2. Defensa

241 23 11
                                    

Matemáticas.

Si hay algo que odio del instituto son las malditas matemáticas.

Llevo dos horas escuchando como el profesor Harrison habla sobre x, y, z.. ¿qué diablos me importa a mi todo el maldito abecedario? No es algo que vaya a usar en un futuro próximo. Ni lejano.

Nada más quiero que suene el timbre para poder ir a la cafetería y comerme un buen bocadillo. Me muero de hambre. Esta mañana no he podido desayunar porque me he quedado dormido.

Además así se callan Ty y Caleb que nada más hablan de querer presentarse a la chica nueva. Están obsesionados con ella..

Tú también lo estás.

Cállate, ni siquiera me acordaba de ella.

Oh si claro, por eso en toda la clase nada más que te has enterado de las letras, durante dos horas.

Maldita sea. Es cierto. No he podido quitarme de la cabeza esos ojos. Miraban todo con tristeza, y ni siquiera ha aguantado la mirada, ni a mí, ni a nadie porque iba con la cabeza gacha. Y el color tan bonito que tenían, eran preciosos.

¡Ring!

Oh, Dios mío. Menos mal.

— ¡Vamos, Hero! ¡Te quedas atrás! — grita Caleb mientras avanza hacia la puerta.

Ruedo los ojos y termino de cerrar mi mochila.

Al salir veo que están solo un par de pasos por delante y en una zancada larga les alcanzo.

— Entonces, ¿cómo pensáis conquistarla? — pregunto a este par de salidos.

— ¿En serio? ¿Tú me has visto? No hace falta más que acercarme para que se vuelva loca — dice Tyler con prepotencia.

— Oh, si claro. Se me olvidaba tu gran lista de chicas  — contesto riendo.

Tyler sonríe satisfecho. Lógico. El idiota es un imán para las tías con todos esos tatuajes y esa cara de niño lindo. Pero es un cabrón en toda regla. No le he visto con novia nunca, solo líos de vez en cuando.

No es que yo sea mucho mejor. Con 17 años lógicamente no me he enamorado nunca, y dudo mucho que eso llegue pronto. No he llegado a tener relaciones serias, pero tampoco soy un mujeriego.

— ¿Tú crees? Yo creo que le van más los que tenemos rasgos latinos — dice Caleb sonriendo con chulería.

— Me parece que vais muy seguros de vosotros mismos — les contesto riendo.

— Así es como se tiene que ir, hermano. ¿A ti no te interesa? — pregunta Ty.

¿Me interesa?

Apuesto que sí.

Maldita vocecita interna.

La chica es bonita, y admito que me intriga. Pero no es como si fuese a ir corriendo perdiendo el culo por ella.

— Es bonita. Pero creo que es pronto para decir nada ¿no? Apenas llegó hoy y vosotros ya vais a echaros encima. Parecéis desesperados y la vais a asustar.

Me miran mientras fruncen el ceño, parándose ya en la puerta de la cafetería.

— ¿Qué? — pregunto.

— Buena táctica. Hacerse el interesante, presentarse sin presionar demasiado. Impresionante, Hero — dice Tyler mientras se frota la barbilla.

Ruedo los ojos.

Pasamos a la pequeña pero amplia cafetería y nos ponemos a hacer la cola para pedir nuestros almuerzos.

Hecho una ojeada al rededor y la veo. Está sentada en una mesa al fondo mientras come un sándwich y lee un libro. Se la ve tan metida en la lectura.

Ahora lleva puestas unas gafas grandes, de pasta negra, algo redondeadas pero no la quedan mal. Puedo ver un piercing en la nariz desde aquí, y una dilatación en la oreja cuando se coloca el pelo detrás de ella. ¿Tendrá las dos dilatadas?

— La has visto ya, por lo que veo. Y demasiado bien — dice un divertido Caleb.

— No — respondo rápido —. Apenas la acabo de mirar. No la buscaba.

— Nadie ha dicho que la buscaras — responde Tyler riéndose.

Hijos de perra.

— Callaos, y seguid adelante que esto corre — digo empujando a Caleb por el hombro para que avance por la cola.

Una vez con nuestros almuerzos en la bandeja, buscamos una mesa para sentarnos. Lo hacemos cerca de la chica pero sin llegar a ser en la misma. Ella apenas se da cuenta de que hay movimiento a su al rededor. Está sumergida en su lectura.

Me sorprende. La mayoría de las chicas de este lugar prefiere pintare las uñas o ponerse a leer una revista que un libro.

Me centro en mi comida mientras los chicos y yo charlamos sobre lo que haremos este fin de semana.

— Podríamos quedar para jugar fútbol — digo.

Me miran como si estuviera loco.

— ¿Fútbol? — pregunta Caleb.,

Asiento sin comprender muy bien lo que pasa.

— Tío, es fin de semana. Tenemos que.. — un golpe le corta de lo que iba a decir.

Me giro en dirección a el sonido y veo a Ash y sus secuaces en la mesa de la nueva. Ésta, simplemente está callada, mientras cierra el libro y levanta un poco la mirada para ver quien la está molestando.

— ¿Qué quieres? — murmura pero con voz firme.

— ¿Cómo dices? — responde Ash —. A mí me hablas con más respeto, novata. No sabes a quien te estás dirigiendo.

La nueva sólo la mira. No responde. Pero tampoco le quita la mirada.

— ¿Y bien? — dice Ash con superioridad.

— Has sido tú quien ha venido — dice, con el mismo tono bajo de voz.

Miro a los chicos y están igual que yo, mirando la escena, atentos.

Ashley parece que va a explotar en cualquier momento. Se acerca a la nueva hasta quedar la altura de su cara.

— No sabes con quien estás jugando, cariño. Ten cuidado — dice con rabia.

La chica solo baja la mirada y abre el libro de nuevo. Ashley rápidamente se lo tira al suelo y lo pisa.

Veo como algo se rompe dentro de ella, y lucha por contener las lágrimas.

— Oh, le rompí el libro a la ratita de biblioteca. Lástima.

Ella solo se calla.

— Basta, Ashley — la corto cuando veo que va a decirla algo más. Me levanto y voy hacía donde están —. Creo que vale por hoy. Ya te has lucido suficiente.

Ashley me mira con rabia y se contonea hacia la salida, seguida de sus secuaces sumisas. Me agacho para coger el libro y dárselo.

Cuando se lo tiendo y la miro, veo que ésta me mira sorprendida.

— Gracias — susurra.

— No es nada — contesto sonriendo.

Veo un atisbo de sonrisa, que se borra en cuanto le echa un ojo al libro.

— ¿Estás bien? — pregunto.

Me mira mientras limpia una lágrima. Asiente y sale disparada con su libro y su mochila.

Miro hacia donde se ha ido como un idiota y por un momento siento un deja vu.

Idiota, esta mañana has hecho lo mismo.

Cierto.

Vuelvo a la mesa con los chicos que me miran sonriendo.

— ¿Qué?

— Nada tío, has hecho bien. Ashley no tiene que ser tan perra — dice Tyler, y veo a Caleb asentir de acuerdo.

No contesto. Simplemente sigo mirando en dirección a la puerta.

Casi la veo sonreír, y me he quedado con las ganas de ver esa sonrisa completa.

Incondicional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora