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Siempre odie esta clase de fiestas, los vestidos caros de las mujeres, los trajes elegantes de los hombres, el ver cómo presumían unos con otros de lo que compraban y de cuánto dinero tenían. Era absurdo. Lo único que podía entretenerme un poco era ver como Hana era amable con todos, aunque por dentro sabía que también lo odiaba. Pero era divertido verla sonreírles falsamente.

Aunque todas las fiestas me aburrieran, esta, era la fiesta más odiada de toda mi vida.

¿Cómo ser feliz cuando la persona a la que más amas en unos minutos anunciaría su compromiso con una persona que no eres tú?

Mientras todos los invitados bailaban y hablaban yo me divertía meneando el vino de mi copa, sentado en una de las mesas, esperando por a que pasara el peor momento de la noche para poderme ir a mi habitación.

Me aburría, necesitaba verla por unos minutos para evitar morir de aburrimiento, así que mis ojos la buscaron por todo el salón, pero no logré encontrarla, ni a ella ni al idiota de Farell.

—William –lo tomé del brazo cuando pasó a mi lado con la charola llena de copas

—Dígame, joven Jungkook

—¿Has visto a Hana?

—Am, no, no la he visto desde hace un rato

—Bien, gracias

—Permiso –me hizo una leve reverencia y siguió repartiendo las bebidas

Dejé mi silla y me levanté a buscarla por mi cuenta, pero en cuanto me acerqué a la salida del salón, los gritos desgarradores de una mujer me hicieron girarme de un salto, asustado y confundido por lo que estaba pasando.

Madame Florentin estaba en la entrada que daba al jardín, recargada en el marco de la puerta a punto de derrumbarse al suelo.

Hombres y mujeres, incluyéndome a mí nos acercamos rápidamente a ella.

—Madame ¿Qué es lo que le pasa? –le preguntó el tío Yunghoo y de ella se le abalanzo siendo incapaz de seguir de pie de modo que él la tomó en brazos

Sus manos

—¡La niña Hana! –chillo -¡Ayúdenla!

—¿Qué pasa con ella? –pregunté

Sus manos estaban llenas de sangre y después menciono a Hana ¿Qué demonios está pasando?

—¡¿Dónde está ella?! –grité desesperado

—En el invernadero –dijo entre lagrimas

No lo pensé dos veces y salí corriendo al invernadero con más hombres a mis espaldas. Las luces estaban encendidas y la puerta estaba abierta.

Entré corriendo, mirando por todos lados para saber a dónde dirigirme, una silueta en el suelo al fondo me dijo que era ese lugar.

Corrí hasta esa silueta deteniéndome a centímetros de ella.

—No... -mis ojos vagaron por todo el cuerpo –no, no, no

El vestido color hueso con el que Hana había recibido tantos elogios de lo hermosa que estaba, ahora estaba sucio, con manchas de sangre por todo su abdomen y parte de la falda.

—Hana –la tomé en brazos, agitándola un poco -¡Escúchame! ¡Hana!

Tomé su mejilla agitándola un poco, pero no despertaba, sus ojos no se abrían.

Los hombres que me acompañaron y el tío Yunghoo se movían frente a mí, se tiraban a mi lado y hablaban a gritos entre sí, entraban y salían, pero para mí todo parecía pasar tan lento a mi alrededor.

Mis manos cubrían su herida, pero la sangre no paraba de salir y ella cada segundo que pasaba se volvía más y más pálida.

—Hijo –sentí como unas manos me tomaban del brazo –vámonos, ya no hay nada qué hacer por ella

—¡No! –me aferré más a ella escondiendo mi rostro en su cuello que ahora su perfume estaba combinado por el olor ferroso de la sangre

—Vámonos –insistió mi tío

—¡No! ¡No!

No me alegaría de ella hasta que volviera a despertar, cuando lo haga, cuando habrá de nuevo sus ojos, estará asustada y confundida y tiene que ver a una persona que conociera para poderla tranquilizar, no me alejaría de ella hasta que me viera a mi primero al despertar. 

También en otra vida (JeonJungkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora