Capítulo 16: Escondidas

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Abrió los ojos y él no estaba allí. Frunció el ceño extrañada. ¿Podía ser posible que él se fuera dejándola sola? Pero entonces escuchó el sonido de algo que se caía. Sonrió al recordar que esa era la señal. Él estaba escondido en algún lugar. Comenzó a caminar, pero el sonido de paja bajo sus pies era muy delator. Se quitó los zapatos y los tiró a un costado.

- ¿Dónde podrá estar? -preguntó con cierto tono de burla.

Paulo sonrió mientras estaba escondido detrás de uno de los caballos. No podía creer que ella recordara algo como aquello. Al parecer lo tenía presente. ¿Tendría presente también aquel beso que compartieron en aquel lugar? Tal vez no...Un sonido proveniente de unas de las cuadras alertó a Oriana, él estaba cerca. Ella se acercó en silencio y se asomó de repente pensando que él estaba allí. Pero no, no estaba. Miró hacia su derecha y sonrió con malicia. Ya sabía en donde estaba. Paulo no escuchó ni un sonido más. Aquello era extraño. Asomó la cabeza con cuidado y Oriana no estaba por ningún lado. ¿Se habría ido?

- ¡Te encontré! -exclamó de repente haciendo que él cayera hacia atrás.

La castaña estalló en risas.

-Esto no debería ser así -se quejó él divertido mientras se incorporaba.

Oriana no podía dejar de reír, estaba tentada. Trato de calmarse, pero cada vez que lo hacía volvía a estallar en carcajadas. Paulo arqueó una ceja cuando ella se calmó del todo. Era su turno de vengarse.

-Oh, no -musitó ella.

Sin pensarlo dos veces comenzó a correr, ya que lo que venía después de haberlo encontrado eran las malditas cosquillas. Paulo fue mucho más rápido de lo que ella había esperado, en un abrir y cerrar de ojos ya la había atrapado. Cayeron juntos al suelo. A Oriana le dolía el estómago, la garganta y hasta el pelo de tanto reír. Él era malvado, sí que lo era. Pero de alguna manera lo logró y giró sobre la paja, quedando sobre él. Ella también podía vengarse. Recordaba que Paulo no era muy cosquilludo como ella, pero sí que tenía un punto débil. Y ese era el cuello. Le dolía el abdomen de tantas risas. Volvió a girar para vengarse. Y otra vez y otra vez...

-Ya...ya no...puedo más, Paulo -dijo ella sin dejar de reír.

Él detuvo sus manos y ambos comenzaron a calmar sus risas. Aquello había sido tan divertido. Pero todo rastro de diversión se fue cuando fueron conscientes de cómo habían quedado. Ella lo miró fijo a los ojos. Él había quedado sobre su cuerpo. El peso masculino era simplemente agradable y no la aplastaba. Paulo la observó detenidamente, ¿Por qué iba a ser tan linda? Y de repente su mirada bajó hasta sus labios. Estaban semi abiertos...

-Oriana, ¿estás aquí...? -preguntó entrando a la caballeriza.

Sus ojos se abrieron bien al ver la escena.

'No way, arruiné el momento' pensó Agus. Paulo se puso rápidamente de pie y tomó una mano de Oriana para pararla de un solo tirón. Ella comenzó a acomodarse nerviosamente, mientras que Paulo levantaba su sombrero del suelo y se lo colocaba.

- ¿Qué pasó, Agus? -preguntó nerviosa.

-Estaba buscándote -miró a Paulo y volvió la mirada a ella -Porque el desayuno ya está listo...

- ¿Ya? -Preguntó asombrada - ¿Qué hora es?

-Más de las 8.30 -contestó su amigo.

-Bien -habló Paulo -Voy a ver si mi madre necesita ayuda.

Salió de allí rápidamente, dejando a Oriana completamente sola con la escena a cuestas. Ella miró a su amigo y sin decir nada comenzó a quitarse la paja que le había quedado en el cabello. Agus se tocó el mentón, mientras reprimía una sonrisa.

- ¿Y bien? -le preguntó.

-Y bien, ¿Qué? -dijo ella.

-Vamos linda -dijo divertido - ¿Qué estaban por hacer?

-No seas mal pensado, Agustin Bernasconi -dijo con tono firme.

- ¿Mal pensado yo? -Inquirió -No, mi vida, estás muy equivocada. Porque déjame decirte que encontrar a dos personas en el suelo de una caballeriza, una encima de la otra, jadeantes...da que pensar.

-Pues, estás pensando mal...-lo miró bien -Y no estábamos jadeantes.

- ¿Entonces que estaban haciendo?

Le preguntó y se acercó a ella para ayudarla con su cabello. La miró divertido

-Porque no estaban hablando, Orianita.

-Estábamos jugando -dijo ella.

- ¿A qué? ¿A revolcarse apasionadamente en la caballeriza? -dijo con cierto tono de burla.

-No, Agustin. Estábamos jugando a las escondidas. Lo encontré y comenzó a hacerme cosquillas y yo a él como cuando éramos niños.

-Pero ya no son niños, ¿Qué necesidad tenían de jugar?

-Fue un...impulso -dijo algo fastidiada.

-Como su beso de hace 10 años -dijo enternecido - ¿Se besaron?

- ¡No, no nos besamos!

-Solamente porque yo llegué -exclamó -Soy un idiota, no tuve que haber venido, ¡No tuve que haber llegado!

Oriana se alejó de él y comenzó a caminar hacia la salida. Agus la siguió.

-Mira no sé qué es lo que debe estar maquinando tu pervertida mente,Agus. Pero Paulo es un gran amigo para mí, como un hermano.

-Si, por eso se besaron -dijo asintiendo.

- ¡Éramos niños! -Chilló -Fue solamente para experimentar.

-Oh, por favor ¿Acaso vas a decirme que no sentías nada por él cuando eran niños?

Oriana siguió caminando hasta que estuvieron fuera del lugar. No le contestó enseguida a Agus porque estaba pensando en aquello. Lo que ella había sentido por Paulo siendo una niña no lo podía explicar. Era algo que no había vuelto a sentir por otra persona. Era extraño. Sacudió la cabeza y miró a su amigo.

-Una no sabe de esas cosas cuando es niña, por el simple hecho de que es una niña. Pero no lo sé...creo que me gustaba.

- ¿Y ahora te gusta? -le preguntó mientras movía ambas cejas en forma pícara.

Oriana se aguantó las ganas de reír.

-Eres intratable, Agustin.

-Pero me amas...admítelo -dijo mientras la empujaba levemente -Y también admite que ese bombón campestre te movió hasta la médula.

-No, no me gusta -dijo ella poniendo sus ojos en blanco.

-Mentirosa -la acusó él -Además es increíble como ese hombre te mira.

Oriana se detuvo y lo miró bien.

-Eres un tonto...no me mira de ninguna manera -aseguró.

Agus sonrió.

-Claro que sí,Oriana. Te desea, Sabatini, el papacito de telenovela, te desea.

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