Capitulo 31: Nunca me dejes

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Su suegra no le había contestado, sin querer él había dejado pasar la llamada, Deku tuvo que pedirle a Mirio un permiso inevitable para salir corriendo junto a Shouto rumbo al hospital.
El presentimiento de que había pasado algo malo le rondó en la cabeza en toda la carrera, que su padre hubiese ido al hospital ya era un mal augurio, quería evitar llorar antes de tiempo, pero en esos días era una práctica tan común que no sabía como todavía no se había deshidratado. Intentó llamar de nuevo, pero otra vez el tono de espera y la entrada al buzón de voz, llamó a su suegro pero la situación era la misma, su corazón no podía soportar tanto misterio, Midoriya lo acompañó siguiendo sus pasos aceleradamente aún cuando en la puerta del edificio un policía los paró diciendoles que no podían correr, pero Shouto lo esquivó dejandole a Deku la tarea de disculparse, avecinandose por los pasillos se preguntaba qué tan lejos estaba terapia, ¿Siempre había estado tan lejos de la entrada? Y al doblar esa bendita esquina llegó por fin a su puerta, y visualizó a su suegro salir del cuarto con la cabeza gacha,... No podía ser, se paró totalmente en shock, un escalofrío le recorrió el cuerpo y presenció en cuestión de segundos todo lo que habían vivido juntos, ese día en la escuela... La actividad del héroe y el villano que habían odiado tanto y que al final agradecieron porque los había llevado a encontrarse,... Las miles de discuciones por cosas tontas que ahora mismo no tenían ningún sentido,... Las veces que creyeron que no podían estar juntos y ese festival, tirados en el campo de deportes, con una botella de sake y un te amo que le pareció lo más hermoso del mundo,... Vio el anillo en su dedo y recordó que traia guardado el de Katsuki en su bolsillo, porque desde el accidente lo cargaba con fe en poder devolverselo, y entonces su suegro volteó y lo miró, esa mueca en su cara, ese gesto, esa curva en su boca, la luz que irradiaban sus ojos, el descanzo, una sonrisa que lo despertó de la pesadilla, esa sonrisa que le decía que él también había despertado. Corrió a su encuentro y solo se sonrió, el hombre lo abrazó fuerte y pudo notar otro tipo de lágrima caer de sus ojos.

- Él está despierto -y fue lo unico que necesitó decir, su alma pareció respirar, su latir acelerado se calmó, sus recuerdos se tiñeron de rosa otra vez, el hombre dejó de abrazarlo en cuanto escuchó la puerta, Mitsuki se veía llena de vida, el rostro parecía brillarle, su sonrisa iluminaba cada rincón en el lugar, ese era el rostro de una madre que recupera un hijo, la mujer le asintió con felicidad y él también sintió lo mismo, entonces se acercó a ella.

- Pasa a verlo, ya preguntó por ti -de todas las cosas que pudo decirle su suegra aquella fue la mejor, saber que aún lo recordaba y que había preguntado por él ni bien se levantó era lo más feliz que jamás podría decirle, dio un largo suspiro para evitar dejar salir todas sus emociones en un segundo, posiblemente Katsuki estaba muy debil como para aguantarlo, y entonces abrió la puerta y se lo encontró dentro, acostado en la misma cama, con los mismos cables, en la misma posición, pero en lugar de un respirador llevaba una sonrisa que se intensificó al verlo, no supo que decir, esos ojos, sus bellisimos ojos carmesi, su reflejo en ellos, su sonrisa, aquella que había perdido, que no había visto en tanto tiempo "Katsuki" mencionó su nombre en un susurró que quería romper en aquel llanto diferente, y entonces... Su voz.

- Hola, mitad y mitad -dijo, jamás había estado tan contento de que lo llamará así.

- Katsuki -sus ojos se llenaron de inevitables lágrimas de felicidad, y se sentían tan ligeras y distintas a las otras que no pudo retenerlas.

- Shouto -mencionó el rubio para que sus emociones se desbordaran e hiciera aquello que no había querido.

- Katsuki -volvió a decir esta vez emocionado y corrió hasta su cama para tirarse sobre él y abrazarlo como siempre había deseado.

- ¡Ay Shouto! -se quejó el explosivo, y ese gruñido no hizo más que aumentar la emoción de su novio.

- Katsuki -repitió, y comenzó a besarlo reiteradas veces en la cara, el rubio, que estaba sujetandolo de la cintura, frunció el rostro.

De Frío a CalienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora