Capítulo 28

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–Natalia's POV–

Esperaba a Alba recostada sobre la blanca pared en el amplio pasadizo, las ansias por verla me estaban matando. Y eso que nos habíamos visto hace solo un par de horas.

Había reservado en un restaurante de lujo muy cerca del hotel, al cuál acostumbraba ir cuando me alojaba en Ámsterdam. Estaba muy entusiasmada por mostrarle mis lugares favoritos a Alba, además de desear pasar el mayor tiempo de posible con ella y pollito.

La puerta se abrió de repente, revelando a una sonriente Emma. Llevaba un peto amarillo sobre una camiseta blanca de manga larga y unas botitas negras. Estaba para comérsela.

–¡Que mona vas pollito! –le dije, cargándola en mis brazos. Había adquirido esa manía desde que la conocí.

–Perdón la tardanza, Nat –escuché la voz de Alba y el "pi pí" de la puerta al cerrarse con seguridad–. Emma no me lo puso fácil.

Mis ojos fueron hasta ella, detallando el enterizo negro que se acomodaba perfectamente a su cintura. Sin hablar de la abertura en su pecho, dejando a cualquiera jugar con la imaginación. Llevaba el pelo recogido en una perfecta coleta y sus ojos se iluminaban por la luz blanca del pasillo. Alba era una diosa griega, sin dudarlo.

–¿Qué pasa? –preguntó con tono preocupado–. ¿Voy demasiado informal?

Dejé a Emma en el suelo, para que volviera junto a su madre.

–Tu belleza es más grande que el cielo, Alba.

Sus mejillas se tornaron rojizos, haciéndola aún más sexy. ¿Cómo era posible?

–¿Nos vamos? –preguntó, dando media vuelta y caminando hacia el ascensor. Yo aún seguía en trance–. Se nos hará más tarde aún, Natalia.

–Que esperen, he sido atropellada por la beldad De Alba Reche.

–No querrás soportar a dos Reche enfadadas, ¿verdad?

Negué con la cabeza.

–Entonces llévanos a cenar ya.

Con una sonrisa me dirigí hacia al ascensor, cogiendo la manito libre de Emma. Las puertas del aparato se abrieron y nos adentramos en el, balanceando hacia dentro a Emma.

Cuando llegamos al restaurante, nos sentamos en una mesa apartada de la multitud, para poder disfrutar de un entorno sereno.

Good evening, miss Lacunza. It's a pleasure to have you here again –dijo Cilla, con ese típico acento holandés que sonaba gracioso y adorable a la vez–. And with company.

Cilla miró a Alba con la frente arrugada, sorprendida por verme por primera vez con compañía.

Yes, and we want to eat –habló Alba–. So do your job.

Cilla se marchó encolerizada, dejándonos la carta del menú. Miré interrogativa a Alba, esperando una explicación por el comportamiento poco agradable hacia la holandesa.

–¿Cuándo vamos a ir a algún lugar dónde no te hayas "ñaca ñaca" a alguien? –reí por las palabras utilizadas para referirse a "follar", suponía que lo hacía por la presencia de Emma–. Sé que te encanta toda esta atención, pero llevamos aquí tres días y me siento atacada con tanta falsedad. Y por no hablar de las jovencitas de 20 años que van detrás de tus huesos.

–¿Estás celosa? –Alba bufó, claramente no era la pregunta que debía haber formulado.

–No todo va sobre ti, Natalia.

–Lo siento, yo...

–Escucha, si quieres irte a la cama con cualquiera de esas jovencitas, adelante. No estamos atadas de manos, pero pensé que este viaje sería nuestro y solo está siendo de Natalia y su ego.

Volverte a ver - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora