Capítulo 37

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Conduzco su coche porque Noel no está cien por cien concentrado, está preocupado por su abuela, y joder es normal. Yo también lo estoy, se ha convertido en una persona importante para mí y espero que solo haya sido un susto. No me puedo imaginar cómo le podría afectar a Noel si va a peor.

Lo miro de reojo y me lo encuentro moviendo la pierna de arriba para abajo rápidamente, con la cara blanca y sudando. Creo que todavía no es consciente de lo que pasa y lo que le rodea. Quiero llegar cuanto antes a su abuela y eso es lo que hago, lo más rápido que puedo porque tampoco quiero que me pare la policía y perdamos el tiempo.

Llegamos al hospital y encontramos un aparcamiento cerca. Menos mal, salimos del coche deprisa, persiguiendo a Noel porque no puedo andar más rápido con estos tacones. Él se da cuenta y me coge la mano y me arrastra con él.

Entramos y pregunto por Aurora Torres. La mujer que está en la mesa nos ve y no pregunta nada más porque viendo a Noel, sabe que es familiar. Nos dice que está en la tercera planta y vamos hacia el ascensor. Desde aquí lo tengo que ayudar yo, porque ha sido entrar en el hospital y perder las fuerzas, va reaccionando poco a poco.

—Tranquilo, todo saldrá bien. –Asiente, pero no sé si se lo digo para animarlo o para animarme a mí.

Cuando llegamos, nos encontramos enseguida a Patricia sentada en la sala de espera, asustada y preocupada y no es para menos porque ha sido quien la ha visto. También está Rocío a su lado sentada, consolándola. Nos nota ella la primera, y se levanta para abrazar a Noel. Yo me aparto, pero Noel no me deja, me tiene agarrada de la mano.

—Lo siento mucho, Noel. Espero que se recupere. –Se aleja un poco y ve como asiente, parece que ha perdido el habla.

—Estamos esperando al médico. Han metido a la abuela en quirófano para ver si pueden hacer algo, si ponerle un marcapasos o no. –Esa es Patricia que ha encontrado su voz, aunque sea toda temblorosa.

No me quiero imaginar cómo pasó ese momento en su casa con Aurora sin poder respirar. Ayudo a Noel a sentarse frente a ellas, en las sillas. Está vacía la sala de espera.

Estamos agarrados de la mano, Noel no me ha soltado desde el aparcamiento, en ningún momento. Pero no me importa, ahora necesita apoyo y le voy a dar todo el que pueda.

Pasa dos horas desde que llegamos, cuando llega el doctor a la sala de espera. Enseguida nos levantamos los cuatros y es Patricia la que reacciona preguntando:

—¿Cómo está doctor?

—No os voy a mentir, su situación es muy delicada, tiene cáncer bastante avanzado, pero le hemos puesto un marcapasos que esperemos funcione para ella. Es difícil, pero no podemos perder las esperanzas. –No es lo que queríamos oír, pero ya sabíamos la situación de Aurora, y si para una persona que no tiene cáncer, es algo difícil la aceptación del marcapasos, imagina a alguien con cáncer y en estado avanzado.

Patricia se derrumba y se abraza a Rocío, pero Noel no reacciona, sólo asiente al doctor y sigue sudando. Creo que está en shock porque no se mueve, solamente la mano que tiene agarrada a mí.

—¿Podemos verla? –Esa es Patricia de nuevo.

—Sólo familiares por favor. –Asentimos todos y ayudo a Noel a que se desenganche de mí.

—Vamos Noel, tienes que estar con tu hermana y tu abuela. –Patricia se acerca y le coge la mano, reacciona y se va con ella a ver a su abuela mientras Rocío y yo nos sentamos una frente a la otra a esperar.

Decido enviarle un mensaje a Isabel de que estoy en el hospital con Noel por su abuela que se encuentra mal. No creo que me conteste un sábado a estas horas. No estamos mucho tiempo en silencio, cuando Rocío me pregunta directamente:

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