Es miércoles por la mañana, llego al laboratorio la primera como casi siempre y me pongo a ver que tenemos para toda la semana. El resto de las vacaciones me la pasé con mi familia, mi hermano disfrutando de la nochebuena y descansando en casa. No vi a Noel durante esos días ya que quería reflexionar, sobre todo.
Pero estoy poco tiempo sola, cuando entra Noel.
—Buenos días, Astrid.
—Buenos días, Noel. –Yo sigo mirando la pantalla cuando nos saludamos, cuando me da un beso en la mejilla. ¿Pero qué? Parece ser que esto también debería haberlo aclarado.
—Aquí nada de besos. –Me mira sorprendido, más bien por el tono de voz que he empleado que por lo que he dicho.
—Vale, tranquila no nos ha visto nadie.
—Pero podría habernos visto si hubieran entrado. Así que, por favor, lo que tenemos se lleva afuera, no al trabajo.
—Sí, no lo hago más. ¿Qué hay para trabajar?
Veo que entran los que faltan del equipo, incluida Isabel, que nos mira y nos sonríe a los dos. Noel me mirra un poco extrañado y yo le niego con la cabeza. No tiene sentido intentar entender a Isabel, además esa felicidad también se puede deberse a su día de ayer. No la llamé para saber cómo le ha ido porque no sabía cuándo iba a acabar. En el desayuno le preguntaré.
Aprovecho que están todos y ya les digo a cada uno lo que hay que hacer hoy y las cosas que hay que hacer durante la semana para que se hagan la idea de lo que tienen que hacer. Mientras Paula, una del equipo, y yo estamos con la acidez, escucho la puerta abrirse y veo a Pablo entrar. ¿Qué quiere éste ahora? Menos mal que Noel está en la embotelladora hoy ayudando a los que están allí siempre. Me levanto y me acerco para saber que quiere. Él me ve y espera a que llegue para preguntarme bajito:
—¿Podemos hablar un segundo afuera, por favor? –Isabel nos está mirando muy seria y yo la miro y le indico con la mirada que vaya a la puerta y vigile. Ella parece entenderme. Voy afuera con él y espero a que hable.
—Lo siento por lo del viernes, no era yo. Tuve problemas, bebí y la pagué de una manera contigo. Discúlpame por los comentarios y mis gestos, yo no soy así. –Veo que está arrepentido, por lo menos como me mira y lo dice, lo parece.
—Estás perdonado, pero mejor si estamos en el mismo lugar, no nos hablemos. Para evitar estos problemas.
—De acuerdo. –Noto que detrás de él llega alguien y ese es Noel. Mierda tenía que venir ahora.
Esto no le va hacer ninguna gracia y lo noto porque se tensa cuando ve quien es. Pablo se gira y lo ve, se le cambia la cara a blanca. Parece que se ha tomado enserio su amenaza.
—Bueno mejor me voy, cuídate.
—Adiós Pablo. –Se va y veo que se aleja rápido hacía la salida.
—¿Qué quería? – Está cabreado.
—Pedir disculpas por lo del viernes. –Veo que asiente, pero sigue serio.
—Espero que no tenga que decir nada más.
—Tranquilo, le he dicho que fuera de aquí no nos saludemos para evitar problemas y ha estado de acuerdo conmigo.
—Bien, voy a por mi cartera y a desayunar.
—Vale. –Asiente con la cabeza y entra a Isabel, pero la pilla que estaba detrás de la puerta y se pone colorada. De camino ha aprovechado para cotillear. Me mira Noel E indiqué con mi cabeza la dirección por la que se fue Pablo. Coge la cartera y se va sin apenas mirarme.
Termina el día y nos ponemos a limpiar todo e irnos cuando veo que Noel se va rápido, pero le paro.
—Noel, ¿podemos hablar un momento? –Se gira, y se acerca, sigue serio.
—¿Por qué sigues serio?
—Nada Astrid, no me gustó encontrarte con él.
—Viste que Isabel estaba vigilando, y que sólo vino a pedir disculpas, nada más. –Se encoge de hombros y mira hacia otro lado. –¿Me puedes mirar por favor? –Me hace caso. –¿Hay algo más? –Pero no me contesta, bien si eso es lo que quiere pues vale, no estoy para aguantar estas cosas, me preocupo y esto es lo que recibo, bien.
—Pensaba que eras una persona madura, pero si no eres capaz de contestarme a la cosa más absurda, bien, no quiero aguantar a niñatos. –Lo dejo allí plantado y me voy cabreada para mi casa.
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Añejo
RomansAstrid es una exitosa enóloga de una bodega prestigiosa en Jerez de la Frontera que conoce a su nuevo empleado, Noel un técnico en vitivinicultura. Noel quiere conocerla pero Astrid dice que no hasta cierta noche donde cambia todo.