Capítulo 13: La cena

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La cena había sido simplemente la cena más silenciosa de su vida. En sí los únicos que hablaban eran su padre y Paulo. Algunas veces Agus opinaba algo, pero luego se quedaba quieto y le daba pequeños codazos debajo de la mesa para que lo mirara y de una vez por todas dejara de mirar a Paulo. Sacudió un poco la cabeza. ¿Qué era lo que estaba pasando con ella? Siguió ordenando mientras miraba de vez en cuando a su alrededor...Había vivido tantas cosas en aquella habitación.

Se la pasaba tardes encerrada jugando con sus muñecas y haciendo tomar el té a Paulo. Rio levemente al recordar aquello. Ahora no parecía ser alguien que tomara té y por la noche salía a andar a caballo con él. Volvió a sonreír al recordarlo de pequeño. Ahora era todo un hombre frente a sus ojos. Él se sentó lentamente en la cama y la miró fijo, esperando a que le dijera algo. Pero no, ella estaba muy concentrada terminando de guardar lo último de ropa que había dejado. No, él no era ningún jerk. Sabía perfectamente que algo pasaba entre ella y aquel guapetón de ojos marrones.

—Ya Orianita, ¿Vas a decirme porque te perturbó tanto ese bombón campestre? —le preguntó al fin luego de unos cuantos segundos.

Oriana se giró a verlo y reprimió una sonrisa al escuchar como lo había llamado.

— ¿Cómo le dijiste? —le preguntó divertida.

—Bombón campestre —dijo él simplemente — ¿Por qué lo mirabas tanto?

—Él y yo crecimos juntos aquí y cuando éramos chicos él era mi único amigo en este lugar. Fue él el que me enseñó a andar a caballo. Me enseñó a subirme a los árboles y todas esas cosas que se hacen en el campo —le dijo y volvió la vista a su armario.

Agus resopló. Eso no le decía nada. Cualquiera pudo haberle enseñado esas cosas y ni loca ella iba a mirarlo de esa manera.

— ¿Solo por eso lo mirabas tanto? Vamos, linda, no soy boludo. No sólo lo mirabas porque te enseñó a subirte a un caballo.

—Bueno, en realidad no...—concedió ella —Solo está muy cambiado.

— ¿Esta hecho un papacito como de telenovela, verdad? —le dijo.

Ella estalló en risas. A veces su mejor amigo tenía cada ocurrencia.

—No, no es eso. Solo que me sorprendió lo cambiado que está. Nada más. Hacía diez años que no lo veía...

— ¡¿Diez años?! —Exclamó exaltado —Con razón te miraba como si fueras una especie de híper extraña roba campos. Te miraba con desconfianza, Sabatini.

—No creo que sea así. Quizás él también esté sorprendido de verme...Date cuenta que pasaron muchos años —sin darse cuenta sonrió mientras su mirada estaba fija en un punto vacío, como recordando —Además él fue mi primer beso...

Se maldijo internamente luego de soltar aquellas palabras. Cerró los ojos con fuerza. Ya se imaginaba las palabras que seguían...'Ajá, ¡te caché, linda!'.

—Ajá, ¡te caché, linda! —casi gritó él.

Oriana rio por lo bajo. Agus se puso de pie y comenzó a caminar a su alrededor

—O sea...que el bombón campestre fue el primero que besarte.

—Sí, eso dije —dijo algo incomoda —Pero teníamos 12 y 13 años...

— ¿Cómo fue? —Preguntó entusiasmado —Quiero saberlo.

—Agus, no lo recuerdo —le mintió.

Él entrecerró los ojos para mirarla mal.

—A mamá mona con bananas verdes no, chiquita —le aseguró él —Me lo cuentas ahora o se lo voy a preguntar a Alicia.

— ¡No! —Exclamó ella —Eres tan chismoso.

—Lo sé —dijo muy orgulloso de sí mismo.

Oriana suspiró.

—Bien...fue en las caballerizas. Yo estaba mirando a mi nuevo caballo y él vino a buscarme. Yo le tenía miedo al animal y no me animaba a tocarlo. Él se acercó e hizo que lo tocara. Luego giré para mirarlo y nos besamos. Fue como un impulso.

—Juro que me muero muerto, ese debió ser el beso más romántico de toda la historia de los primeros besos románticos —dijo emocionado.

Ella sonrió levemente.

—Eres un extremista —dijo divertida —Además estoy segura de que ni siquiera se acuerda bien de mí.

—Yo no estaría tan seguro —dijo él alzando un dedo y luego tocando su barbilla en forma pensativa —El bombón campestre parece estar tan perturbado como tú, por tu presencia...Se le notaba a leguas en la manera que te miraba.

— ¿Y cómo me miraba según tú? —quiso saber ella.

—Era extraño —asintió él —A veces su mirada decía: wow, no puedo creer que ella esté aquí. Y en otras decía: ¿Por qué demonios está aquí?

Oriana lo miró extrañada. Agus giró y la miró fijo a los ojos

—En su mirada había una especie de dolor, Sabatini.

Oriana pensó bien aquellas palabras y eran ciertas. En algunos momentos Paulo la miraba con dolor. Creía saber por qué. Ella misma sentía ese dolor sin sentido a veces. Soltó un suspiro y al fin terminó de arreglar todo.

—Voy a ir a la cocina a buscar un algo de tomar, ¿quieres venir conmigo? —le preguntó a su amigo.

Agus se dejó caer pesadamente en la cama.

—No, Beauty, ve tú solita —le sonrió con los labios sellados —Pero tráeme algo para tomar aquí.

—Está bien —resopló y salió de la habitación.

Sin hacer demasiado ruido bajó y entró a la cocina. Tenía tantos lugares para recorrer al día siguiente, que se sentía realmente emocionada. Pero a decir verdad tenía muchas ganas de encontrar a Paulo y sentarse a hablar con él. Se acercó a la cocina y prendió la hornalla. Si, iba a prepararse un té. La puerta se abrió...

—Mamá...

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