Después de elegir equipos, nosotros tres echamos a suertes quien empezará a jugar ya que solo había cuatro mandos. Mientras estábamos en ello, Tris y Johanna estaban cuchicheando sobre algo. Cuando me giré para mirarlas, vi que Tris entrecerraba los ojos mirando hacia la televisión y Johanna parecía divertida mientras la veía. En el momento en que salió la risa de su boca, Beatrice se giró a mirarla.
— Johanna, vete a la mierda.
Ésta explota en carcajadas aún más fuertes.
— ¿Qué pasa? — pregunto.
— Pues que, aquí mi prima Tris, no ve nada.. — dice mirándola con una sonrisa —. Y no quiere ir a casa a por sus gafas para poder patearos el trasero de una buena vez.
Miro a Tris y veo que está algo sonrojada.
— Vamos, te acompaño — la digo acercándome —. Ellos pueden ir jugando.
Cuando llego a su lado, ella me mira desde el sofá y se levanta. Veo que Johanna está sonriendo y levanta sus cejas. La miro entrecerrando los ojos, advirtiéndola en silencio de que no abra el pico.
— Bien — dice —. Aquí tienes las llaves, reina — dice mientras se las tiende a Tris, aún sonriendo.
Tyler y Caleb también están mirándome con sus ridículas sonrisas ladeadas.
— A la mierda — murmuro solo para que ellos me escuchen, mientras Tris va saliendo directa a la entrada.
Los tres se echan a reír y Tris frena, dándose la vuelta con la ceja levantada.
— ¿De qué se ríen?
— Ni idea — miento.
Mientras caminamos las dos casas que separan la suya de la de Caleb, la observo de cerca. Tiene un moño desecho en la cima de su cabeza, de esos extraños que se hacen las chicas, y se aprecian sus dos dilataciones.
Santa mierda. La quedan tan bien. Sexy.
— ¿Cómo te fue el primer día? — digo para romper el silencio.
— Bueno, bien — responde levantando la mirada del suelo para mirarme a los ojos —. Aparte de la reina abeja, todo bien — abre los ojos sorprendida de lo que ha dicho.
— ¿Ash? — digo riendo.
— Eso — dice sonrojada.
No puedo evitar reírme. Está adorable sonrojada.
— No te sientas mal, es cierto. Todas la siguen como si fuese la dueña del lugar.
Una vez llegamos a la puerta de su casa, mete la llave y abre la puerta. Hay una tenue luz que sale de la sala de estar, donde supongo que estarán sus tíos viendo la televisión.
— Dame un segundo — murmura.
Asiento, y la observo ir en esa dirección.
— ¿Qué haces aquí? — dice una voz grave, supongo que será su tío.
Frunzo el ceño ante el tono hosco y seco que utiliza para hablarle. Solo alcanzo a escuchar un murmullo en respuesta, supongo que será Tris contándole el porqué estamos aquí.
Cuando vuelve a la entrada levanta la mirada del suelo un momento para indicarme con un asentimiento de cabeza que la siga por las escaleras. En el pasillo puedo ver cinco puertas; dos en el lado derecho, dos en el lado izquierdo y una en el fondo. Nos dirigimos a esta última y subimos las escaleras.
¿El ático?
— Llegamos — dice en voz baja.
— Bonito cuarto — digo —. Te gusta ese color, ¿no? — pregunto señalando las paredes.
Ladea la cabeza con confusión.
— ¿Cómo sabes?
— Tu pelo, tus paredes; y el collar y el anillo con las amatistas también ayudan — contesto sonriendo.
Tris se sonroja levemente. Y yo también.
Mierda, Hero. Acosador.
— ¿Acaso me analizaste? — pregunta con un brillo divertido en los ojos.
Mierda otra vez. Es hermosa.
Sacudo la cabeza para dejar de mirarla como un bobo y centrarme en la conversación.
— Eh.. no — digo rascándome la nuca —. Soy bastante observador.
Se ríe.
Se ha reído.
Y yo he muerto.
¿Que mierda me pasa con esta chica?
— Voy a coger mis gafas — murmura.
Entre tanto, yo echo un vistazo alrededor. Todo está en cajas todavía, excepto algunos libros que hay encima del escritorio, y una foto en un marco al lado de la cama, en la mesilla. Me acerco a ella, y la cojo.
En ella sale un hombre risueño, con los ojos azules y el pelo oscuro; a su lado una mujer con una sonrisa enorme mientras abraza a una niña de unos 4 o 5 años, y al lado de ésta, está Tris riendo, plenamente feliz con los ojos achinados. Tiene el pelo diferente, no con el color que tiene ahora, si no su color natural. Un castaño claro que brilla con los rayos del Sol que le dan de lleno mientras están sentados en el césped.
Reconozco a la mujer como la que vi esta mañana en el dibujo mientras estábamos en clase de español.
Siento que se pone a mi lado, y acaricia la foto con la punta de sus dedos.
— Fue el día del padre, el año pasado — dice con la voz teñida de melancolía —. Teníamos esa tradición por los días de padres o madres. Íbamos al parque que teníamos allí, en nuestra ciudad, y comíamos tortillas y bocadillos. Jugábamos al fútbol y reíamos por tonterías.
Cuando la miro veo que una lágrima sale por debajo del marco de sus gafas. Rápidamente se la limpia y me quita la foto de las manos para ponerla en su sitio.
— No quería.. — digo.
— No te preocupes, Hero — intenta sonreír, pero fracasa y sale un puchero, seguido por unas pocas lagrimas de más.
— Hey.. — le digo mientras la abrazo — ¿Quieres hablar de ello?
Niega con la cabeza en mi pecho, y se echa hacia atrás.
— ¿Sabes? Creo que ya no tengo ganas de jugar. Deberías volver con ellos — dice mientras se quita las gafas y se seca los ojos.
De ninguna maldita manera.
— ¿Eso que huelo es miedo? — bromeo —. Dijisteis que ibais a patearnos el culo.. Además, apuesto a que Johanna no se pone feliz de que la dejes ahí sola.
Hace una mueca y se pone las gafas de nuevo.
— Vamos, Tris. No puedes quedarte aquí, vente. Te vendrá bien para distraerte — insisto —. Al menos un rato, un partido y te vuelves.
La veo dudar y una sonrisa se pone en mi cara.
— Está bien. Solo un partido.
Si.. claro.
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Incondicional.
RomanceHero Jones, un chico con una rutina, amigos de toda la vida en el mismo pueblo de siempre. Inteligente, amable, guapo. Pero está cansado de siempre lo mismo. Beatrice Bolton, ha tenido unos momentos difíciles y eso la obliga a irse a vivir con sus...