labios con sabor a Vodka y lágrimas. La combinación podía ser altamente peligrosa.

Volverte a ver - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora