Capítulo 32

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Sigo en casa de Aurora, y como algo ya que fui a su casa directa desde el trabajo y ella me permite utilizar su cocina. Así que eso estoy haciendo, me estoy preparando un par de sándwiches cuando me llaman por el móvil y veo que es mi hermano León.

—¿Hermana dónde estás?

—Hola León, lo siento, pero estoy en casa de la abuela de Noel por lo que llegaré tarde.

—¿Y qué haces allí? ¿Lo habéis arreglado?

—No, pero lo estoy ayudando a cuidar de su abuela mientras está descansando.

—Hermanita, sabes que te apoyo en todo, pero ¿estás segura en meterte en eso? No tienes por qué ayudarlo, y eso es algo familiar. Tiene una hermana y su mejor amiga que se supone que tiene que estar para lo malo también ¿no?

—Lo sé, no debería meterme aquí, pero he visto como está y no puedo evitarlo. Quiero ayudarlo en lo que pueda.

—Bueno hermanita, tú sabes lo que haces. Yo voy a seguir guardando mis cosas que me voy mañana.

—Lo sé, estaré esta noche allí y te hago yo la cena.

—Es un trato.

Nos despedimos y cuelgo. Como mi comida mientras pienso en todo esto. ¿Volveré otra vez aquí para ayudar a Noel?

Es cierto que tiene su hermana y su amiga del alma, tiene ayuda de sobra. Pero hago esto también para demostrarle a Noel que no soy ningún monstruo. Además, me ha caído bien Aurora, es una mujer amable y sabe observar bien.

Recojo lo ensuciado y vuelvo a la habitación de Aurora que está viendo la televisión. Hay una película en blanco y negro, pero no sé cuál es. Me siento allí a su lado y no tarda mucho en hablarme.

—No hace falta que te quedes ahí sentada sin hacer nada hija. No quiero ofenderte y agradezco la compañía de una mujer, pero doy poco trabajo.

—No se preocupe, cuando Noel se despierte yo me iré. No me importa quedarme aquí sentada durante unas horas. –Noto que me mira con los ojos entrecerrados.

—No me pareces una mujer que se puede quedar sentadas ahí por horas sin hacer nada. –Empiezo a reír disimuladamente.

—Eres una mujer muy observadora.

—No tengo otra cosa que hacer. –Y se encoge de hombros.

—Aun así, por un día no va a pasar nada.

—Vaya yo creía que al menos ibas a venir a cotillear un poco conmigo y darme un poco de vidilla aquí.

—Oh vaya, si usted quiere. Yo encantada. –No me esperaba que quisiera que le contara chismes para pasar la tarde.

—No me hables de usted, además quiero saber lo que pasa con mi nieto. Está muy apagado últimamente y puede que tenga algo que ver, pero sé que también es por ti y por la niña consentida. –Me quedo mirándola algo sorprendida. Lo que yo pienso es que está cabreado conmigo no triste por mí, pero voy a seguir preguntando.

—¿Niña consentida?

—Sí, Rocío, una amiga y antigua novia de hace años que ha vuelto otra vez. Mi nieto cree que le debe algo, pero no le debe nada. Fueron jóvenes y eso se tenía que romper. Él no tiene culpa de los problemas de ella.

—No sabía que tuviera problemas.

—Problemas que se puede solucionar, pero ella crea un drama para tenerlo amarrado y mi nieto está ciego y se deja.

—Vaya, parece que no soy la única que se ha dado cuenta.

—¿La has conocido también? –Se ha quedado sorprendida.

—Sí, vino a mi trabajo a hablar conmigo para darme las gracias por dejarle el camino libre por mi torpeza, pero esto, su nieto, no lo sabe. –Empieza a negar con la cabeza.

—Este niño, cuando aprenderá. ¿Y está enfadado por decirle eso?

—No, porque en Año Nuevo los vi, y le dije que todavía quería con él, pero no me creyó y lo dejé pasar, pero luego pasó otra cosa y se lo volví a decir y ya se enfadó de verdad.

—Esta chica lo tiene dominado y no sé qué hacer para abrirle los ojos.

—Eso lo tiene que hacer él solo Aurora.

—Espero que no lo haga demasiado tarde. Me gustas para mi nieto. –Sonrío, y noto que me estoy poniendo colorada. Es agradable contar con el apoyo de un familiar suyo y uno tan importante.

—Pero si solo me conoces de esta tarde.

—Pero tú misma me has dicho que soy buena observadora. –Me guiña el ojo y sonríe.

A los veinte minutos después de la conversación, se queda dormida y yo apago la tele y me voy al salón a sentarme en el sofá y pongo la tele bajita para no despertar a ninguno de los dos.

Llevo desde las tres y media de la tarde y son las siete cuando se despierta Noel y llega al salón. Sé que ha ido a ver cómo está su abuela porque lo he escuchado abrir la puerta de su habitación y luego cerrarla.

Entra al salón y me ve. Creo que se esperaba haberme ido por su cara. Pero no me importa que esté sorprendido, no los iba a dejar solos hasta que alguien estuviese despierto.

—¿Has descansado bien?

—Sí. –No sabe a dónde mirar, sigue enfadado, lo noto. Me levanto.

—¿Necesitas algo más?

—No, gracias. –Asiento con la cabeza, bueno no quiere hablar mucho.

—Bueno, entonces no tengo nada más que hacer aquí. Me voy para mi casa. –Asiente con la cabeza y me voy para la puerta cuando me llama.

—¿Si? –Me giro y ahí está él, hasta los chándales les queda bien al jodío.

—Gracias por cuidar de mi abuela.

—De nada, ha sido un placer. –Asentimos los dos y me voy de allí.

Ha sido una tarde interesante, me esperaba un poco más de conversación con Noel, pero no todo se iba a conseguir el primer día. A ver cómo me recibe mañana porque no le he dicho que iba a ir de nuevo y creo que Aurora tampoco se lo va a decir.

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