"Porque, sin buscarte te ando encontrando por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos"
Julio Cortázar
Su pecho se agitó mientras veía a Andrew galopar hacia ella, no sabía que hacer, que decir, todo sucedía tan rápido y de una manera tan inesperada, que su mente parecía no responder a nada, simplemente había dejado el control de todo a su corazón. Lo vio frenar su caballo a pocos metros, bajar de allí de un salto y acercarse con frenesí hasta donde ella se encontraba, acercando su rostro lo suficiente para tener su mirada a pocos centímetros de la suya.
—¡Abigail Henderson!... lo sabía... lo supe siempre...—Dijo mientras llevaba su mano a su rostro no pudiendo creer lo que un simple llamado le había confirmado. — Lo sentí aquí... —señaló su corazón apoyando la palma de su mano en su pecho.
—Señor...
—No, no diga nada... — la interrumpió —En este momento no sé si besarla para apagar todo esto que siento dentro, o tomarla del brazo y ponerla en la calle.
—Señor Vane... —Abi apenas si podía hablar, su voz estaba entrecortada, su respiración de repente agitada y su corazón resonando en su pecho como el agua de mil ríos cayendo.
—Sólo quiero saber si lo que han dicho es cierto. —preguntó con un tono fuerte y firme en su voz, que se oía a la vez vulnerable, o triste, Abi no podía adivinar lo qué el sentía, pero ese brillo en sus ojos oscuros no lo había notado nunca, movió su cabeza en negativa y Andrew cerró sus ojos apretándolos, pues deseaba creerle, deseaba que todo fuera una gran mentira. No quitaba sus ojos de los suyos —¿Hay algo entre usted y James Grosvenor? —preguntó desesperado, mientras Abi volvió a mover su cabeza y comenzó a llorar. —Andrew puso sus manos en su cintura mientras retrocedía un paso, y luego llevó un puño a su boca, tratando de calmarse y a la vez, sintiéndose imposible de hacerlo. Volvió acercarse a ella, que se mantenía quieta y cubierta de lágrimas, apoyó su frente en la suya e inspiró su aroma a campo y a sal de mar. Se mantuvo allí un segundo con sus ojos cerrados, mientras ella totalmente desconcertada y con sus emociones alborotadas se quedó inmóvil. Finalmente se volvió sobre sus pasos, montó a Macario y galopó frenéticamente hacia el campo, dejándola con una incertidumbre que invadía todo y con un deseo de decirle y explicarle muchas cosas. Sentía temor, mucho temor, y a la vez paz, porque finalmente volvía a ser ella, volvía a escuchar su nombre en sus labios.
Corrió hacia la casa, llorando y temblando por todo lo que iba a suceder, por no saber qué haría con ella y con lo que sabía. Tenía tanto miedo de volver a la calle, sola, completamente sola. Temía que la echara, temía huir, pues no sabía a donde ir; pero sobre todo, temía alejarse de él. Secó sus lágrimas e inspiró profundo, esperando que Gilbert no la echara de menos, pues se había ausentado un buen rato. Cuando se acercó a la puerta de la cocina, lavó su rostro e ingresó despacio. Dorothy estaba allí.
—¿Gilbert preguntó por mí?
—Aún no, pero no te descuides, porque si te ausentas así, lo menos que puede suceder es que termines en el escritorio del señor Vane. —Abigail asintió.
Laura entraba a la cocina, dejaba los estropajos y tomaba los cepillos.
—Al fin apareces querida... Vamos Gill, todavía tenemos que repasar la sala de te... aprovechemos ahora que las urracas no están.
—¿Las urracas?
—Sí... no paran de hablar pestes de otras personas... francamente, prefiero seguir pobre y vaciando orinales, a vivir en medio de ellos y su mundo. —Abi asintió. —Las detesto... encima la señorita que pretende el señor Vane, válgame que es insoportable... hoy a tenido a la pobre de Danielle a los saltos por el peinado... ¿puedes creerlo? ¿para qué quiere tanto peinado y tantos bucles, si finalmente sales fuera y el viento te lo desbarata todo?
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Una Segunda Oportunidad
Ficção HistóricaCOMPLETA. Abigail Henderson es una muchacha casadera, que en su segunda temporada en Londres es aclamada por los caballeros y pretendida por muchos. Educada y preparada para ser una delicada florecilla, aprovecha las circunstancias para ser bastan...