24. Yaya Jones

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Poco a poco el beso va creciendo de intensidad y dudo seriamente de poder parar. Antes de que eso ocurra, la cojo de los hombros y la empujo suavemente.

— Nena escucha, podemos hacer lo que quieras, pero no es momento — mi voz sale ronca por la excitación y eso no le da credibilidad a mis palabras.

Me mira durante un rato que se me hace eterno y al fin asiente con la cabeza. Se tumba a mi lado y yo la abrazo para que apoye su cabeza en mi pecho. Mientras acaricio su cabello, ella mete su mano por mi camiseta y comienza a hacer cosquillas en mi abdomen. Pienso en lo que ha dicho antes, que ya es mía. No sabe hasta que punto eso me remueve por dentro, ni como me hace sentir la manera en la que suena.

— Yo también soy tuyo — susurro.

Sus caricias paran y Tris levanta la cabeza para mirarme. Sus ojos están nublados, y no sé si es por la emoción que siente tras escuchar mis palabras o porque sigue pensando en sus padres. Recorre con la mirada mi rostro y yo me pongo nervioso porque la espera de una respuesta empieza a ser muy larga.

— Me gusta como suena eso — murmura, y cuando veo que una sonrisa, por mínima que sea, ha aparecido en su boca, una felicidad me llena el pecho.

Elevo mi mano, la coloco en su mejilla y Tris ladea su cabeza para sentir mejor el tacto. Con el pulgar acaricio su pómulo y mi boca se mueve antes de que mi cerebro piense en lo que quiero decir.

— Sé mi novia.

Sus ojos, que estaban cerrados por el efecto de mis caricias, se abren rápidamente tanto que parece que van a salirse de las cuencas. Mi corazón se acelera. ¿Ha sido muy pronto?

— Olvídalo, Tris, no es un buen..

— Pídemelo en otro momento, por favor — me corta. Frunzo el ceño sin entender del todo esa petición.

— ¿Qué?

Se levanta y se sienta en la cama con sus brazos rodeando sus rodillas. Yo imito su movimiento para sentarme en frente.

— No quiero que el peor día de mi vida esté mezclado con uno de los mejores. Sé que no es hoy, pero..

— Shhh.. — la corto —. Nena, lo entiendo. Solo es una etiqueta — me acerco a ella y tomo su mano —, una palabra con la que llamarnos. Para mí, yo soy tuyo y tú mía, ¿de acuerdo? Nada más me importa.

Ella asiente y me abraza fuerte.

— Gracias por venir.. — me mira a los ojos —. Eres el mejor.

Sonrío y cojo su cara entre mis manos para besarle.

— Vístete, nos vamos.

•••

En el camino Tris no ha dejado de mirarme, preguntando e insistiendo a dónde vamos. Me ha costado convencerla de que se vistiera y se animara a salir de casa, pero espero que esto le anime un poco.

Aparco mi Jeep y bajo para abrir su puerta. En su cara hay una confusión que casi me hace reír y mira la casa de madera blanca con desconfianza.

— ¿Dónde diablos me has traído, Hero? — pregunta con el ceño frunzido.

No me pasa desapercibido que no me llama Héroe y mis ganas de reír por su confusión se pasan al pensar que he podido molestarla.

— ¿No confías en mí? — pregunto —. Nunca haría nada que fuese malo para ti.

Acaricio su mejilla con la palma de mi mano y su cara se relaja.

Incondicional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora