Capítulo 12

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"Amar a alguien en silencio puede ser la cosa más ruidosa que alguna vez hagas"

Ron Israel

—¡Dios mío, Madre! ¿Qué haremos ahora? —espetó William claramente nervioso.

—Tranquilo hijo, puede ser otra cosa...

—¿Qué otra cosa? ¿Qué otro secreto tenemos?

Lady Vane miraba a William ir y volver caminando por el estudio de Manor House, estaba claramente nervioso y llevaba su mano a su cabello mientras apretaba aquel papel arrugado.

—Tranquilo por favor, desesperarnos no nos ayudará en nada. Préstame la nota.

William se la extendió y ella la acercó a sus ojos y a la luz del candelabro para poder leer atentamente.

Señor William Vane:

Conozco su secreto. Pronto sabrá de mí.

La leyó y releyó mientras fruncía sus labios y cavilaba en su mente quién podría ser. Eran muy pocos quienes conocían la verdad, y la mayoría estaban muertos o habían jurado guardar el secreto y llevarlo hasta la tumba. Habían pasado tantos años que parecía tan imposible que se tratara de "aquel secreto"

—¿Estás seguro Will que no ocultas otra cosa? —él la miró claramente disgustado.

—Estoy seguro madre. Puedo ser un tanto mujeriego, pero no recuerdo haberme enredado con ninguna dama casada o comprometida.

—Will, ¡por favor! No seas irrespetuoso.

—Lo siento madre, pero estoy alterado...

—Nunca debes perder la compostura. Tranquilízate. Por lo pronto esperaremos... aquí dice que sabremos de él... o ella...

—¿Pretendes que me quede de brazos cruzados esperando que destruyan nuestras vidas?

—No, sólo pretendo que dejemos que el tiempo corra y actuemos en consecuencia, ahora no hay nada que podamos hacer.

Se detuvo de su caminata y la miró a los ojos.

—Tal vez es Andrew.

—¿Estás loco Will? Conozco a tu hermano y estoy segura que no sabe nada, y sé también que no sería capaz de actuar así. Vendría de frente a gritarnos todas las verdades.

—De todas formas lo veremos pronto...

—Así es, y de paso nos vendrá bien renovar el aire y alejarnos un poco de la ciudad. —William asintió.

****

Andrew se sentó en el borde de la cama y enterró sus manos en su cabello, masajeó su cuero cabelludo y luego sacudió su cabeza intentando despertarse. Miró hacia la ventana donde el sol recién se estaba desperezando. Si quería aprovechar el día y conseguir todo lo que necesitaban debía alistarse lo antes posible. Se puso sus pantalones y las botas, metió su camisa dentro de ellos y encima el chaleco y la casaca. Tomó su sombrero y salió por la puerta apurado hacia la habitación de Charles. Cuando pisó el pasillo chocó con una criada cargada de cepillos e instrumentos de limpieza.

—Lo siento señor. —dijo inmediatamente bajando la mirada, mientras Andrew a través de las cerdas de los cepillos divisó unos mechones rojizos.

—Está bien. —caminó unos pasos más y se volvió hacia ella que avanzaba hacia las habitaciones. — ¿Cómo te llamas?

—Gillian Ford señor. —dijo mientras asentaba los cepillos rápidamente, y sumamente nerviosa se paraba erguida, con su cabeza baja y sus manos en el frente de su delantal a pocos metros de él. Andrew asintió y siguió su camino, confundido por completo. No le parecía posible que dos personas fueran tan iguales sin tener un lazo de sangre que las uniera, y al mismo tiempo más imposible le parecía que una mujer como Abigail Henderson se encontrara de criada. Eso directamente no tenía discusión. 

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora