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Sunhee

Por más que daba vueltas en la cama no podía conciliar el sueño, ni siquiera podía cerrar los ojos para intentarlo, terminé quedándome quieta, sin rodad y mirando el techo, esperando que al admirar sus detalles me diera sueño, pero no, llevaba ya una hora y media admirando el techo, pero no podía dormir, así que me rendí, decidí mejor levantarme, ponerme unos zapatos y salir de mi habitación.

Quité el libro como siempre, abriendo el librero y esta vez sí cerré por completo el librero, no creo que nadie se levante a las 4:20 de la mañana para buscarme, o espero que no.

Dejé la taza de té que había conseguido sigilosamente prepararme en la cocina antes de venir aquí, me cubrí con la cobija que también había arrastrado conmigo, me acomodé en la silla y tomé las libretas para continuar leyéndolas cómodamente.

Abrí la libreta en una hoja al azar, dándome como resultado una de las hojas casi al principio.

Por fin terminé la canción que papá me ayudó a comenzar y me dio como reto, lo que quiere decir que por fin iremos al campo y solo deseo profundamente que Jungkook se sienta mejor cuando estemos ahí, quiero verlo sonreír, quiero verlo jugar, es un pequeño que tiene que olvidarse del mal momento que pasó y debe seguir disfrutando como el niño que es. Ahora nosotros somos una familia y haré todo lo posible para que tenga una vida feliz.

Esta chica era muy linda.

Le di un trago a mi té sintiendo como el liquido caliente me recorría la garganta hasta el estomago mientras cambiaba de página esperando saber qué más pasó en el viaje o si ese chiquillo sonrió después de todo el esfuerzo de J. H.

Hoy fue el día, desde muy temprano fui a la habitación de Jungkook para despertarlo y aunque no le importó en lo más mínimo que hoy fuera el día, yo no dejé de hablar, contándole todo lo que podíamos hacer estando en ese campo. En todo el camino Jungkook se limitó a mirar por la ventana, aburrido y sin decir ni una sola palabra, incluso por un momento pensé que no lograría hacerlo sonreír, pero todo fue mejor de lo que pensé, cuando llegamos, mamá bajó una manta que dejó en el césped y junto a papá, pusieron la comida mientras nosotros dimos una pequeña caminata.

Le conté historias de hadas que el abuelo solía contarme siempre que veníamos de visita, le conté de esas hadas y duendes que, según el abuelo, vivían en estos lugares escondidos de los humanos, pero no conseguí nada, hasta que papá se puso a jugar con nosotros a la pelota, solo en ese momento conseguí sacarle una sonrisa, ese fue el mejor momento del día.

Había más narraciones así, simples, contando el día a día de J. H que realmente no consideraba algo relevante.

Hubiera seguido leyendo más, pero con lo caliente del té y la comodidad de la cobija comenzó a darme sueño haciéndome imposible poder continuar aquí, así que cerré la libreta, dejé las cosas en la mesa y regresé a mi habitación, me quité los zapatos sentada ya en mi cama y me recosté e inmediatamente que mi cabeza tocó la almohada me perdí en el sueño.

Estaba en un campo, con la luz del sol iluminando todo, había árboles por todos lados y un hermoso y verde césped, era un tono precioso de verde. Escuchaba las risas de una niña y un hombre adulto, pero no lograba verlos por ningún lado, después de un rato hubo silencio y unas personas sentadas a la sombra de uno de los árboles, sobre una manta de color azul cielo. Una mujer, un hombre, un niño y una niña, la niña era más grande que el pequeño, todos estaban comiendo tranquilamente, parecían estarlo pasando muy bien.

No lograba ver sus caras y después de eso a todos, menos a la madre los vi jugando a la pelota mientras todas sonreían, menos el niño quien solo miraba como la pelota iba y venia de los pies de la niña a los pies del hombre hasta que un momento de ese ir y venir el hombre le lanzo la pelota al niño dejándolo sin otra opción de unirse al juego.

La sonrisa del niño apareció y al verlo, una sensación de satisfacción me inundo por completo, como si un gran peso de mi espalda se disolviera.

Abrí los ojos lentamente, mirando el techo y haciendo memoria de mi sueño, la sensación de tranquilidad que eso me hacia sentir era tan acogedor que me gustaba, aunque era confuso, era un recuerdo que disfrutaba. Tal vez ese sueño fue pura sugestión al haber estado leyendo ese diario antes de irme a dormir, pero es que todo se sintió tan... real, como si lo hubiera vivido en mi niñez. 

También en otra vida (JeonJungkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora