Ella terminó de sacar la última valija que le quedaba. Charlie, su chofer, la tomó y la metió en el baúl de la camioneta que iba a llevarla a ella y a Agustin a tomar el avión que salía dentro de dos horas de allí. Soltó un suspiro y miró hacia la casa que estaba detrás de ella. Su mejor amigo salía de allí con todos sus bolsos y cosas. Ella sonrió levemente y se acercó a para ayudarlo.
— ¿Por qué te niegas a decirme que pasó? —le preguntó él y la dejó ayudarlo.
—Ya te dije que no pasó nada, Agustin...
—Mentira —sentenció él —Llegaste llorando y te encerraste en tu cuarto a hacer las valijas.
—Es solo que las cosas no van a suceder como yo lo creí...
— ¿Lo vas a dejar aquí? —preguntó.
—No puedo obligarlo a ir conmigo...Este es su lugar y lo entiendo.
—Debería ir a patearle el trasero...
Ella sonrió y llegaron hasta Charlie. El chofer terminó de acomodar las cosas. Osvaldo salió de la casa con Alicia del brazo.
— ¿Están listos? —les preguntó.
Oriana respiró profundamente y asintió. Su padre se acercó a ella y le dio los pasajes y varias carpetas con negocios y esas cosas. El cielo relampagueó y ellos miraron hacia arriba. Ya comenzaba a lloviznar.
—Vámonos —Sugirió Charlie —Antes de que los caminos se llenen de lodo y lleguemos más tarde de lo que tenemos que llegar.
El chofer se subió al auto y prendió el mismo. Agus se acercó a Alicia para abrazarla cariñosamente.
—Te voy a extrañar muchísimo, Alicia, eres un encanto de mujer y yo mismo me voy a encargar de mandar a hacerte el mejor vestido de novias del mundo...
Alicia sonrió con los ojos vidriosos.
—Muchas gracias, Agustin. Me alegro mucho de haberte conocido. Más te vale que estés aquí para la boda...
— ¡No me la pierdo ni loca! —exclamó y rieron por lo bajo.
Se alejó de ella y abrazó a Osvaldo.
—Cuida bien a mi princesa. —le indicó.
—Siempre, Osvaldo, ¿con quién crees que estás hablando? —preguntó divertido.
Se despidió de ellos con la mano y se subió al coche. Oriana se acercó a la pareja y les dedicó una pequeña sonrisa. Alicia miró a Osvaldo y él también la miró a ella, para luego volver la mirada a su hija.
—Dale tiempo...—le dijo Alicia —Está asustado.
Oriana apartó la mirada de ella y sintió que el nudo en su pecho se hacía más grande. En ese momento Paulo era lo que ella más necesitaba...Y él simplemente la dejaba caer.
—Nos veremos en un par de meses, Alicia —le sonrió y la miró —Cuida mucho a mi papito lindo...Sé que lo dejo en un muy buenas manos.
—Claro que sí —dijo ella y se acercó a abrazarla.
Oriana cerró los ojos y dejó que aquel abrazo la llenara. Alicia era una mujer que le trasmitía seguridad.
—Él te ama, Oriana, jamás dudes de eso —le susurró al oído —Pero solo teme no poder darte lo que él cree que necesitas...
—Yo solo lo necesito a él —murmuró ella.
—Lo sé, lo sé —asintió Alicia y le acarició el cabello.
Charlie tocó la bocina, avisándole a Oriana que se apresurara, ya que la lluvia comenzaba a caer con más fuerza. La chica se alejó de Alicia y abrazó a su padre.
—Te llamaré en cuanto apenas lleguemos —le dijo.
—Está bien, mi cielo...No sabes cómo te agradezco que estés haciendo todo esto por mí. Te amo.
—Y yo a ti, papi. —asintió sonriendo.
Él besó su frente. En ese momento Paulo salió de la casa. Oriana le dedicó una pequeña sonrisa.
—Adiós, señorita Oriana—le dijo él —Muchas gracias por todo lo que ha hecho por nosotros.
—Adiós, Paulo. —dijo ella con un nudo en la garganta y unas inmensas ganas de llorar.
Hubiese deseado despedirse de él de otra forma. Suspiró y salió de debajo del pequeño techo que los resguardaba de la lluvia para acercarse a la camioneta. La lluvia empapó un poco su rostro y su cabello castaño. Estaba por subir cuando escuchó el relinche de un caballo a lo lejos. Giró la cabeza hacia el sonido y allí los vio a ambos. Paulo y White la miraban desde la distancia.
—Estaré bien —musitó ella, creyendo que él por ahí podía leer sus labios.
Pero en realidad no lo estaría. Claro que no. Paulo vio como ella se subía al auto y cerraba la puerta. La lluvia comenzó a caer con más fuerza, empapándolo aún más. White se movió algo nervioso, pero él lo calmó. La camioneta arrancó y con ello la desesperación de Paulo. Ahí se iba de nuevo EL AMOR DE SU VIDA. Lo dejaba. La veía alejarse, la perdía esa noche. No lo entendía...No entendía por qué simplemente no podía agarrar e irse con ella.
No entendía por qué no podía mantenerla a su lado. Golpeó a White a un costado y el caballo salió a toda velocidad por el medio de un camino de árboles que daba justo al costado del camino por el cual la camioneta iba pasando. Logró alcanzar la velocidad del vehículo. Pero no podía ver a Oriana, ya que los vidrios eran polarizados y entonces el auto aceleró, la lluvia se hizo más intensa. White se detuvo y ella y todas sus esperanzas desaparecieron bajo el temporal. Otra vez se sentía como un niño de 13 años, al que le arrebataron una parte de su corazón. Entonces las primeras lágrimas cayeron por sus empapadas mejillas. La había perdido de nuevo, solo que ahora él tenía toda la culpa.
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Mi Salvaje
Genç KurguQue nerviosa se sentía, le temblaban las piernas. No recordaba o eso creía, haber pasado un día tan emocionante como ese. Su cumpleaños numero doce. No podía dejar sus manos quietas y se mordía el labio, nerviosa... Si estaba nerviosa. Su padre le h...