Es martes, y llego al laboratorio. Hago la lista con el trabajo que tienen que hacer cada uno y me pongo al lío porque hay que hacer las medidas a tiempo. Estoy tan metida en el trabajo que no me doy cuenta de que Noel aún no ha llegado y me extraña porque siempre llega puntual. Miro a Isabel y le pregunto.
—¿Sabes dónde está Noel?
—No vendrá hoy.
—¿Sabes por qué? –Cuando le pregunto gira la cabeza y me contesta.
—Está algo enfermo.
—¿Seguro? No te veo convencida. –Niega con la cabeza.
—No me hagas decírtelo, se lo prometí.
—¿Qué pasa Isabel? ¿Qué le prometiste?
—No puede venir porque está cuidando de su abuela. Ha recaído de su enfermedad. Pero por favor no le digas nada, ni vayas a su casa.
—¿Qué? ¿Qué le pasa a su abuela? Ahora mismo voy para allá. –Hago el amago de levantarme para irme, pero Isabel me para.
—No Astrid, se lo prometí, y si apareces por allí sabrá que te lo he contado.
—Tienes razón. –Me siento y me deprimo.
Está ahí solo cuidando de la persona más importante que tiene junto a su hermana y yo no puedo hacer nada por ayudarlo.
—Aunque puedes ir con otro pretexto. –Dice Isabel disimuladamente. La encaro y le pregunto.
—¿Qué pretexto?
—Como por ejemplo pedir explicaciones sobre tu relación en el trabajo con él. Que no querías que se juntara el trabajo y el placer de por medio. –Pues no es mala idea, Isabel cuando piensa utiliza bien el coco.
—No está mal el plan, iré después del trabajo a su casa ¿él vive por Picadueñas verdad?
—Sí.
A ver qué imagen me encuentro allí, espero no tener problemas sólo por acercarme. Me preocupo por él y quiero ayudarlo en todo lo que pueda.
Me pongo a trabajar para que pase el tiempo rápido y cuando llega las tres de la tarde me subo al coche, llamo a mi hermano que llegaré tarde a casa y salgo para la casa de Noel. Tardo unos cinco minutos en coche ya que está cerca, aparco y voy al edificio que me dijo Isabel.
Está la puerta de abajo abierta por lo que es un primer paso para que no me deje fuera sin la oportunidad de hablar y de saber cómo está. Estoy delante de la puerta del piso primero b, estoy nerviosa, no sé cómo voy a ser recibida. Pero no tardo mucho en saberlo porque llamo y espero un minuto cuando abre la puerta a un demacrado Noel. Joder, está fatal, parece que la enfermedad de su abuela le ha robado todo su tiempo y no tiene un rato ni para ducharse.
—¿Qué haces aquí? –No está muy contento de verme.
—Vine a ver que te pasaba.
—Pues ya me has visto, ya te puedes ir. –Va a cerrar la puerta, pero lo evito poniendo mi pie.
—Parece que necesitas un descanso, déjame pasar. –Está tenso y lo noto por la barbilla, pero me deja pasar.
Lo que veo me sorprende, pensaba que iba a estar todo por medio por haber estado cuidando a su abuela, pero está todo recogido. Parece que también se está ocupando de la casa.
Ahora entiendo el por qué esta con esas ojeras y esa delgadez. No está descansando apenas y no me gusta nada. Así que cuando hecho un vistazo al salón y un poco a la cocina me giro y lo encaro.
ESTÁS LEYENDO
Añejo
Lãng mạnAstrid es una exitosa enóloga de una bodega prestigiosa en Jerez de la Frontera que conoce a su nuevo empleado, Noel un técnico en vitivinicultura. Noel quiere conocerla pero Astrid dice que no hasta cierta noche donde cambia todo.